Significado de «aclimatación (biológica)»

1. La aclimatación es un proceso fundamental para la supervivencia de los organismos en entornos cambiantes. Además de los mecanismos fisiológicos automáticos que permiten la adaptación al ambiente externo, la aclimatación también implica una adaptación mental a los nuevos factores económicos y sociales presentes en el entorno.
   
   Esta adaptación psicológica y social es crucial para la integración y el bienestar del individuo en su nuevo contexto.
   
   En el caso de los seres humanos, la aclimatación no solo se refiere a la adaptación física a condiciones ambientales adversas, como el calor extremo o el frío intenso, sino también a la capacidad de ajustarse a las normas culturales, las costumbres y las dinámicas sociales propias de cada lugar.
   
   La capacidad de adaptación del ser humano no solo se basa en sus mecanismos fisiológicos, sino también en su flexibilidad mental y emocional para enfrentar los desafíos que implica vivir en un entorno diferente al habitual.
   
   Todo organismo, tanto vegetal como animal, debe lograr para sobrevivir una adaptación satisfactoria a los ambientes externo e interno. La aclimatación consiste en la adaptación a un nuevo ambiente externo.
   
   Este último comprende algo más que el simple mundo físico. Especialmente en el caso del hombre, los factores psicológicos y sociales (véase Adaptación) constituyen partes importantes del ambiente.
   
   Los agentes físicos dependientes de la localización geográfica son múltiples y variados y comprenden el tiempo, clima, insolación, condiciones del suelo, suministro de agua, disponibilidad y clase de alimento, así como los peligros que representan para la vida otros organismos como son los animales parásitos y depredadores.
   
   

   Aclimatación humana

   
   
   De todas las formas vivientes, la humana es la más capacitada para adaptarse a nuevos ambientes. El hombre, como organismo altamente especializado que es, puede adaptarse naturalmente a muchos ambientes diferentes y es por ello capaz de vivir en múltiples regiones geográficas y desplazarse de una parte a otra.
   
   Es también capaz de sobrevivir en aquellas zonas sujetas a cambios periódicos en su ambiente externo. Incluso allí donde los rigores del ambiente externo hacen imposible la adaptación natural, el hombre puede a menudo sobrevivir y trabajar, ya que es capaz de regular o neutralizar los agentes ambientales desfavorables. Así, por ejemplo, el aire acondicionado ayuda al hombre a regular la temperatura y los insecticidas le ayudan a combatir las enfermedades.
   
   Son varios los mecanismos fisiológicos que realizan automáticamente la aclimatación. Uno de los más importantes para el hombre es el que regula el suministro de oxígeno a los tejidos.
   
   En las grandes alturas disminuye considerablemente la cantidad de oxígeno proporcionada por la atmósfera. Esta disminución del oxígeno disponible podría limitar todas las funciones vitales si no fuese porque, en estos casos, la cantidad de hemoglobina que hay en la sangre aumenta automáticamente. Al disponer de mayor cantidad de hemoglobina se incrementa el transporte de oxígeno a los tejidos en todo el cuerpo. Así, aun en presencia de una disminución de la cantidad de oxígeno suministrada por el ambiente externo, el oxígeno suministrado al ambiente interno, o sea a los tejidos, sigue siendo el mismo.
   
   La respuesta fisiológica al calor implica la intervención de dos importantes mecanismos sin los cuales el hombre y otros animales superiores no podrían aclimatarse.
   
   La piel, mediante un mecanismo vasomotor delicadamente equilibrado, puede actuar bien como radiador, bien como aislante en la regulación de la temperatura del cuerpo. Así, en tiempo caluroso circula mucha sangre, portadora de calor, por los vasos sanguíneos periféricos (vasos sanguíneos situados cerca de la superficie del cuerpo) y la piel actúa como radiador. En virtud de otro mecanismo, la piel constituye una gran superficie de evaporación para el agua segregada por las glándulas sudoríparas.
   
   A pesar de que los mecanismos encargados de la regulación de la temperatura corporal sean comunes a todos los hombres, existen variaciones individuales y raciales.
   
   Cuando los hombres del norte se desplazan a los trópicos, sufren con frecuencia trastornos y merma de su capacidad reproductora; no obstante, con una adecuada ingestión de líquido y sal y una dieta apropiada, pueden lograr con frecuencia una adaptación satisfactoria que les permite trabajar con facilidad y eficiencia cuando la temperatura que marca el psicrómetro húmedo está por debajo de los 32,7 C.
   
   Entre los 32,7 y 34,3 C es posible realizar un trabajo moderadamente intenso y prolongado, pero se pierde eficiencia y entonces uno trabaja con dificultad, pierde vigor y viveza y sufre, además, otras molestias.
   
   En la mayoría de sujetos se presenta la incapacidad total para realizar un trabajo moderadamente intenso cuando la temperatura que marca señalada por el psicrómetro es de 34,3 C o superior. La temperatura más elevada a que puede adaptarse el hombre se considera que es la de 48,9 C.
   
   El habitante de los trópicos trasladado a latitudes elevadas tiene que realizar también una difícil adaptación. El esfuerzo de su sistema vasomotor, requerido por el clima frío, es a menudo fatal. Las enfermedades respiratorias son una manifestación común de los trastomos fisiológicos concomitantes. El hombre tropical es también menos capaz de reproducirse en los climas fríos.
   
   Además de la adaptación automática que su cuerpo realiza frente al clima y demás factores del nuevo ambiente externo, el hombre debe realizar la adaptación mental a los factores económicos y sociales de su nuevo ambiente si quiere sobrevivir como individuo y reproducirse para lograr la supervivencia de su propio grupo.
   
   Si bien para las conveniencias de estudio pueden considerarse por separado cada uno de los factores ambientales, en la realidad debe hacerse frente en seguida al ambiente externo en conjunto. Pero las exigencias de la aclimatación pueden llegar a ser tan grandes que los individuos no sean capaces de superarlas. Véase Sistema vasomotor.
   
   
   Origen etimológico de aclimatación: proviene de aclimatar y con el sufijo -ción.

Biología

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