Significado de «armisticio»

1. m. Suspensión de hostilidades.
   
   El armisticio es una institución del Derecho Internacional Público que en el curso de una guerra o actividad bélica pone fin, temporal o definitivamente, a las hostilidades entre los beligerantes.
   
   Sin embargo, no todo alto el fuego, provisionalmente acordado, supone un armisticio propiamente dicho
   
   La doctrina internacionalista del Derecho de guerra acostumbra a distinguir entre tregua, armisticio, capitulación y tratado de paz.
   
   La tregua es una suspensión provisional acordada por razones especialmente militares y negociada directamente por las autoridades de dicho orden;
   
   la capitulación es el total sometimiento del vencido al vencedor y, aunque no es propiamente un armisticio, suele calificarse comúnmente de tal;
   
   el tratado de paz, que es la negociación de carácter más acusadamente político, pone fin al estado de guerra existente entre dos Estados y puede ir precedido o no del armisticio.
   
   Este es el determinante de un estado intermedio entre la paz y la guerra; generalmente pone fin a la actividad bélica hasta el momento en que, concertado el tratado de paz, queda ésta establecida jurídicamente.
   
   Algunos autores, como Fiore, estiman que la diferencia entre tregua y armisticio radica en que aquélla es una suspensión de la actividad bélica referida a puntos determinados en el teatro de la guerra, mientras éste es la suspensión aplicada a la totalidad de los frentes de combate, criterio puramente cuantitativo que arroja escasa luz sobre dicha diferencia.
   
   Jurídicamente hay autores que atribuyen al armisticio la misma naturaleza que a los tratados de paz, toda vez que implica la existencia de una voluntad negocial y que puede engendrar obligaciones para las partes interesadas.
   
   Otros autores le niegan esta categoría jurídica para dejarlo reducido a una mera relación entre los beligerantes.
   
   Algunos internacionalistas dedican escasa o nula atención al armisticio por considerar que durante la vigencia del mismo continúa, aunque en suspenso, el estado de guerra.
   
   Últimamente parece vigente la tesis de equiparar el armisticio a la paz.
   
   Las Naciones Unidas, en su declaración de Washington (1 enero 1942), manifestaron su compromiso de no contratar armisticio o paz separada con las potencias enemigas, expresión en la que se equiparan ambos conceptos sin que se haga mención de la tregua, tal vez porque su carácter de mera provisionalidad y su escaso ámbito de aplicación la excluyen de la transcendencia del armisticio.
   
   Una de las definiciones más acertadas es la formulada por el internacionalista americano Bustamante, que considera el armisticio como acuerdo entre los beligerantes para el cese de las hostilidades en espera de que la paz sea o no concluida.
   
   Claro es que la historia nos presenta abundantes casos de «armisticio» que en realidad constituían una verdadera Capitulación o debelación por hallarse la voluntad de una de las partes plenamente anulada por el predominio de la otra.
   
   Entre los armisticios históricamente importantes pueden citarse el concluido el 28 de enero de 1871 entre Francia y Alemania; ésta impuso a aquélla una indemnización de 200000000 francos.
   
   Durante la I Guerra Mundial se sucedieron varios armisticios: el de 15 de diciembre de 1917, impuesto por Alemania a Rusia, más que armisticio fue una capitulación total, seguida de la paz de Brest-Litovsk (1918); el armisticio del bosque de Compiegne (11 noviembre 1918), impuesto a Alemania por los Aliados, significó la unilateralidad de las concesiones a favor de los Aliados victoriosos.
   
   En la II Guerra Mundial todos los armisticios, tanto los impuestos por Alemania a las naciones por ella vencidas: Polonia (1939), Dinamarca, Bélgica, Holanda (1940) y Francia (22 junio 1940), como los que después impusieron las Naciones Unidas a Alemania (7 mayo 1945) y demás países aliados del Eje, fueron en realidad capitulaciones incondicionales. Revistieron caracteres curiosos el de Italia y Japón; el primero por haber sido acordado secretamente en Lisboa (3 setiembre 1943) y acceder los Aliados a garantizar la ayuda a Italia en caso de represalias por parte de Alemania; en el firmado con el Japón (2 setiembre 1945) a bordo del acorazado Missouri se negociaron previamente algunos extremos.
   
   La Organización de las Naciones Unidas, por medio del Consejo de Seguridad, ha inaugurado la modalidad de imponer el armisticio, como ocurrió en el conflicto árabe-judío y en el suscitado entre Holanda e Indonesia (1948).
   
   Igualmente ha intervenido con gran eficacia en el conflicto suscitado por la invasión de la zona del Canal de Suez a cargo de las fuerzas armadas de Francia e Inglaterra; después de imponer un alto el fuego envió una fuerza de policía internacional para mantener la paz en aquella zona.
   
   En el ámbito contemporáneo, el armisticio adquiere una relevancia particular en los procesos de negociación para la resolución de conflictos.
   
   En este sentido, se convierte no solo en un mecanismo para cesar las hostilidades, sino también como un primer paso hacia la construcción de una paz duradera.
   
   La firma de un armisticio puede facilitar el inicio de diálogos de paz más amplios, donde se aborden las causas subyacentes del conflicto y se establezcan acuerdos para su resolución definitiva. Así, el armisticio actúa como un puente entre el cese inmediato de la violencia y el inicio de un proceso de negociación más complejo y profundo.
   
   Además, es importante destacar el papel del armisticio en la reconstrucción post-conflicto. Una vez firmado el armisticio, los territorios afectados por la guerra tienen la oportunidad de iniciar procesos de recuperación y reconstrucción.
   
   Esto incluye no solo la reparación de infraestructuras dañadas y la reactivación económica, sino también la atención a las víctimas del conflicto, la reconciliación entre las partes enfrentadas y la reconstrucción del tejido social.
   
   En este contexto, el armisticio se revela como un elemento crucial para sentar las bases de una paz sostenible y para evitar la reanudación de las hostilidades.
   
   Ejemplos de uso: "firmaron el armisticio".
   
   "El armisticio entre las dos naciones en conflicto marcó el inicio de un período de paz y negociaciones".
   
   "Durante la Primera Guerra Mundial, el armisticio del 11 de noviembre de 1918 significó el fin de las hostilidades entre los Aliados y Alemania".
   
   "Los líderes acordaron un armisticio temporal para permitir la entrega de ayuda humanitaria a las zonas afectadas por la guerra".
   
   "A pesar del armisticio, la tensión entre los países beligerantes seguía siendo palpable".
   
   "El armisticio firmado no solo buscaba cesar las hostilidades, sino también sentar las bases para un tratado de paz duradero".
   
   "La población civil recibió con alivio la noticia del armisticio, esperanzada en que este sería el primer paso hacia la reconstrucción del país".
   
   "El incumplimiento del armisticio por una de las partes reavivó el conflicto, demostrando su fragilidad sin un compromiso real hacia la paz".
   
   "El armisticio en ese contexto no solo significaba una pausa en los combates, sino también una oportunidad para reflexionar sobre las causas profundas del conflicto".
   
   "La celebración del aniversario del armisticio se convirtió en una tradición en muchos países, recordando a las generaciones futuras la importancia de la paz y la diplomacia".
   
   "Las negociaciones para el armisticio fueron arduas, pero finalmente se llegó a un acuerdo que satisfizo a ambas partes".

Origen de la palabra: (del latín arma, armas, y statio, detención, suspensión.)


m. Suspensión de hostilidades pactada entre pueblos o ejércitos beligerantes.

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