Breve biografía de Congreve, William (comediógrafo inglés)

1. (1670-1729) Comediógrafo inglés, nacido en Bardsey, cerca de Leeds. Aunque de familia antigua y bien acomodada, pasó la mayor parte de su juventud en Irlanda, donde su padre mandó primero la guarnición de Youghal y luego administró las propiedades del Conde de Cork. Tras asistir a la escuela de Kilkenny, ingresó (1685) en el «Trinity College», de Dublin, donde trabó amistad duradera con Jonathan Swift. Se dirigió luego a Inglaterra para entrar en el «Middle Temple» de Londres, pero pronto abandonó los estudios de leyes por la literatura. En 1691 publicó en Londres su novela Incógnita, or Love and Duty Reconciled, escrita durante su permanencia en Dublin y firmada con el seudónimo «Cleophil». A ella siguió su primera comedia, The Oíd Bachelor, éxito económico que mereció los encomios de John Dryden, quien equiparó a su autor con Shakespeare.
   
   
   La siguiente producción, The Double Dealer (1693) tuvo celebridad un tanto escandalosa; Love for Love (1695) alcanzó tan brillante éxito que se dio a Congreve participación en el nuevo teatro erigido en Lincoln’s Inn Fields, bien entendido que había de estrenar una nueva comedia cada año. The Mourning Bride (1697), tragedia, acrecentó su fama, no obstante, lo cual fue atacado en este mismo año con el panfleto View of the Inmorality and Profaneness of the English Stage, de Jeremy Collier. A éste replicó Congreve a su vez con otro panfleto, Amendments of Mr. Collier´s False and Imperfect Citations (1698). Por más que los argumentos críticos de Collier, aunque bien intencionados, careciesen palpablemente de solidez, el público pareció inclinado a darle la razón. Y aunque la posteridad esté en desacuerdo con Ips juicios de Collier en tal coyuntura, su ataque fue un golpe memorable a la reputación de Congreve. La representación de su obra más grande, The Way of the World (1700) provocó tal furor público que a la edad de 30 años su autor abandonó la profesión teatral y en adelante limitó sus empeños literarios a la composición de versos frívolos.
   
   
   Congreve se amoldó a la fácil existencia que le procurara una pensión del Gobierno. En 1695 había sido nombrado encargado de la expedición de licencias de coches de alquiler, puesto que conservó hasta 1705, en que pasó a encargarse de las licencias de venta de vinos. En 1714 fue nombrado secretario de Asuntos de Jamaica. Durante todo este tiempo no perdió del todo contacto con el mundo teatral. El comediógrafo Sir John Vanbrugh construyó un nuevo teatro (1705) para la antigua compañía de Congreve y éste le ayudó en la tarea por algún tiempo. Escribió también un libreto de ópera, Semele, musicado por Händel, y ayudó a traducir M. de Pourceaugnac, de Molière. Se le recuerda también por su «Discourse on the Pindaric Ode», valioso documento de crítica literaria que acompañara a su propia Pindaric O de to the Queen. En 1710 publicaba la primera edición de sus obras completas. Era todavía universalmente admirado y contaba entre sus amigos a las más brillantes personalidades de la época: Jonathan Swift, Alexander Pope, Sir Richard Steele, la actriz Mrs. Bracegirdle y la segunda Duquesa de Marlborough. Durante sus últimos años tuvo precaria salud —tal vez a causa de la consentida vida que llevara— y quedó casi ciego. Murió a consecuencia de lesiones internas recibidas en un accidente de coche.
   
   
   Como escritor de un periodo —el del reinado de Guillermo III— en que la influencia de la Restauración, tanto en los usos sociales como literarios, venía siendo- progresivamente refrenada por los puntillosos gustos moralistas de la clase media, Congreve, que poseía claramente un talento artístico superior, supo reajustar con eficacia todos los elementos característicos de la comedia de la Restauración. Sus obras poseían una pureza de contenido y una delicadeza de forma desconocidas en el periodo mencionado, aunque esta realidad fuera ignorada por los críticos coetáneos. Sus producciones iniciales, independientemente de su interés aislado, culminaron en el gran «fracaso» de The Way of the World, pieza maestra de la comedia inglesa digna de codearse con las mejores de Molière. A pesar de la meticulosidad de su pergeño, la autenticidad de sus personajes y la elegancia y precisión de su lenguaje, esta obra, brutalmente cínica, chocó a un público que no podía compartir la soberana indiferencia de su autor por las reglas «ortodoxas» de conducta.

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