Artículo enciclopédico: hidrografía de la Argentina
Hidrografía de la Argentina
La hidrografía de la Argentina se refiere al estudio y análisis de los cursos de agua y cuerpos hídricos en el país.
A pesar de su vasta superficie, muchas regiones carecen de ríos permanentes debido a la disposición del relieve y la sequedad del clima.
La presencia de los Andes influye en la formación de vertientes, pero también se generan cuencas endorreicas y zonas arreicas que abarcan extensas áreas.
Este fenómeno resalta la complejidad del sistema hídrico argentino.
hidrografía de la Argentina
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A pesar de su vasta superficie, muchas regiones carecen de ríos permanentes debido a la disposición del relieve y la sequedad del clima.
La presencia de los Andes influye en la formación de vertientes, pero también se generan cuencas endorreicas y zonas arreicas que abarcan extensas áreas.
Este fenómeno resalta la complejidad del sistema hídrico argentino.
- El valor hidrográfico de Argentina no guarda relación con su gran superficie, pues amplias zonas del país carecen de ríos permanentes y de desagüe como consecuencia de la disposición especial del relieve y la sequedad del clima. Ejemplos de ellas son: la Puna, el O de la gran llanura chaco-campeana y muchos sectores de Patagonia comprendidos entre los ríos principales de esa región. La presencia de una gran cordillera, como los Andes, al O del país, parece que debiera determinar la preferencia de una gran vertiente atlántica, ya que en general el país está inclinado del O al E, pero la disposición de las montañas en unos puntos y la leve inclinación del suelo y la aridez del clima en otros facilitan la formación de vertientes internas y cuencas endorreicas, que abarcan unos 156000 km2. Las zonas arreicas ocupan por su parte más de 1300000 kilómetros cuadrados.
Río de la Plata. Las sierras costeras de la meseta brasileña y el gran macizo de Mato Grosso tienen una importancia decisiva en la hidrografía argentina. En efecto, la ya indicada inclinación del suelo hacia el O primero y luego hacia el S desvía las corrientes hacia Argentina, donde forman la gran cuenca del Plata, cuyas tres ramas principales —Paraná, Paraguay y Uruguay— nacen en territorio brasileño y aportan una enorme masa de agua de las zonas tropicales. Gracias a ello Argentina, que dispone del curso final de esos grandes ríos, posee una red navegable amplia y muy barata, verdadera vía de penetración en el país y base de su economía. Los 4350000 km2 que cubre la cuenca del Plata corresponden sólo en parte —aunque la más importante— a la República Argentina. El Paraná se origina en Brasil por la unión de los ríos Grande y Paranaíba y antes de penetrar en territorio argentino recibe copiosos afluentes que lo engrosan; el último de ellos, el Iguazú, pertenece ya parcialmente al país platense, donde forma la mayor parte de sus formidables y bellísimas cataratas. Después de cruzar el territorio de Misiones por un cauce encajonado, aunque bastante ancho, el Paraná, al llegar cerca de Posadas e invadir zonas más llanas, adquiere anchura, presenta islas que pierden su carácter rocoso y describe una gran curva para encontrarse con el Paraguay y seguir la línea de fractura ocupada por éste, que se dirige al S a través de Corrientes y Entre Ríos por su zona oriental y de las llanuras del Chaco y la Pampa por la occidental. En su curso inferior vuelve a cambiar de curso; toma dirección SE e inicia en Diamante la formación del delta, que en Villa Consolación se abre en su primera gran bifurcación: el Paraná Pavón. La proximidad de las cuencas del Uruguay y Paraná hace que los afluentes de la izquierda, en suelo argentino, sean bastante modestos: Santa Lucía y Corrientes, en la provincia de este nombre, y Guayquiraró, Nogoyá y Gualeguay más al S, en Entre Ríos. Por la derecha, aparte del Paraguay, recibe el Paraná pocos ríos de la llanura pampeana: el Negro, el Salado —llamado en su curso superior Pasaje o Juramento— y el Car-carañá, formado por la unión de los ríos Tercero y Cuarto o Saladillo. En la zona final del Delta se une al Paraná por la izquierda el Uruguay, que, procedente también de la brasileña Serra do Mar, penetra en territorio argentino —Misiones— al recibir por la derecha al Pepirí-Guazú. En todo su recorrido posterior el Uruguay forma el límite entre ambos países, con orilla mucho más elevada en la vertiente uruguaya; recibe afluentes bastante modestos, entre los que destacan el Acaraguá, Aguapehy, Miriñay, Mocoretá y Gualeguaychú por la banda argentina y más importantes por la uruguaya. Este río mantiene su caudal elevado gracias a las lluvias subtropicales de su curso superior.
El Paraguay, la otra gran arteria del Sistema del Plata, es también brasileño en su origen, pues procede del Gran Pantanal (o laguna de Xarais) y después de atravesar el país al que da nombre se convierte también en río argentino por su orilla derecha al recibir al Pilcomayo; este río, el Bermejo, Pilagá y Salado son sus principales afluentes. De orillas selváticas y cursó sinuoso, contiene bastantes islas y resulta navegable para barcos de calado medio. Sus dos principales afluentes —el Pilcomayo y el Bermejo— proceden de Bolivia y, aunque al atravesar el Chaco pierden gran cantidad de agua, suelen tener con sus crecidas efectos devastadores por la horizontalidad del suelo que recorren y la gran masa de aluviones que arrastran.
Una vez formado el Río de la Plata por la unión del
Paraná-Paraguay con el Uruguay, la gran corriente fluvial se ensancha de modo extraordinario hasta alcanzar más de 220 km entre Punta del Este (Uruguay) y Cabo San Antonio (Argentina). El estuario del Plata, el más formidable del mundo, tiene 290 km de longitud y 35000 km2 de superficie y representa el principal acceso al país; ello le convirtió en eje de la colonización hispana. En esa sección, el estuario recibe por su orilla argentina las aguas del Luján, Samborombón y Salado de Buenos Aires como afluentes, principales.
La formación de bancos en el lecho del estuario reduce en muchos puntos su profundidad a menos de 2 m y es necesario aprovechar los canales, en los que a veces alcanza la sonda 20 m. Además de las oscilaciones de caudal de los afluentes principales (Paraná y Uruguay sobre todo), el régimen del Río de la Plata sufre la influencia de los fenómenos oceánicos y meteorológicos, como el macareo y los vientos pampero y sudestada que desvían las aguas del río, el primero hacia la orilla uruguaya y el segundo hacia la argentina.
Otras vertientes oceánicas. El resto de la vertiente atlántica tiene menor importancia y carácter bastante desigual según se trata de los ríos pampeanos o de los patagónicos. Los primeros no alcanza ni con mucho la base de los Andes, pues la zona centro-sur de la Pampa es región seca, carente de ríos constantes. En toda la provincia de Buenos Aires la vertiente atlántica queda limitada a pequeñas corrientes nacidas en los macizos de Tandilia y Ventania, de breve curso. Al N de la Sierra de Tandil sólo tiene algún interés el Napaleofu, que desagua por un canal artificial en la laguna de Mar Chiquita. El macizo de Tandilia envía hacia el mar unos cuantos ríos, cortos pero relativamente caudalosos: Quenquén Grande, arroyo Cristiano Muerto, Claromecó y Quenquén Salado. El macizo de Ventania dirige al mar el Sauce Grande; otros ríos toman empero dirección N y terminan en la zona lacustre de Epecuén-Alsina, como el Pigué y Sauce Corto, mientras el arroyo Ghasicó vierte en la laguna homónima.
Los ríos de Patagonia nacen en la zona andina y sus cursos superiores son muy ramificados; se originan frecuentemente en lagos o al menos tienen algunos mantos lacustres como intermediarios; pero al entrar en la zona meseteña encajan su curso único en valles, a la vez anchos y profundos, y como no reciben afluentes pierden por evaporación e infiltración gran parte de su caudal antes de terminar en el Atlántico por amplios estuarios. El primero de los grandes ríos patagónicos, el Colorado, se forma por la unión del Grande y el Barrancas en los Andes de Mendoza y recorre más de 800 km por las mesetas patagónicas antes de rendir sus aguas al S de’Bahía Blanca. Mucho más caudaloso es el Negro, que recibe en sus dos ramas principales —Neuquén y Limay-— las aguas del frente andino en más de 550 km; como la zona de sus orígenes es la más húmeda del país, su caudal medio es superior a los 1000 m3/s y a veces llega a los 5000. Las dos ramas se reúnen en Confluencia. El Limay procede del lago Nahuel Huapí y es el desagüe de una extensa región lacustre, por lo que su alimentación es importante y constante. Unidas ambas ramas al Negro, quédale todavía por recorrer más de 635 km hasta el Atlántico a través de un espacioso valle en el que la corriente se abre a veces y forma islas, como la de Choele-Choel. Es navegable por grandes barcos hasta Carmen de Patagones y por embarcaciones menores hasta la isla citada, pese a las pérdidas de caudal que sufre como consecuencia del regadío en su curso superior y medio y de la evaporación en el inferior. En la bahía del Engaño desemboca el río Chubut, bastante menos caudaloso, pues sus fuentes andinas se encuentran más bajas. Por su orilla derecha se le reúne el Chico, que procede de la cuenca lacustre del Musters y Colhué-Huapí, a donde llegan las aguas del Senguer, procedente de los ríos andinos Verde, Appeleg y Genoa; más adelante es engrosado por el Mayo, procedente también de la cordillera limítrofe. El río Chico cambia de dirección hacia el NE hasta reunirse con el Chubut, pues la Pampa del Castillo y la Meseta de Montemayor le impiden avanzar directamente hacia el E; la pérdida de aguas del Senguer es tan evidente que el Chico queda a veces completamente seco y sólo en época de aguas altas logra llegar al Chubut.
Al S del golfo de San Jorge la mayor contigüidad de los Andes al Atlántico limita la longitud de los ríos patagónicos meridionales, que tienen como característica esencial la formación de grandes estuarios que la marea remonta con particular intensidad. Son estos ríos: el Deseado, que por el Pinturas alcanza la meseta del lago Buenos Aires; el Chico-Santa Cruz, que sirven de desagüe a los lagos Burmeister (por el río Belgrano), San Martín (por el Chalía o Sehuan), Viedma (por el Leona) y Argentino (por el Santa Cruz). Después del Negro es el Santa Cruz el río patagón más caudaloso, pese a su longitud de sólo 345 km. El Coyle y el Gallegos desembocan en Bahía Grande, engrosado el último por el Turbio y formando un estuario común con el Chico. Entre el Estrecho de Magallanes y el canal de Beagle, por la Tierra de Fuego, el río principal es el Grande, de breve curso.
La existencia de depresiones transversales en la zona andina situada al S del lago Lácar, hace que 37 400 km2 del suelo argentino envíen sus aguas al Pacífico. Estas depresiones se formaron al mismo tiempo que el plegamiento andino, como valles transversales; ocupadas antiguamente por glaciares han sido luego profundizadas y se hunden hasta un nivel muy reducido, varios centenares de metros inferior al de las mesetas patagónicas. La mayor actividad erosiva de la vertiente pacífica, por la proximidad del nivel de base, puede determinar fenómenos importantes de captura. Los principales ríos argentinos tributarios del Pacífico son: el Hua Hum, procedente del lago Lácar, que engrosa al río chileno San Pedro; el Manso, que absorbe el caudal de una serie de lagos situados al S del Nahuel Huapí; el Puelo, con numerosos tributarios andinos; el Futaleufu; el Pico, afluente del chileno Figueroa; el Baker, desagüe del lago Buenos Aires; y el Mayer, que afluye a la parte chilena del lago San Martín.
Cuencas interiores. Como ya se ha indicado, representan cerca de 1210000 km2, es decir, el 46,9 % del territorio argentino. Las sierras pampeanas engendran en las zonas montuosas corrientes relativamente caudalosas, que por la irregularidad de las precipitaciones y el suelo arenoso de la pampa occidental rara vez llegan a incorporarse a la vertiente oceánica y se pierden por lo general en cuencas lacustres. Su régimen es extraordinariamente irregular, pues mientras los torrentes se engrosan en las épocas de las grandes lluvias, luego se secan rápidamente. Parte del agua se infiltra y da lugar a depósitos subterráneos que, al aflorar, constituyen los llamados «ojos de agua», de aguas a veces termales o muy mineralizadas. La evaporación es muy intensa, no sólo por la acción de los rayos solares, sino porque la amplitud de los cauces en las zonas llanas aumenta la superficie de evaporación; a ello se añade una gran infiltración como consecuencia del predominio de materiales sueltos en las zonas que atraviesan.
En los valles interiores de las sierras pampeanas, más secos, se forman algunos pequeños sistemas fluviales; los más importantes son los de la cuenca de Belén, valle de Catamarca y sierras de La Rioja. El primero de estos sistemas está constituido por el río Belén, que nace al borde de la Puna con el nombre de Corral Quemado y que al recibir al Vicuña Pampa, toma el nombre de San Fernando, cruza por la quebrada de Belén la sierra homónima y más tarde atraviesa el campo al que da nombre, regado asimismo por las aguas de otros ríos, como el Andalgalá. El Abaucán se forma en el bolsón de Fiambalá, atraviesa los campos secos de La Rioja y termina su curso al N de esta provincia; su principal afluente es el Pituil, procedente del N de la sierra de Famatina. Los ríos Valle, Tala y Paclín riegan el valle de Catamarca, cerrado al N por contrafuertes del Aconquija, flanqueado por las sierras de Ambato y Ancasti y abierto ampliamente al S. La sierra de Famatina envía las aguas de su ladera occidental hacia el Vinchina (del sistema del Desaguadero), mientras las de la oriental, tomando diversos rumbos, van por el Pituil hacia el Abaucán o bien —como las del centro— engrosan los ríos Ghilecito y Miranda que bañan el bolsón del primer nombre o bien derivan hacia el S. La Sierra de Velasco origina como principal corriente de agua el río de los Sauces, parte de cuyo curso es subterráneo. Las sierras de los Llanos de La Rioja tienen como principal colector fluvial al Anzulón.
Por la mayor humedad de la vertiente oriental de las sierras pampeanas y su inclinación general hacia el E, los sistemas fluviales que aquí se forman son más permanentes e importantes, en especial el de Mar Chiquita. En las Cumbres Calchaquíes nace el río Salí, que surca la llanura de Tucumán y recibe de las sierras occidentales numerosos pequeños afluentes, entre los que destaca el Tapia. Al pasar el Salí a la provincia de Santiago del Estero por la Sierra de Guasayán, cambia su nombre por el de Hondo y más tarde por el de Dulce, con el que termina por varios brazos en la laguna de Mar Chiquita después de haber perdido por evaporación gran parte de sus aguas a través de sus 632 km de recorrido. La Sierra de Córdoba da lugar a los ríos Primero y Segundo. El Primero, donde se ha formado el gran embalse artificial de San Roque, termina igualmente en Mar Chiquita después de recorrer 200 km; el Segundo es más largo (340 km), pero sólo lleva sus aguas a la mencionada laguna en las épocas de crecida. Ríos de las vertientes meridionales de las sierras pampeanas son el Quinto y el Conlara, el primero de los cuales se pierde en una extensa llanura lacustre del S de Córdoba.
De todas las cuencas interiores la más importante es la conocida con el nombre general de Desaguadero, que recibe las aguas de los Andes y la Precordillera entre los 28 y 35° de latitud S. Parece ser que en tiempos geológicos anteriores, más húmedos, este sistema no era interior, pues alcanzaba el curso medio del Colorado y desembocaba en el Océano Atlántico. Las masas de nieve de los Andes, al licuarse, alimentan estos ríos de montaña que, aunque ramificados en una extensa red hidrográfica, terminan reuniendo su caudal en un colector común, que a trechos se interrumpe por masas de aguas estancadas. Dicho colector recibe diversos nombres: Bermejo, Desaguadero, Salado, Chadileufú y Curacó. Los ríos Vinchina y Guandacol, el primero de los cuales recoge aguas de la Sierra de Famatina y el segundo del macizo de la Punilla, forman el Bermejo, que al cabo de 250 km invade la zona de Guanacache; el Zanjón, cuyo curso alto se llama Jáchal, es su principal tributario. A la laguna de Guanacache afluye también, después de unos 500 km de curso, el río San Juan, uno de los principales de la vertiente andina. Se forma en el valle de Calingasta por la unión del Castaño y el río de los Patos y, antes de penetrar en el valle al que da nombre, debe salvar 800 m de desnivel a través de los macizos de Ton tal y Zonda. Aún más importante es el Mendoza, que nace con el nombre de río de las Cuevas en las proximidades del Aconcagua y toma su nombre definitivo al unirse con el río de las Vacas (procedente del N) y el Tupungato (que sube del S). Su valle, aunque de rápida pendiente, es amplio hasta la pampa de Tabo-lango; aquí se encajona en un último tramo de río de montaña antes de salvar el desfiladero de Cacheuta y salir a la llanura, donde se empobrece y llega a los bañados de Guanacache. El Tunuyán, río de 375 km de curso,, nace en la zona andina del Tupungato y, salvada la cordillera, penetra en la llanura, donde se aproxima notablemente al Mendoza antes de enviar sus aguas al colector general. A éste, con el nombre de Salado, afluye más al S el Diamante, cuyas fuentes están próximas a los afluentes de la derecha del Tunuyán. También se une al Salado, después de 375 km de recorrido, el Atuel, que forma en su curso las famosas cataratas de Nihuil. De la zona de los bañados de Atuel el colector general sale empobrecido con el nombre de Chadileufú, que, superada la depresión de Urrelauquén, cambia por el de Curacó para acabar siendo obstruido por las arenas. La longitud total del colector, desde el Bermejo al Curacó, es de unos 1200 kilómetros.
Lagos. Además de los múltiples lagos patagónicos, de los que se ha hecho mención al tratar del relieve, existen en Argentina otras varias cuencas lacustres. En toda Patagonia, especialmente en las provincias de Chubut y Santa Cruz, los lagos son numerosos. El más extenso es el de Colhué Huapí, de más de 800 km2 de extensión, que tiene escasa profundidad, al revés que el vecino Musters, que ocupa una depresión tectónica y es mucho más profundo. Otros lagos patagónicos son el Cardiel, Strobel, Auquinco y Pellegrini, amén de extensas lagunas como la de Salinas Grandes y la del Juncal. En la gran llanura argentina la presencia de comarcas endorreicas y arreicas que forman cuencas cerradas, unida a depresiones ocasionadas por fenómenos tectónicos, ha determinado la formación de distritos lagunares, algunos de ellos de salinidad extraordinaria, como los de Epecuén, Bebedero y Mar Chiquita. El grupo Epecuén-Alsina ocupa una línea de fractura, lo mismo que el grupo de lagunas de Chascomús y la de Chasicó, situada por debajo del nivel del mar. Mar Chiquita ocupa una gran extensión (2000 km2), pero su profundidad es escasa y las alteraciones de nivel bastante fuertes. En la zona de Mendoza destaca por su extensión la laguna de Llanca-nelo. Lagunas y esteros cubren gran parte de Corrientes; las de Iberá y la Luna son las principales, mientras en el Chaco destacan los esteros de Patiño y Quirquinchos. También la Puna tiene zonas lacustres, como la de Guayatayoc, alimentada por el río Doncellas, y las de Pozuelos y Vilama.
Característica singular de la topografía e hidrografía argentina es la formación de salinas, que poseen gran extensión y a veces notable valor económico. Salvo las zonas húmedas del NE y E todo el resto del país abunda en salinas, asociadas a veces a alguna laguna próxima y en escasas ocasiones a marismas oceánicas. En Patagonia la más extensa es la salina de Gualicho; en la Pampa oriental, las de Gran Salitral y Salinas Grandes de Hidalgo; en la Pampa occidental, las relacionadas con las lagunas del Bebedero, Llancanelo y Guanacache. Pero es sobre todo en la Puna donde más abundan hasta cubrir más de 10000 km2; generalmente están situadas a gran altitud, entre las sierras; reciben el nombre de salares, entre los que figuran como más extensos los de Arizaro, Antofalla y Pocitos. Muy extensas son también las salinas de los «campos», que se forman en la zona de las sierras pampeanas; las Salinas Grandes (8400 km2), la de la Antigua, la Pampa de las Salinas y el Salar de Pipanaco son las más importantes.
Para más información ver: argentina.
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Qué información me puedes dar acerca del río Paraná y sus pescadores
Nombre: Mateo - Fecha: 23/05/2023
¡Hola! Estoy interesado en aprender más sobre el río Paraná y los pescadores que lo habitan. ¿Puedes proporcionarme información detallada al respecto? Muchas gracias.
RespuestaEl río Paraná es uno de los ríos más importantes de Sudamérica, atraviesa Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay y desemboca en el Río de la Plata. Es famoso por su rica biodiversidad y es un importante recurso para la pesca y la agricultura.
En cuanto a los pescadores del río Paraná, son una parte importante de la economía y la cultura de la región. La pesca en el río Paraná se lleva a cabo tanto de manera comercial como de manera recreativa o deportiva. Algunas de las especies de peces más comunes que se encuentran en el río Paraná son el dorado, la surubí y el pacú.
Sin embargo, es importante mencionar que en los últimos años ha habido preocupación por la sobrepesca y la contaminación del río Paraná, lo que ha llevado a la implementación de medidas de conservación y protección de la biodiversidad del río y sus pescadores.
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