La acuarela opaca es una técnica de pintura que se utilizó ampliamente en la Europa medieval y renacentista, especialmente en la creación de obras miniaturescas sobre pergamino.
A diferencia de la acuarela transparente, esta técnica permitía un tratamiento similar al del temple.
Con el tiempo, la acuarela opaca fue modernizada en Inglaterra en el siglo XVIII, asociándose con la pintura paisajista y la reproducción de figuras, comenzando con un cuidadoso delineado y aplicando lavados de color.
Toda la pintura miniaturesca europea se realizó en acuarela opaca sobre pergamino. De la página iluminada la acuarela era transportada al panel de escayola, donde su tratamiento no difería realmente del del temple. Con la introducción de la pintura al óleo, la acuarela y el temple cayeron en desuso. La Europa medieval y renacentista no contaba con una réplica de la acuarela transparente china. La única acuarela clara fue la empleada en iluminar dibujos con lavados de tinta china y color durante los siglos xvi, xvii y xviii.
A Inglaterra se debe la modernización, en la segunda mitad del siglo xviii, de la técnica de la acuarela, íntimamente relacionada con la pintura paisajista, aunque se empleó también con éxito en la reproducción de figuras.
En un principio se comenzaba por delinear cuidadosamente el dibujo a lápiz o a pluma. Sobre esta sombra se aplicaban lavados en sepia o tinta china y finalmente se superponían los matices lavados en una gama que iba del color cálido al frío, del más transparente al más opaco. Thomas Rowlandson y William Blake utilizaron esta técnica en sus múltiples y diferentes interpretaciones de la figura humana.
En la siguiente etapa el color por sí mismo cobró definitiva importancia. Se utilizaron tres técnicas diferentes: lavado transparente sobre papel blanco, utilizando el color del papel mismo para resaltar las luces más vivas; color opaco (gouache) sobre papel gris o coloreado; una combinación de ambos procedimientos en luces opacas y sombras transparentes.