Los abonos comerciales son sustancias utilizadas en la agricultura para mejorar el crecimiento de las plantas.
Estos productos contienen elementos esenciales como nitrógeno, fósforo y potasio, que son fundamentales para el desarrollo vegetal.
Pueden ser compuestos químicos obtenidos de fuentes naturales o fabricados específicamente, así como también derivados de materias orgánicas, como el guano o residuos industriales.
Su uso adecuado favorece la productividad agrícola.
Por fertilizantes se entiende, en general, determinadas materias ofrecidas por el comercio, que contienen uno o varios de los tres elementos esenciales, nitrógeno, fósforo y potasio, en compuestos fácilmente asimilables por las plantas. Pueden ser compuestos químicos, más o menos puros, de dichos elementos, o bien materias vegetales o animales más complejas. Los compuestos químicos pueden extraerse de fuentes naturales, como el nitrato de Chile (nitrato sódico), fabricarse especialmente para este uso, como los superfosfatos, y obtenerse en calidad de subproductos de otros productos primarios, como el sulfato amónico, subproducto de la fabricación de coque o de gas del alumbrado. Las substancias vegetales o animales pueden ser de origen natural, como el guano o acumulación de detritus de las aves, subproductos del tratamiento industrial de plantas y animales, como la harina de semilla de algodón y la sangre desecada, o aprovechamiento de residuos, como los lodos cloacales. Los abonos se clasifican en nitrogenados, fosfátidos o potásicos, según contengan nitrógeno, fósforo o potasio como elemento principal o más valioso. Los hay que admiten encuadramiento en una y otra clase. Así, el nitrato potásico es abono nitrogenado y potásico, como el fosfato amónico lo es nitrogenado y fosfatado.