Bálticos, países (historia)

1. La historia de la región báltica durante los primeros mil años de la Era cristiana es una continua migración de tribus y pequeños grupos de origen germánico o eslavo. A partir del siglo xi, sin embargo, comienzan a estabilizarse sus características demográficas. Sobrevino la lucha por la primacía que, hasta el siglo xv, se desarrolló en un doble frente: primero, entre las naciones germánicas abiertas al Mar Báltico (Dinamarca, Alemania
   
   y Suecia); segundo, entre las tribus eslavas de Alemania oriental y los caballeros y campesinos alemanes que en plan de colonización se infiltraban lenta pero incesantemente desde el O, empujando a los eslavos hacia los espacios abiertos del E de Europa. Desde el siglo xv hasta el xx la contienda por la hegemonía en la región báltica se ha librado entre los países germánicos de un lado (Suecia y Alemania) y los eslavos de otra (Rusia y Polonia).
   
   
   Hegemonía danesa. Por sus conquistas y su posición geográfica, que antes de la construcción del canal de Kiel ponía en sus manos la llave del Báltico, este país fue desde el siglo xii la potencia dominante en el N de Europa y, durante muchos años, el único rival serio de la poderosa Liga Hanseática. Cuando Valdemar IV entró a saco en la próspera ciudad hanseática de Wisby (Visby) en la isla de Gotland (1361), se comprometió en una larga y sangrienta guerra contra la Liga. Dinamarca resultó vencida y sometida al dominio de la Liga en virtud del Tratado de Stralsund (1370). La Liga, sin embargo, aliada de los Caballeros teutones, mantuvo su posición durante poco más de un siglo para ceder la hegemonía a Polonia, que la ostentó durante un periodo parecido.
   
   
   Hegemonía sueca. En los primeros años del siglo xvii estalló la guerra tripartita entre Rusia, Polonia y Suecia. Polonia deseaba mantener su posición; Rusia y Suecia trataban de afirmar la suya en el Báltico. Finalmente perdió la primera su ascendencia y después de tres sucesivos repartos entre Prusia, Austria y Rusia desapareció del mapa de Europa en 1795. En el siglo xvii fue Suecia la principal potencia báltica. El agresivo rey de los suecos, Gustavo Adolfo (1611-32), inició la política, que siguieron sus sucesores, de hacer del Mar Báltico un mar sueco y prácticamente dio cima a la empresa. Finlandia se convirtió en provincia sueca; Ingria (Ingermanland) y Carelia fueron arrebatadas por la fuerza a Rusia; Livonia y Estonia, arrancadas a Polonia; Halland, Scania (Skane) y Blekinge, usurpadas a Dinamarca; la isla de Rügen y Pomerania Citerior, adquiridas a Alemania en virtud de la Paz de Westfalia. Las ambiciones de Suecia eran mayores que sus posibilidades y, debilitada por las guerras incesantes, no pudo mantenerse por más tiempo frente a Rusia, que se movía bajo el signo de las ambiciones de Pedro el Grande y sus sucesores. En 1721, Pedro el Grande había desgajado de Suecia las provincias bálticas de Carelia, Ingria, Estonia y Livonia. En 1809 fueron también cedidas Finlandia y las islas Aland. De este modo concluyó el dominio de Suecia en el Báltico, donde a partir de entonces persistió la rivalidad entre Rusia y Alemania. La captura por Prusia de la provincia danesa de Schleswig-Holstein (1864-66) fortificó considerablemente la posición de Prusia en el Báltico. En 1914 la apertura del Canal de Kiel, que tardó 19 años en construirse y que se abría a los navios de alto bordo, colocó a Alemania en una posición de supremacía naval.
   
   
   Guerras mundiales. De la I Guerra Mundial surgieron los Estados independientes de Finlandia, Estonia, Latvia (Letonia) y Lituania, así como Polonia. La región disfrutó de relativa tranquilidad hasta 1939, en que Alemania invadió Polonia y se anexionó la parte occidental, dejando a Rusia el resto. En junio de 1940, Rusia ocupó las repúblicas de Estonia, Letonia y Lituania, que entraron a formar parte de la Unión Soviética. Cuando Alemania invadió la URSS en el verano de 1941, las tres provincias recuperaron una independencia externa, aunque en realidad pasaron a ser provincias de Alemania. Con la derrota de Alemania se convirtieron de nuevo a regañadientes en «repúblicas» integrantes de la Unión Soviética. Al acabar la guerra, Finlandia cedió a la URSS sus territorios del lago Ladoga. Por la Declaración de Potsdam (2 agosto 1945) se convino en que Alemania cedería a la URSS Königsberg y la zona adyacente y que la frontera occidental de Polonia correría desde el O de Swinemünde, en la costa del Báltico, hacia el S a lo largo de los ríos Oder y Neisse hasta la frontera checa. A Polonia le fue atribuida la parte de Prusia oriental que no pasó a Rusia. De este modo, la hegemonía del Báltico quedó en manos de la URSS.
   
   Actualmente los países bálticos son todos aquellos que están alrededor del Mar Báltico: Suecia, Noruega, Finlandia, Rusia, Estonia, Letonia, Lituania, Kaliningrado (Rusia), Polonia, Alemania y Dinamarca.

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