Artículo enciclopédico: arqueología americana
Arqueología americana
La arqueología americana se centra en el estudio de las culturas y civilizaciones que habitaron el continente americano antes de la llegada de los europeos.
A diferencia de la prehistoria del Viejo Mundo, que investiga los orígenes humanos y el desarrollo cultural desde sus inicios, la arqueología en América enfrenta el desafío de la falta de pruebas concluyentes sobre los primeros pobladores.
Esto plantea interrogantes sobre la llegada del ser humano a este continente y su diversidad cultural.
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A diferencia de la prehistoria del Viejo Mundo, que investiga los orígenes humanos y el desarrollo cultural desde sus inicios, la arqueología en América enfrenta el desafío de la falta de pruebas concluyentes sobre los primeros pobladores.
Esto plantea interrogantes sobre la llegada del ser humano a este continente y su diversidad cultural.
- La prehistoria del Viejo Mundo se ocupa fundamentalmente de los orígenes humanos y el desarrollo de la cultura desde sus mismos principios. A pesar de numerosas aseveraciones en contrario, los estratos antiguos del Nuevo Mundo no han revelado prueba concluyente de fósiles humanos u objetos confeccionados por la mano del hombre. Ello plantea la cuestión de cuándo y dónde llegó el hombre a este continente.
Los antropólogos no vacilan en considerar a los indios americanos como miembros de la gran rama mogoloide (v. Raza, Razas humanas), a pesar de que en tal agrupación aparecen amplias divergencias. La mayoría de los indios poseen cabeza corta, ancha y bastante alta, pero en el NE de los Estados Unidos y la región de las Praderas los miembros de muchas tribus presentan un tipo de cabeza más bien alargado. Algunos, como los siux, tienen nariz prominente; otros, como los hopi, la tienen pequeña. Los indios de las Praderas son altos, mientras que los pueblo son bajos y macizos. Tales diferencias son indicio de considerable mezcolanza, iniciada probablemente entre los grupos ancestrales antes de su llegada a América y aumentada por cruces posteriores y la influencia del medio. Se ha supuesto que un pueblo mogoloide, no muy característico, inició la emigración por el estrecho de Bering en cuanto lo permitieron las condiciones climáticas y que otros grupos mogoloides más perfectos siguieron posteriormente sus huellas.
Origen de los indios. El indio ha sido objeto de numerosas y fantásticas teorías. Se le ha hecho proceder de la «perdida Atlántida» o de la fabulosa «Isla de Mu»; ha sido identificado con una de las «Tribus Perdidas de Israel» y hasta se le ha convertido en descendiente de una banda de gal eses. El elevado nivel cultural centroamericano ha sido atribuido a egipcios, fenicios, chinos y, más recientemente, a los restos de la flota de Alejandro. Los investigadores científicos estiman desde luego que todas estas teorías carecen de base científica.
Parece evidente que los indios proceden de Asia, pues ningún pueblo europeo ni africano, de tiempos modernos o remotos, se asemeja a ellos. Ahora bien, si llegaron de Asia, pudieron realizar la inmigración a través-del Estrecho de Bering o de las islas Aleutianas o bien haber cruzado el Pacífico por la ruta de Polinesia. Es difícil suponer que pueblos tan primitivos tuvieron el suficiente conocimiento de la navegación para emigrar en número considerable a través del ancho Pacífico. Por otra parte, los testimonios arqueológicos indican que las islas polinésicas figuran entre los últimos lugares habitados por el hombre. Es dudoso que el ser humano haya llegado a ellas en fecha anterior á;l 2000 a. de J.G?, época demasiado tardía para relacionarla con el poblamiento de América.
La geología establece que incluso durante la última gran glaciación existieron corredores despojados de hielo entre Siberia y Alaska y, a lo largo del Mar Ártico, hasta el río Mackenzie. Si el hombre llegó en esa época al estrecho es probable que continuara avanzando hasta el Mackenzie y después hacia el S, a lo largo de las laderas de las Rocosas, hasta llegar al SE de los Estados Unidos y al borde de las Grandes Llanuras. La geología señala asimismo que durante la última glaciación e inmediatamente después de ella existieron grandes lagos en el actual Oregón oriental, en Utah, Arizona, Nuevo México y la zona desértica de California. El Gran Lago Salado no es sino el resto de otro mucho mayor: el lago Bonneville de los geólogos. Hubo un tiempo en que el lago Mohave ocupó considerable extensión del desierto del mismo nombre, mientras el lago Gochise se extendía a lo largo de la frontera entre México y Arizona. Estos no son sino unos cuantos de los numerosos lagos, capaces de proporcionar datos para determinar la antigüedad de los pueblos americanos.
Primeros testimonios. Se han descubierto antiguos campamentos a orillas de estos grandes lagos, así como en las cavernas excavadas por sus aguas, en las riberas de antiguos ríos y bajó estratos que contenían huesos de animales ha tiempo desaparecidos: caballo americano, perezoso, camello, Elephas colwnbi y Bison taylorii. Más recientemente han aparecido huesos humanos en parajes a los que se atribuye antigüedad considerable.
En la determinación de los hechos relativos a cada hallazgo registrado, los arqueólogos han aplicado diversos métodos a fin de: 1) determinar la cronología relativa o real de los materiales; 2) establecer relaciones; 3) estudiar objetivamente el desarrollo cultural. Son numerosos los métodos que permiten establecer la cronología relativa. Uno, el estratigráfico, estudia las capas de sedimentos en las cuevas, los estratos sucesivos depositados por los ríos e incluso el testimonio dejado por periodos de ocupación y abandono en cuevas y abrigos roqueros. Otro se basa en el contenido de polen del suelo y en la fauna y flora del medio para establecer los cambios climáticos. Un tercer método considera las capas de arcilla lacustre estratificada de origen glaciar para determinar la fecha de retirada de los glaciares. En fin, un cuarto se fija en el contenido de flúor y nitrógeno en los huesos (v. Antropología, el Fraude de Piltdown; Hombre de Piltdown). En cuanto a la fecha real, se ha podido determinar en algunas zonas por el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles (v. Anillos anuales; Cronología) y más recientemente por la cantidad de carbono radiactivo (C-14) en ciertas clases de especímenes arqueológicos o restos asociados a ellos.
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