Artículo enciclopédico: historia de Austria
Historia de Austria
La historia de Austria se remonta a tiempos primitivos, donde se han hallado vestigios de moradas humanas en lugares como Hallstatt.
Alrededor del 400 a.C., los celtas habitaron la región, seguida por la llegada de los romanos en el siglo I a.C., quienes establecieron provincias como Retía y Nórica.
Tras la caída del Imperio romano, diversas tribus, incluidos los hunos, invadieron el territorio.
En el siglo VIII, Carlomagno integró estas tierras a su reino franco, formando la Ostmark.
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Alrededor del 400 a.C., los celtas habitaron la región, seguida por la llegada de los romanos en el siglo I a.C., quienes establecieron provincias como Retía y Nórica.
Tras la caída del Imperio romano, diversas tribus, incluidos los hunos, invadieron el territorio.
En el siglo VIII, Carlomagno integró estas tierras a su reino franco, formando la Ostmark.
- Tiempos primitivos. En la región ahora conocida como Austria, en Hallstatt y otros lugares, se han encontrado restos de moradas humanas que datan de los tiempos primitivos. Hacia el año 400 a. de J.C., la región fue ocupada por los celtas. Los romanos penetraron en el país a principios del siglo i antes de J.C., y en tiempos de Augusto habían alcanzado el Danubio. Durante unos cuatro siglos estuvieron guarnecidas las provincias de Retía, Nórica y Panonia, con centro en Vindobona (Viena) y Carnuntum, sobre la frontera del Imperio romano, para contener a las tribus germánicas. Al derrumbarse el Imperio, invadieron la región diversas tribus y, finalmente, los hunos. Entre los principales colonizadores de los siglos vi y vii cabe destacar a los bayuwari, cuya posición fue pronto amenazada por los Avaros.
Carlomagno incorporó estas tierras bávaras a su reino franco a fines del siglo vm y organizó la parte oriental como marca o territorio fronterizo. Esta Ostmark fue ocupada por los magiares hacia el 900. El emperador Otón I rechazó a los magiares en 955 y su hijo Otón II confirió el margraviato oriental a Leopoldo de Babenberg en el 976. A fines del siglo x, esta marca fue conocida por Österreich o Austria. Oto-kar de Bohemia tomó posesión de Austria en 1251 y anexionó Carintia y Carniola en 1269, pero hubo de cederlas a Rodolfo de Habsburgo, que confirió los territorios de Austria, Estiria y Carniola a sus propios hijos en 1282.
Poderío de los Habsburgos. Los países mencionados, junto con Carintia, anexionada en 1335, y el Tirol, anexionado en 1363, constituyeron el feudo patrimonial de los Habsburgos y la base territorial de su poderío. A excepción del breve periodo posterior a 1740, la dignidad imperial, aunque electiva, quedó vinculada a esta familia. Federico III, que gobernó desde 1440 a 1493, convirtió Austria en archiducado. Aunque Bohemia y Hungría se perdieron en su reinado, el de su hijo Maximiliano señaló el periodo de mayor expansión. Maximiliano fue elegido en 1493 emperador del Sacro Imperio Romano. Heredero de los títulos de Archiduque de Austria, Duque de Estiria y Carniola y Conde de Tirol, con posesiones en Suabia y Alsacia, extendió sus territorios hasta los Países Bajos y la frontera francogermana por su matrimonio con la heredera de Borgoña. Su hijo Felipe casó con la heredera de España, Juana, hija de los Reyes Católicos. Carlos V, nieto de Maximiliano, heredero del Imperio germano y de la Corona española, reunió así bajo su cetro las tierras de los Habsburgos, de Borgoña y de España, junto con su inmenso Imperio americano. Fernando, hermano de Carlos V, casó con la hija del Rey de Bohemia y Hungría, que heredó a la muerte de su cuñado en Mohács en 1526.
La Reforma. A la persistente oposición de la nobleza a un Gobierno efectivo y centralizado y a la tensión de las diferencias locales y nacionales hubieron de añadirse muchos problemas administrativos y externos, que se agravaron en el siglo xvi con el auge del protestantismo. El esfuerzo de los Habsburgos por robustecer su poderío y extender la Contrarreforma en Alemania fue uno de los orígenes de la Guerra de los Treinta Años (1618-48). Después de vencer a Dinamarca y Suecia, la intervención de la Francia de Richelieu, que daba carácter distinto a la contienda, dio el triunfo a los protestantes. La Paz de Westfalia en 1648 acabó con el conflicto. Austria tuvo que enfrentarse con la amenaza turca, amenaza que no terminó hasta que Carlos de Lorena y Juan III Sobieski, rey de Polonia, levantaron el sitio de Viena (1683) e infligieron grave derrota a los turcos. Ulteriores victorias obligaron al sultán a firmar la paz de Karlo-witz (1699), por la que cedió Transilvania y todo el país entre el Danubio y el Tisza, a excepción del Banato de Temesvár.
Guerras de Sucesión española y austriaca.
Austria hubo de hacer frente al creciente poderío de Francia bajo Luis XIV. La culminación de la rivalidad entre los Borbones y los Habsburgos originó la Guerra de Sucesión. Si bien se perdieron las esperanzas de unir de nuevo España y Alemania bajo el cetro de los Habsburgos, Austria obtuvo en Utrecht (1713) y en Rastadt (1714) los antiguos territorios españoles de los Países Bajos e Italia. Un nuevo conflicto con los turcos (1716-18), en el que Eugenio de Saboya venció en Peterwardein (1716) y Belgrado (1717), llevó al Tratado de Passarowitz (1718), por el que se adicionaron al Imperio el Banato, la Valaquia Menor y Servia.
La Austria dieciochesca, que todavía arrastraba consigo la gloria del Sacro Imperio Romano, fue una de las principales potencias europeas en extensión territorial, poderío político e importancia cultural y diplomática. Por medio de la Pragmática Sanción pretendió Carlos VI legar la herencia dinástica a su hija María Teresa. A su muerte, en 1740, el Elector bávaro, con el nombre de Carlos VII, consiguió el trono imperial. Baviera, España y Sajonia reclamaron derechos sobre el territorio austríaco y Federico II de Prusia invadió Silesia. En la guerra sucesoria que sobrevino, la hostilidad hacia Francia, que se había aliado a Prusia, puso a Inglaterra de parte de Austria. Por el Tratado de Aquisgrán en 1748 Prusia retuvo Silesia y Cerdeña adquirió parte del territorio austríaco en Italia.
Tal resultado no fue concluyente. El deseo de María Teresa de recuperar Silesia, entre otras causas, provocó la reanudación de las hostilidades. La revolución diplomática de 1756 invirtió las alianzas: Francia ayudó a Austria y Gran Bretaña a Prusia, por mencionar sólo las principales potencias. El genio militar de Federico el Grande, la flota y los recursos monetarios ingleses y la intervención de Rusia ganaron la Guerra de los Siete Años. Austria hubo de aceptar la pérdida de Silesia. Más tarde (1772), la primera partición de Polonia adjudicó a Austria Galitzia y otros territorios.
María Teresa y sus hijos. El siglo xviii fue la era de los «déspotas ilustrados» y, en cierto sentido de la palabra, no dejó de serlo María Teresa. Su hijo José II, coemperador y corregente con ella desde 1765 y reinante único en el periodo 1780-90, acusó más aún la tendencia reformista. Abolió la servidumbre y garantizó la libertad de cultos, si bien redujo el poder eclesiástico por el Edicto de Tolerancia (1781).
Más moderado fue su hermano y sucesor Leopoldo II. Las viejas querellas con Prusia y Turquía se sustituyeron por una política más conciliatoria.
Problemas con Francia. La Revolución Francesa, que terminó comprometiendo a la mayor parte de Europa en contiendas y cambios políticos, afectó especialmente a Austria. María Antonieta, la reina de Francia, era princesa austríaca, por lo que los adversarios del nuevo régimen recibieron ayuda austríaca. En la coalición contra Francia, los ejércitos austríacos fueron derrotados por Napoleón en Italia y Austria firmó la paz en Campo Formio en 1797. Por dos veces reanudó Austria la lucha con ulteriores pérdidas sancionadas por los tratados de Lunéville, en 1801, y Presburgo (Bratislava), en 1805, después de la batalla de Austerlitz, tratados que la desposeyeron de los territorios de Italia e Iliria, del Tirol y el Vorarlberg.
En 1804, cuando Bonaparte se proclamó Emperador de Francia, Francisco I de Austria convirtió su reino en Imperio hereditario y el 6 de agosto de 1806 puso fin a la larga historia del Sacro Imperio Romano.
En 1809 realizó Austria un nuevo esfuerzo contra el Imperio francés, pero tras las batallas de Aspern y Wagram hubo de aceptar el Tratado de Schónbrunn. Al año siguiente, María Luisa, hija del emperador
Francisco I, casó con Napoleón. Los austríacos cooperaron en la campaña contra Rusia en 1812, pero, después de su fracaso, se asociaron a la coalición contra Napoleón, lo que les situó entre los vencedores en Leipzig, en el colapso del Imperio francés.
Desde 1809, durante casi cuarenta años, fue primer ministro de Austria, y una de las más relevantes figuras europeas, el príncipe de Metternich, uno de los artífices de la paz en el Congreso de Viena y fundador de los sistemas de alianzas y convenios que se establecieron para asegurar la paz europea y mantener las antiguas instituciones.
En 1848, año de convulsión en casi toda Europa, se produjeron levantamientos de tipo liberal en Viena y de tipo predominantemente nacionalista en Italia, Hungría y Bohemia. El emperador Fernando abdicó y el príncipe de Metternich fue exonerado. El nuevo emperador, Francisco José, con la ayuda de Rusia, pudo sofocar la rebelión en Hungría.
Rivalidad con Prusia. No se supo remediar, empero, las debilidades que acusaban los acontecimientos de 1848. Los esfuerzos por establecer la unidad alemana, con inclusión de Austria, fracasaron por causa de la rivalidad prusiana y del problema de los pueblos no germánicos del Imperio austríaco. En 1859, la guerra con Cerdeña y Francia fue acompañada de revueltas en las posesiones austríacas de Italia. Después de las derrotas de Magenta y Solferino, los austríacos hubieron de resignarse a la pérdida de Lombardía.
En 1864, Austria y Prusia, unidas, arrebataron a Dinamarca las provincias de Schleswig y Holstein, pero nuevas divergencias en la administración del territorio conquistado resolvieron la vieja hostilidad de ambas potencias en la crisis de 1866. El ejército prusiano zanjó la cuestión con la victoria de Sadowa. Austria perdió sus posesiones en Venecia (Véneto) a favor de Italia, y Bismarck pudo imponer la hegemonía prusiana en Alemania. Esta derrota y nuevas dificultades con Hungría indujeron a Francisco José y a su Gobierno a establecer la monarquía dual o Imperio de Austria-Hungría.
En 1872, Austria firmó con Alemania y Rusia la Alianza de los Tres Emperadores. La Guerra Ruso-turca y la solución dada a sus problemas por el Congreso de Berlín enfrentaron a Rusia y Austria. Factor primordial fue la influencia rusa en los Balcanes, particularmente en Servia. Austria temía esta influencia y sus efectos sobre los servios y croatas sometidos a su gobierno. El antagonismo ruso-austríaco, que matizó la política internacional durante más de 30 años, robusteció las relaciones germano-austriacas y derivó en 1882 en una alianza de ambos países, que se convirtió en la Triple Alianza al unirse Italia.
En 1908 Austria anexionó Bosnia y Herzegovina, administrados por ella desde 1878. Seguía, empero, aumentando la agitación nacionalista en las provincias servias, agitación que los dirigentes austríacos atribuían al Gobierno servio y a la influencia rusa.
Primera Guerra Mundial. Esta convicción contribuyó a la violenta reacción austríaca ante el asesinato en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, del archiduque Francisco Femando, heredero del trono, y de su esposa por un agitador de Bosnia. Un ultimátum austríaco acusaba a Servia y formulaba exigencias y explicaciones. La respuesta servia no satisfizo y Austria declaró la guerra el 28 de julio. La red de alianzas y los mutuos recelos y hostilidades de las potencias convirtieron rápidamente esta guerra en la I Guerra Mundial. La participación austriaca en la contienda se desenvolvió principalmente en los Balcanes contra Servia y Montenegro, en Galitzia contra Rusia y en el frente italiano. Durante la contienda se incubó una creciente inquietud social y política. La muerte de Francisco José en 1916, tras un reinado de casi 68 años, fue otro símbolo de la liquidación de una época.
Los movimientos nacionales, especialmente en Bohemia, intensificaron sus reclamaciones de independencia, alentados por las potencias aliadas. Hubo asesinatos, motines y rencores crecientes. La derrota de Austria en el frente itálico (octubre 1918) le obligó a pedir la paz. El armisticio firmado el 3 de noviembre halló consumados los siguientes hechos: independencia de la República checoslovaca, transformación del reino servio en la nueva Yugoslavia y proclamación de la República húngara. La asamblea constituyente de Viena reclamaba una Austria germana independiente y Carlos VII abdicó el 11 de noviembre. Se organizó un Gobierno provisional cuyos representantes firmaron el Tratado de Saint-Germain con los aliados el 20 de septiembre de 1919. Austria quedó así constituida en República con una octava parte en superficie y una séptima en población de lo que fue el viejo Imperio desmembrado.
Periodo entre las dos guerras. La nueva nación tuvo que realizar esfuerzos titánicos para recuperarse del colapso económico y político subsiguiente a la derrota y desintegración del Imperio. Hubo asimismo de ajustar las viejas instituciones imperiales a las necesidades y limitaciones de una pequeña república. Sus problemas se complicaron por las divisiones intestinas de diversa índole, fundamentalmente la oposición entre la capital y las provincias, entre agricultores y obreros, entre católicos y socialistas. Las dificultades monetarias agravaron los problemas existentes. La depresión mundial tuvo también honda repercusión en Austria. La propuesta de un convenio aduanero con Alemania encontró oposición en Francia y otras potencias y, rechazada por el Tribunal Internacional de Justicia, hubo de abandonarse en setiembre de 1931.
El espectro de la II Guerra Mundial. En medio de estas dificultades, Engelbert Dollfuss llegó a la Cancillería en 1932 y hubo de enfrentarse con el creciente poderío de los nazis en Alemania y de sus secuaces austriacos. Para hacer frente a la grave situación, sobre todo después de la subida de Hitler al poder, Dollfuss empleó medidas drásticas, como la suspensión del régimen parlamentario y la disolución de los partidos.
Dollfuss requirió la amistad de Mussolini como protección frente a Hitler y el precio de esta actitud fue el fortalecimiento de la influencia fascista en Austria. La nueva Constitución de abril de 1934 preveía un Estado corporativo, con representación funcional y robustecimiento del Poder ejecutivo. Pero el nuevo Gobierno no tuvo ocasión de actuar sino en condiciones de urgencia. En julio de 1934 los nazis intentaron un golpe de fuerza para adueñarse del Poder. Dollfuss fue asesinado, aunque el Gobierno pudo dominar la situación.
Kurt von Schuschnigg, sucesor de Dollfuss en la Cancillería, consiguió la supresión de las restricciones militares que pesaban sobre Austria, pero la situación siguió siendo inestable. La amenaza hitleriana aumentaba y, a pesar del Pacto de no agresión de 1936, las relaciones entre ambos países se hicieron cada vez más.tensas. En 1938 Hitler había decidido la ocupación de Austria. En febrero de dicho año el dictador de Alemania convocó al canciller Kurt von Schuschnigg a Berchtésgaden y le obligó a la inclusión en su Gabinete de elementos nazis, como Artur von Seyss-Inquart como ministro del Interior. Von Schuschnigg anunció el 9 de marzo un plebiscito, que se celebraría el 13 del mismo mes, sobre el problema de la independencia austríaca. Previendo un resultado favorable a la continuación de la independencia, Hitler exigió la cancelación del plebiscito y la dimisión de von Schuschnigg. El Gobierno austriaco hizo en última instancia desesperados esfuerzos para conseguir el apoyo de las grandes potencias en pro de la independencia, pero fue en vano. Von Schuschnigg se vio obligado a dimitir y en la noche del 11 de marzo las divisiones motorizadas alemanas atravesaban la frontera de acuerdo con los planes hitlerianos. Seyss-Inquart fue designado gobernador de Austria.
Los nazis hicieron cuanto pudieron para destruir la individualidad de Austria e inauguraron un periodo de dominio político, económico y cultural. La economía austriaca quedó integrada en la de Alemania, las fronteras sufrieron considerables cambios y el país recibió la antigua dominación de Ostmark. Todas las medidas nazis, incluidas las leyes raciales y la represión política y religiosa, tuvieron cruel aplicación en Austria. Al estallar la guerra en 1939, los austríacos fueron reclutados en el Ejército alemán y la economía austríaca se incorporó al engranaje de la máquina de guerra alemana. Véase Guerra Mundial, II.
Después de la II Guerra Mundial. Una declaración conjunta, en 1943, de Gran Bretaña, Estados Unidos y la URSS y más tarde Francia garantizaba el establecimiento de una nueva Austria libre e independiente después de la guerra y anunciaba que este país sería considerado como nación conquistada por Hitler y no como potencia enemiga. Tras breve lucha, las fuerzas soviéticas penetraron en Austria el 29 de marzo de 1945 y el 13 de abril ocuparon Viena. Las fuerzas norteamericanas entraron en Austria el 30 de abril. Por convenio entre los Aliados, el país fue dividido en cuatro zonas de ocupación: británica, francesa, norteamericana y soviética, y Viena en cinco sectores, uno de los cuales iba a ser gobernado internacionalmente.
En 1945 se estableció un Gobierno provisional y en noviembre del mismo año se celebraron elecciones. El Partido Popular, sucesor en muchos aspectos de los social-cristianos, obtuvo mayoría en la nueva Asamblea. Leopold Figl formó un Gobierno de coalición y Karl Renner fue elegido presidente en diciembre de 1945. Nuevas elecciones en 1949 dieron continuidad al Gabinete del canciller Figl y en las dos elecciones de la posguerra el Partido Comunista sólo obtuvo el 5 % de los votos emitidos. Las elecciones de 1953 dieron el siguiente resultado: 74 populares, 73 socialistas, 14 de la Unión de Independientes y 4 comunistas. Al fracasar Leopold Figl en su intento de formar un nuevo Gabinete de coalición, le sucedió Julius Raab, afiliado también al Partido Popular, que logró establecer un Gobierno de coalición a base de populares y socialistas. El 28 de julio de 1955, Austria recuperó la plena soberanía.
Tras el colapso del comunismo en la Europa del Este, Austria incrementó su participación en los asuntos europeos. En 1995 se convirtió en miembro de la Unión Europea y en 1999 adoptó el sistema monetario europeo.
Para más información ver: Austria.
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Fuentes bibliográficas y más información de historia de Austria:
Abreviaturas empleadas en la definición
A. = alemán o antes
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