Artículo enciclopédico: historia de los imperios y el colonialismo
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Historia de los imperios y el colonialismo

La historia de los imperios y el colonialismo explora cómo diversas potencias establecieron dominios en territorios lejanos, guiadas por objetivos económicos y culturales.

Desde el Imperio Portugués, centrado en el comercio de especias y esclavos, hasta el Imperio Español, que buscaba metales preciosos y la expansión de la cultura hispánica, cada imperio dejó una huella duradera.

A partir del siglo XIX, el interés por las colonias fluctuó, reflejando cambios en la economía global.
 


historia de los imperios y el colonialismo
  1. Los más importantes sistemas coloniales del mundo moderno derivan sus características de los objetivos de sus fundadores. El Imperio Portugués del siglo xvi, ocupado casi exclusivamente a comerciar en especias y esclavos, se contentó con establecer pequeñas factorías en África, Indonesia y China. El Imperio Español en América combinaba la búsqueda de metales preciosos con la actividad misionera y el acomodo de emigrantes.

    España deseó crear una estructura permanente y por ello la cultura hispánica domina todavía en la actual Sudamérica. Los imperios coloniales británico, francés y holandés de los siglos xvii y xviii nacieron bajo el signo del mercantilismo, doctrina económica según la cual el poder y la riqueza nacionales dependían de buscar en ultramar fuentes de materias primas y mercados para los productos domésticos (v. Mercantilismo). Al iniciarse el siglo xix decayó temporalmente el interés por las colonias, en parte porque perdieron valor comercial al implantarse en Francia, Holanda e Inglaterra las teorías librecambistas (v. Librecambio; Liberalismo) y en parte porque los imperios coloniales español y portugués se habían desintegrado. La Revolución Industrial que se inició en 1870 reavivó el interés por las colonias (v. Revolución industrial, Alemania). La búsqueda de canales de inversión determinó la rápida parcelación de África, Asia y el Pacífico entre las potencias marítimas e industriales del mundo occidental. Para 1914 no quedaban regiones totalmente independientes o sin anexionar fuera de Europa y del hemisferio occidental. La pugna entre los intereses coloniales fue una de las causas de la I Guerra Mundial. Con la paz, los vencedores de 1918 se posesionaron de las colonias de sus enemigos y se llegó a una estabilización de los imperios coloniales. Pero la II Guerra Mundial se originó en buena parte por el deseo de Alemania y Japón de construir grandes imperios a expensas de los de Inglaterra, Francia, Holanda y los Estados Unidos, así como los pequeños países independientes europeos y asiáticos.



    Desintegración de los imperios.

    Ningún imperio es estático. Los en un tiempo extensos dominios de Portugal, España y Holanda se han visto extraordinariamente reducidos; los Imperios Británico y Francés han experimentado importantes cambios. La asimilación es uno de los procesos que alteran las relaciones colonialistas. Unas veces a la fuerza y otras por instinto de emulación, el grupo sometido adquiere las características del dominante y llega a sentirse identificado con él. Más frecuentemente, la colonia desarrolla un sentimiento nacionalista, apoyado en instituciones de autogobierno que muchas veces han sido alentadas por la propia metrópoli, y termina alcanzando independencia plena. Este ha sido el caso de Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, que han permanecido íntimamente unidas a Gran Bretaña después de lograr independizarse. Pero en la mayoría de los casos las transformaciones de los imperios no se deben a la asimilación ni a que la metrópoli aliente el sentimiento independentista. El despertar de la autoconciencia nacionalista tiende a tropezar con la oposición de la potencia dominante, que a veces logra sofocarlo, pero sólo para verlo reproducirse. Si la colonia alcanza autogobierno local, luego autonomía nacional en los asuntos domésticos y, finalmente, independencia plena, sólo es como resultado de un conflicto continuo con su metrópoli.

    Cuanto más rápidamente difunda la potencia colonial las normas de vida occidentales —introduciendo carreteras, plantaciones y factorías y cargos públicos desempeñados por nativos— más pronto surgirán las demandas de independencia. El principal factor es la aparición de una clase de indígenas cultos, que aspira a alcanzar el nivel de la clase dominante pero que tropieza con medidas discriminatorias. El no dar oídos a tales aspiraciones costó a España su imperio colonial sudamericano entre 1810 y 1825. Inglaterra reconoció tal inquietud en la India cuando en 1947 garantizó libertad a los propios intelectuales que la habían desafiado. Pero Holanda y Francia, que ignoraron el ejemplo británico, perdieron sus imperios en Indonesia e Indochina tras duras guerras contra el mismo tipo de oponente.



    Imperios del siglo XX.

    En el siglo xx muchas potencias imperialistas descubrieron las desventajas de mantener imperios coloniales. En muchos casos la oposición política doméstica ha puesto en tela de juicio el «derecho moral» de mantener dominio sobre pueblos extraños que no están conformes con él. El costo de sustentar los servicios civiles, de construir carreteras y aeropuertos, escuelas y hospitales y de abrir nuevas minas y fábricas ha gravado onerosamente los presupuestos nacionales. Otro motivo de preocupación es el costo de mantener el orden en las inquietas colonias. Pero todavía tienen gran valor las ventajas de mantener colonias en el mundo actual. Las colonias suministran materias primas que de otro modo habrían de ser compradas en los mercados internacionales; proporcionan mercados a las exportaciones que en otro caso tropezarían con las barreras arancelarias de las naciones independientes (v. Comercio, Comercio Internacional); en muchos casos contribuyeron con sus habitantes a engrosar las fuerzas armadas de la metrópoli.

    La política colonial de mediados de siglo refleja, cada día más acusadamente, la oposición interna e internacional al colonialismo. La política económica de las potencias coloniales va encaminada a alentar la inversión en sus posesiones y a fomentar la producción, el comercio internacional y el nivel de vida de las. poblaciones dependientes. La política educativa en las colonias británicas intentó crear una reducida clase de dirigentes nativos, mientras las escuelas misionales atendían a la educación de la gran masa del pueblo. Gran Bretaña alentó la autonomía local espoleando el desarrollo de legislaturas coloniales independientes al tiempo que mantenía la posibilidad de conceder, con el tiempo, independencia plena. En cambio Francia centró sus esfuerzos en la integración de sus colonias en la política francesa para lo que intensificó la evolución de gobiernos elegidos localmente y enfocó la educación del pueblo hacia las aptitudes técnicas más bien que hacia las intelectuales. Los esfuerzos por crear instituciones de autogobierno a nivel nacional fueron generalmente mínimos en las colonias francesas si se exceptúan Túnez y Marruecos. Tanto las medidas coloniales francesas como las británicas tendieron a acentuar la importancia del votante nativo y a reducir en un tiempo dominante la fuerza electoral del europeo residente en las colonias.

    La política colonial americana en el Caribe produjo autonomía local completa e instituciones totalmente democráticas (v. Puerto Rico, Gobierno, Historia), pero el sistema de Gobierno de las islas del Pacífico era de regulación paternalista y desarrollo moderado del autogobierno local. La política belga en el rico Congo africano tendía a posponer la concesión de todo Derecho político, tanto a los nativos como a los residentes europeos y se concentró en la educación técnica y en los programas de inversión destinados a elevar el nivel de vida. Portugal consideró formalmente a sus colonias africanas e indias como partes iguales a la metrópoli, pero sólo concedió igualdad política y social a un número limitado de indígenas. La política soviética en las regiones de Asia Central favorecía la rápida industrialización y transformación de los pueblos mogoles aborígenes en leales ciudadanos comunistas.


    Tendencias hacia la reorganización de los imperios después de la segunda guerra mundial.


    Cuatro tendencias principales definen las futuras relaciones de las colonias que evolucionan hacia el nacionalismo con sus metrópolis. La más acusada es el principio de la Comunidad de Naciones, en virtud del cual las colonias británicas que alcanzan la plena independencia tienen oportunidad de permanecer asociadas con la metrópoli en una asociación dispersa de estados iguales que cooperan libremente en cuestiones económicas, militares y, a veces, diplomáticas (v. Comunidad británica de naciones). India, Pakistán y Ceilán aceptaron la propuesta cuando lograron su independencia tras la II Guerra Mundial, pero Birmania e Irlanda rehusaron intervenir en la asociación. Nueva Zelanda y Holanda siguen políticas similares, como también lo hizo Estados Unidos en el caso de Puerto Rico.

    El principio de la Unión Francesa, por el contrario, mantiene la posibilidad de estrechar aún más los lazos entre la colonia y la metrópoli a través de un sistema federalista. Las colonias que alcanzan autogobierno quedan representadas conjuntamente con la metrópoli en un cuerpo legislativo central, al que todas contribuyen con representantes. Sin embargo, el poder relativo de los miembros de ultramar y de los metropolitanos no queda debidamente aclarado.

    El principio federalista, rechazado de plano por los nacionalistas de Indochina, Túnez y Marruecos, y fracasó en el África Ecuatorial y Occidental Francesas.

    Una tercera alternativa, la de regulación paternalista, no prevé reorganización constitucional importante encaminada a conceder independencia o igualdad. Tal era la política seguida en el Congo Belga (actualmente República Democrática Congo) y en las colonias australianas y estadounidenses en el Pacífico. En fin, el principio de limar toda diferencia entre dominantes y dominados mediante la plena asimilación de estos últimos se ha practicado en nombre de Portugal y de la extinta Unión Soviética, con malos resultados.

    Para más información ver: colonialismo.
Actualizado: 27/10/2015

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Preguntas de los visitantes
  • ¿Cuál es el objetivo principal de la teoría decolonial?

    Nombre: Sofía - Fecha: 27/07/2023

    ¡Hola! Me encantaría saber cuál es el objetivo principal de la teoría decolonial. ¿Podrías explicármelo un poco más detalladamente, por favor? ¡Gracias!

    Respuesta
    El objetivo principal de la teoría decolonial es cuestionar y desafiar las estructuras de poder y dominación que surgieron durante el proceso de colonización y que continúan perpetuándose en la actualidad.

    Esta teoría busca descolonizar el conocimiento, las instituciones, las prácticas sociales y culturales, y promover la igualdad, la justicia social y la autonomía de los pueblos colonizados.

    Además, busca visibilizar y valorar los saberes y perspectivas de las culturas y comunidades marginadas por el colonialismo, promoviendo así una reconfiguración de las relaciones de poder y una transformación social más inclusiva y equitativa.


    Sugiero leer:

    Definición de objetivo
    Definición de teoría
    Definición de cuestionar
  • ¿En qué medida busca la teoría decolonial desafiar y subvertir las estructuras de poder coloniales?

    Nombre: Santiago - Fecha: 27/07/2023

    ¡Hola! Me encantaría saber más sobre cómo la teoría decolonial busca desafiar y subvertir las estructuras de poder coloniales. ¿Podrías explicarlo de forma sencilla? ¡Gracias!

    Respuesta
    La teoría decolonial busca desafiar y subvertir las estructuras de poder coloniales en una medida considerable. Esta corriente de pensamiento surge como una crítica al legado colonial y busca cuestionar las formas de conocimiento, las relaciones de poder y las jerarquías impuestas por el colonialismo.

    La teoría decolonial argumenta que el colonialismo no solo fue un fenómeno histórico, sino que sigue teniendo efectos persistentes en la actualidad, perpetuando desigualdades sociales, económicas y culturales. Por lo tanto, busca desafiar y subvertir estas estructuras de poder coloniales con el objetivo de lograr una transformación radical y liberadora.

    Para lograr esto, la teoría decolonial propone un enfoque crítico y reflexivo que desafía los conceptos y categorías impuestos por el colonialismo, busca recuperar conocimientos y prácticas marginados, promueve la diversidad cultural y lucha por la autodeterminación de los pueblos colonizados.

    En resumen, la teoría decolonial busca desafiar y subvertir las estructuras de poder coloniales mediante una crítica profunda al colonialismo y sus efectos persistentes, promoviendo una transformación hacia sociedades más justas y equitativas.


    Sugiero leer:

    Definición de teoría
    Definición de poder
Fuentes bibliográficas y más información de historia de los imperios y el colonialismo:

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Abreviaturas empleadas en la definición
V. = Ver o Verbo
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