La acampada es una forma de vida al aire libre que permite disfrutar de la naturaleza, ofreciendo un espacio de relajación y reposo.
Es popular entre quienes buscan escapar del agobio urbano, como viajeros y deportistas.
Para algunos, como exploradores y soldados, es un estilo de vida habitual.
Para garantizar una experiencia placentera, es fundamental considerar aspectos como la elección del lugar, la preparación de la comida y el conocimiento del entorno.
Sistema de vida al aire libre, generalmente en ambientes naturales, capaces de proporcionar relajación y reposo. Para la gente en vacaciones, deportistas y viajeros es un medio de disfrutar de la vida al aire libre y una tregua en el agobio del confinamiento urbano. Para los exploradores, tramperos y soldados, la acampada puede ser un modo normal de vida. Si se quiere disfrutar de una acampada feliz, han de cuidarse especialmente extremos como la construcción del campamento, todo lo relativo a la comida, el conocimiento de los alrededores y la adopción de medidas higiénicas y de seguridad.
- Lugar de acampada. Es esencial conocer la situación del punto elegido; si se trata de una región montañosa o salvaje, conviene disponer de un mapa y una brújula. El mapa ha de marcar las corrientes de agua, cordilleras, ciudades más cercanas y detalles de la zona, incluidos caminos y sendas. Debe escogerse un lugar donde sea fácil el acopio de madera y agua y comprobarse la ausencia de insectos molestos o plantas venenosas. Los insectos abundan donde hay hierbas altas, pantanos, matorrales y zonas boscosas que estorban el paso del aire. Se debe buscar un sitio con facilidades de desagüe. Será ideal a este propósito un terreno alto que decline suavemente en dos o tres direcciones. Los campamentos situados cerca de los lechos de los ríos pueden anegarse si se produce un desbordamiento.
- Cobijos y tiendas de campaña. En los primeros tiempos no existía el problema de la conservación forestal. Los árboles y arbustos eran tan numerosos que a tramperos y cazadores les bastaba cortar ramas para construir sus improvisados albergues. Hoy, la mayoría de los aficionados a la acampada llevan consigo sus tiendas. Los turistas generalmente las prefieren con suelos cosidos y mosquiteros en las aberturas. Un tipo popular es la tienda-sombrilla, con preferencia sin palos. Es compacta y fácil de levantar. Tiene mosquitero para protegerse contra los insectos y permite aprovechar todo el suelo al tener paredes casi verticales. El tipo más sencillo consiste en una pieza de material impermeable cuadrado o rectangular (3 x 3 ó 2,70 x 3,30 m). Puede ser de lona, dril u otra clase de tela tratada químicamente de modo que resulte impermeable. Conviene colocar la tienda en espacio abierto al resguardo de los vientos dominantes. Una tienda armada debajo de un árbol, donde el sol no puede alcanzarla, tardará mucho en secarse después de la lluvia; existe además el peligro que supone la caída de ramas secas. Al armar la tienda ha de cuidarse de que las cuerdas estén igualmente tensas en todos los puntos; con ello se conseguirá que ofrezca mejor aspecto, dure más tiempo y aparezca siempre limpia. En condiciones normales no es necesario hacer ninguna zanja. Si el declive contiene hojarasca, absorberá toda posible lluvia. Las hojas y la cubierta natural del terreno no deben ser removidas, excepto en la parte cubierta por la tienda y donde haya de hacerse fuego.
- Agua e higiene en la acampada. El agua de cualquier arroyo, lago o manantial puede hacerse potable hirviéndola y aireándola luego mediante el trasiego repetido, a fin de que mejore su gusto. Con el mismo fin pueden utilizarse pastillas de Halazohe o de yodo. No deben enterrarse los restos de comidas, pues no tardarían en ser descubiertos por las alimañas que se encargarían de esparcirlos en cuanto se hubieran alejado los excursionistas. Es mejor secarlos cerca del fuego extendiéndolos sobre palos cruzados encima de tizones o cenizas calientes y luego quemarlos. Las letrinas deben estar situadas lejos de la tienda y del suministro de agua, y en dirección opuesta a la del viento. Para acondicionarlas, se cava una estrecha zanja de por lo menos 45 cm de profundidad amontonando la tierra a un lado para que pueda utilizarse como cobertura al abandonar el campamento. En toda excursión es necesario un botiquín con lo preciso para una cura de urgencia. Contendrá ungüento contra posibles quemaduras, lo mismo las producidas por el fuego que por el sol; vendas para ampollas y pequeñas cortaduras; un antiséptico para el tratamiento de arañazos; una o dos compresas esterilizadas para heridas (un pañuelo grande puede servir de venda sobre una compresa esterilizada, como cabestrillo en el caso de un brazo lesionado o para un tobillo dislocado) y una pequeña botella de líquido insecticida. En algunas regiones es sabia precaución incluir lo más necesario para practicar la succión en caso de picaduras de serpientes.
- Camas en la acampada. Es muy importante la comodidad por la noche si se quiere disfrutar de una buena acampada. El verdadero excursionista preparará él mismo la tierra, a guisa de colchón, dándole la forma conveniente o usando hojarasca o ropas sobrantes a manera de colchón rudimentario. Las camas portátiles incluyen toda una variedad de catres, colchones neumáticos y sacos de dormir; la más popular es una combinación de saco y colchoneta neumática. Estos artículos abultan mucho menos que los rollos de mantas; al hacer el equipaje, un rollo de mantas ocupa aproximadamente el mismo espacio que cuatro sacos de dormir.
- Cocina en la acampada. Un pequeño fuego es suficiente para hacer la comida, calentarse y confraternizar al amor de la lumbre. El lugar elegido debe estar alejado de los árboles y disponer de agua que permita apagarlo, en un espacio que pueda despojarse fácilmente de hierbas y otras materias inflamables en un radio de 1,50 m. Con unas piedras puede hacerse un hogar rudimentario, cuidando de que las partes lisas queden hacia arriba para que formen superficie adecuada. Si no se encuentran piedras, pueden usarse leños o encender la hoguera sobre el suelo empleando leña como morillos. Siempre que quede el campamento sin vigilante, es preciso apagar el fuego totalmente y remover las cenizas. Ciertas zonas —especialmente forestales— exigen permiso para hacer fuego. Se cuidará de encenderlo media hora antes de que empiece a confeccionarse la comida con objeto de calentar la tierra y proporcionar un fondo de brasas. Conviene poner primeramente agua a hervir para que esté dispuesta cuando se necesite. El fuego debe ser lo suficientemente grande para que los carbones puedan prenderse en un lado y agarrarse por el otro. Para cocinar al aire libre se emplean guantes de lona en vez de agarradores y tenazas. Los utensilios más corrientes son una sartén, un puchero y una cafetera. Se puede añadir un horno de reverbero, otro holandés y un rollo de chapa de aluminio para hacer pan. Las cocinas de gas butano o propano han remplazado a los peligrosos tipos de gasolina. Al no necesitar ser cebadas, eliminan la posibilidad de explosión e incendio. Pueden llevarse tanques de fluido suplementario. La carne asada se prepara bien en un asador o alambre colgado sobre el fuego desde un tinglado improvisado. Puede hacerse un horno colocando una gran lata tumbada sobre un lecho de brasas, con la, parte abierta dirigida hacia el fuego. Para conservar los recipientes limpios apliqúese espuma de jabón al exterior antes de usarlo.
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