Los abonos de hueso son un tipo de fertilizante que se obtiene a partir de la transformación de huesos, utilizados desde hace siglos en la agricultura.
En lugares como Inglaterra y Estados Unidos, los huesos se han aprovechado para enriquecer el suelo, siendo los mataderos una fuente clave de suministro.
Este proceso implica la esterilización de los huesos para eliminar riesgos sanitarios, y su posterior transformación en harina, rica en nutrientes como el fosfato tricálcico.
El aprovechamiento de los huesos como materia fertilizante se conocía ya en Inglaterra hace más de 300 años. En Estados Unidos se recogían los huesos de bisonte en las Grandes Llanuras para utilizarlos como abono. Los mataderos son los más importantes suministradores de huesos para las fábricas de fertilizantes. En Europa se importan con este fin de la India y Argentina grandes cantidades de huesos, pero la mayoría de los países exigen la esterilización previa a fin de eliminar el peligro de ciertas enfermedades como el carbunco.
Los huesos se componen principalmente de fosfato tricálcico y se transforman en harina por vaporización o en crudo. El primer procedimiento consiste en calentar primero los huesos por cocción o mediante vapor inyectado a presión elevada. El calor esteriliza los huesos, permite una molturación más fina de los mismos y extrae gran parte de la grasa y materias gelatinosas que se utilizan en la obtención de gelatinas y colas. La harina vaporizada, desprovista de la grasa, se descompone más fácilmente al aplicarse al suelo que la pulverizada en crudo. La primera contiene de 1 a 2 % de nitrógeno y de 22 a 30 de ácido fosfórico. En la segunda el contenido es algo más alto en nitrógeno (2 a 4 %) y ligeramente inferior en ácido fosfórico (22 a 25 %). La proporción de éste y la del nitrógeno dependen de la edad del animal cuya osamenta se aprovecha. Los huesos jóvenes contienen menos ácido fosfórico y algo más de nitrógeno que los viejos.
La harina de hueso vaporizada se utiliza también como complemento cálcico de la alimentación del ganado. El negro animal o carbón animal es un producto que resulta de la carbonización de los huesos en una retorta cerrada, procedimiento análogo al empleado en la fabricación del coque cuando se calienta el carbón. El negro animal, tras servir de clarificador en la refinación del azúcar, se usa como fertilizante o como alimento del ganado por su contenido en minerales. Contiene de 1 a 2 % de nitrógeno, 10 % de carbono y de 30 a 35 % de ácido fosfórico. Véase Fertilizantes.