La palabra acolada tiene su origen en la historia, donde se refería al abrazo y espaldarazo que recibía una persona al ser nombrada caballero.
Este gesto simbolizaba no solo un reconocimiento, sino también un vínculo de lealtad y apoyo.
En este contexto, la acolada representaba un momento significativo en la vida de un caballero, marcando su transición a una nueva etapa llena de responsabilidades y honor.