Historia de las ciudades

1. En el antiguo Egipto y en el Valle del Éufrates y el Tigris existían ya ciudades hace más de 5000 años. Su origen fue la aldea que, al brindar oportunidades al comercio y mejores medios de defensa común, atrajo a la población diseminada por el campo.
   
   
   Atenas y Roma.
   
   Los pueblos griego y romano se mostraron inhábiles en materia de urbanización y alzaban a menudo magníficos edificios públicos e imponentes monumentos en estrechas callejuelas. Ambas civilizaciones acumularon grandes riquezas, producto de sus conquistas y tributos, y ambas crecieron en torno a los monumentos erigidos en honor de sus dioses o caudillos. Durante la Era de Pericles, en el pináculo de la cultura griega, la ciudad de Atenas ofrecía un magnífico escenario arquitectónico a los diarios acontecimientos militares, atléticos y culturales.
   
   Roma, al igual que Atenas, fue edificada como símbolo de la pujanza del Imperio. Grandes zonas de la ciudad fueron reconstruidas por los sucesivos emperadores, cada uno de los cuales trató de emular a su sucesor al levantar monumentos que perpetuasen su memoria. Los sectores antiguos de ía ciudad sirvieron de emplazamiento a los nuevos templos, arcos triunfales, teatros y termas públicas enlazadas entre sí por pórticos. Se afirma que, en notorio contraste con su riqueza y poderío, la Roma imperial llegó a tener en un tiempo 900000 h, parte de ellos hacinados en barrios miserables.
   
   
   La ciudad medieval.
   
   Casi siempre amurallada y fortificada, ofrecía asilo seguro a mercaderes, artesanos y comerciantes. Las ciudades así protegidas ayudaron a abrir nuevamente las rutas comerciales y favorecieron el intercambio de mercancías. Por los caminos y vías acuáticas de Europa se transportaban especias y sedas del Oriente, armaduras de Lombardía, lanas de España y de Flandes. En los siglos xi al xiii nacen las ciudades italianas, las hanseáticas y los grandes centros industriales de Flandes y Alemania meridional.
   
   
   Las calles de la ciudad medieval.
   
   Las ciudades antiguas ofrecían un conjunto de calles tortuosas, sin objeto aparente, como resultado de un desarrollo no planificado. En el centro se hallaban la catedral, la casa gremial, el castillo y la plaza del mercado; el resto se componía de viviendas privadas. Muchas ciudades amuralladas se encontraban tan superpobladas que sus casas eran de cinco y seis pisos, la fachada de cada uno de los cuales volaba sobre su inmediato inferior. Tal hacinamiento, unido a la ausencia de agua pura y sistema de alcantarillado, fue causa de periódicas y espantosas epidemias.
   
   
   Factores determinantes en el desarrollo de las ciudades.
   
   Las ciudades antiguas y medievales se alzaban por lo común junto a vías navegables. Como las carreteras y caminos se hallaban expuestos al ataque de bandidos y fuerzas enemigas, las ciudades interiores, encerradas dentro de su cerca, se veian en la imposibilidad de crecer, mientras las costeras y ribereñas lo hacían rápidamente.
   
   Atenas, con su puerto de El Pireo, Cartago en la costa mediterránea y Roma a orillas del Tíber, crecieron y prosperaron. En la Edad Media, París y Londres pudieron desarrollarse gracias al comercio de sus respectivas vías navegables. Durante la Edad Media y el Renacimiento las ciudades de Venecia, Florencia y Génova y las nórdicas, como Amberes y Hamburgo, florecieron gracias la importancia comercial de sus puertos. San Francisco, Los Ángeles, Nueva York, Filadelfia, Montreal, Buenos Aires y Rio de Janeiro nacidas y desarrolladas al amparo de su situación junto a excelentes puertos naturales, son típicas ciudades modernas.
   
   
   Ferrocarril.
   
   Las líneas ferroviarias tendidas durante el siglo xix contribuyeron a la creación de nuevas ciudades y a la expansión de las antiguas. Ya no era necesario, para su crecimiento, que las ciudades se asentasen junto a puertos o ríos, aunque tal circunstancia siguiera contando como factor favorable de desarrollo. Las viejas urbes europeas atrajeron al ferrocarril hacia ellas, al paso que en Norte
   
   américa se producía el fenómeno inverso y nacían muchas ciudades en los empalmes y terminales.
   
   
   Industria.
   
   El vapor y la revolución industrial del siglo xix fueron fenómenos inseparables. Las ciudades emplazadas junto a yacimientos de combustibles y materias primas crecieron al mismo ritmo que las vías férreas y se convirtieron en centros fabriles. La producción industrial de energía eléctrica intervino también como factor importante en el desarrollo urbano.
   
   Mientras que en 1800 sólo Londres contaba con más de 1000000 h, en 1950 había 44 ciudades en el mundo que sobrepasan esa cifra, todas ellas merced al crecimiento de su comercio e industria. Actualmente hay más de 600 ciudades en el mundo con más de un millón de habitantes (2015).
   
   
   Comienzo de las ciudades modernas.
   
   Difieren grandemente de sus predecesoras en tamaño, estructura y funciones. En 1800, en los comienzos de la industrialización, sólo existían en el mundo 21 ciudades de 100000 o más habitantes, europeas en su mayor parte. Menos del 4 % de los habitantes de Estados Unidos vivían en concentraciones de alguna importancia (8000 o más habitantes). En 1950, sin embargo, el 64 % del pueblo norteamericano, es decir 95892000, vivía en zonas urbanas.
   
   Entre las principales características de una ciudad se cuentan su aspecto físico, límites geográficos y densidad de sus construcciones; una población general relativamente densa, compacta, heterogénea, dinámica y, sin embargo, asentada de modo permanente; establecimientos económicos que realizan funciones productoras, mercantiles, financieras, de transporte y comunicaciones; instituciones y organizaciones sociales; alojamiento adecuado mediante casas propias o alquiladas; y ufi conjunto de costumbres, tradiciones y formas culturales comunes. Como unidad política, la ciudad adopta la forma municipal de gobierno con poderes para fijar impuestos, aprobar leyes y realizar numerosas funciones de servicio público.
   
   Como principales sectores de una ciudad se cuentan: el centro o zona comercial, el cinturón de transición, ocupado por la clase media, los barrios populares de trabajadores, las zonas residenciales de las clases adineradas y los suburbios. Más allá de las zonas citadas se extiende el hinterland, o zona circundante, mucho menos relacionado con la ciudad, no tan congestionado y un poco sujeto a modificaciones.
   
   Hoy día, las ciudades se transforman con rapidez y a menudo se ven agobiadas de problemas de organización por el súbito aumento de sus habitantes. Estos problemas se agudizan generalmente, en las partes viejas de la ciudad, habitadas por gentes de escasos ingresos y en algunos países minorías raciales y grupos nacionales. Las viviendas habitadas por varias familias y el hacinamiento humano son los fenómenos más característicos. Una de las tendencias más notables de la urbanización actual, hoy universalmente aceptada, consiste en la creación de ciudades satélites algo apartadas de las grandes ciudades. Véase Municipio; Urbanización; Vida urbana.
   
   
   Para más información ver: ciudad.

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