Significado de «adivinación»

La adivinación es el acto de predecir el futuro o revelar información oculta a través de distintas técnicas y herramientas.

Esta práctica, presente en diversas culturas a lo largo de la historia, se basa en creencias y métodos particulares que buscan desentrañar lo desconocido.

adivinación


Definición de adivinación
  1. f. Acción y efecto de adivinar.

    La adivinación es una práctica milenaria que busca predecir eventos futuros o revelar información oculta mediante el uso de diversas técnicas y herramientas.

    Esta práctica se encuentra en numerosas culturas alrededor del mundo, cada una con sus propios métodos y creencias asociadas.

    Históricamente, la adivinación ha sido utilizada tanto por líderes y gobernantes para tomar decisiones importantes, como por individuos en busca de orientación en aspectos personales de su vida.

    Las técnicas de adivinación varían ampliamente e incluyen, entre otras, la lectura de cartas (tarot), la astrología (interpretación de los astros), la quiromancia (lectura de las líneas de la mano), y el I Ching (antiguo método chino basado en hexagramas).

    A pesar de que la adivinación es vista con escepticismo por la ciencia moderna, debido a la falta de evidencia empírica que respalde su efectividad, sigue siendo una parte importante de muchas culturas y tradiciones espirituales.

    Para sus practicantes y creyentes, la adivinación no solo ofrece predicciones o consejos, sino que también sirve como un medio para reflexionar sobre uno mismo y sobre las decisiones que se toman en la vida.

    La adivinación



    La adivinación es el acto de adquirir conocimientos de cosas desconocidas del pasado, presente o futuro por un medio ultranatural y, según el sentido etimológico, de orden divino.

    Se basa en la creencia de que el pensamiento divino puede ser captado por el entendimiento humano en un conocimiento de naturaleza especial, por medios ultranaturales, con o sin la concurrencia de la razón.

    Historia de la adivinación



    Entre las razas civilizadas se ha practicado la adivinación desde los tiempos primitivos.

    En el «Libro de los Cambios» chino (Ti King), compilado hacia 1140 a. de J.C., se expone el arte de la adivinación por figuras geométricas y se dice que este método estaba extendido en China en el año 3000 a. de J.C. Tal era también el método empleado por los antiguos magos de Caldea.

    Los hechiceros lapones del siglo xvii aparecen como presuntos adivinos —por medio de los símbolos de su tambor sagrado—: 1) del estado de los negocios en los países extranjeros; 2) del resultado que tendrían sus planes; 3) de la manera de curar las enfermedades; y 4) de los sacrificios que sus dioses aceptarían gustosos.

    Debe hacerse una amplia distinción entre la adivinación artificial mediante agüeros, horóscopos, buenaventuras, interpretación de prodigios, relampagueo, augurios y otros medios semejantes, y la adivinación natural por medio de sueños y oráculos proféticos, tenidos por revelación directa de la voluntad divina o por intuición interior alumbrada con fuerza irresistible dentro del alma.

    Supervivencia de las formas antiguas



    La mayor parte de las antiguas formas de adivinación artificial han sobrevivido hasta nuestros días.

    El convencimiento que abrigaba Rousseau de su salvación o condena según acertase o no a dar a un árbol con una piedra se funda en un proceso mental naturalmente explicable en una inteligencia primitiva.

    Al lado de esto tropezamos con la creencia en la influencia directa de los poderes ultranaturales en la costumbre de echar a suerte o lanzar una moneda al aire, hoy convertida en simple apelación mecánica a la suerte, pero en un tiempo tentativa solemne para averiguar la voluntad divina.

    Las antiguas ideas sobre la influencia ultranatural en los juegos de azar se conservan aún en las costumbres populares; todavía damos vuelta a una silla para cambiar nuestra suerte con los dados o las cartas o adjudicamos importancia absurda a ciertos números de los billetes de lotería.

    Los Hermanos Moravos llegaban a escoger sus esposas por sortilegios o invocaciones a la suerte mediante oraciones, como hacían los patriarcas hebreos en graves o dudosas coyunturas hace más de 3000 años.

    El antiguo kottabos griego, que descubría la suerte en el amor por la manera de salpicar el vino arrojado desde una copa a un recipiente de metal;

    los astrágalos o tabas de los romanos, empleadas para la adivinación y en calidad de dados;

    la costumbre polinesia de hilar el niu, una nuez de coco, para averiguar si sanaría una persona enferma; y el empleo de las cartas, por medio de las cuales los gitanos aún leen el porvenir (cartomancia), son suficientes para mostrar la gran variedad y alcance de los métodos de adivinación, muchos de los cuales han sido formulados y sistematizados seriamente a fin de presentarlos con carácter de pseudociencia.

    Así la Astrología, uno de los estudios más serios de los antiguos caldeos, disfruta aún de gran respetabilidad en tiempos de Newton; los augurios por la contemplación y gritos de las aves, daban empleo a todo un colegio de funcionarios en la Roma antigua y la prueba del fuego o del torneo merecía la más solemne sanción por parte de la Iglesia cristiana medieval.

    Diversos métodos de adivinación



    La adivinación por medio de las entrañas de los animales, o aruspicina (v. Arúspices), era muy respetada por los antiguos romanos y aún se practica por malayospolinesios.

    Semejante a ella es la escapulomancia, método de adivinación por las hendiduras y líneas aparecidas en un omoplato colocado al fuego.

    La quiromancia, o adivinación por las rayas de la mano, tiene aún miles de adeptos y una literatura propia.

    Otros métodos de adivinación dependen de la acción más o menos consciente de la gente. Tal es la plancheta, por medio de la cual se reciben contestaciones por escrito procedentes del mundo de los espíritus, y la Vara de zahori, que se supone tiene el poder de revelar un manantial oculto, una veta de mineral o un tesoro enterrado (rabdomancia).

    De la misma naturaleza son la antigua axinomancia, en una de cuyas versiones los movimientos de una hacha que gira libremente se suponía señalaban al autor desconocido de un crimen, la coscinomancia, que se valía de una criba colgante y unas tijeras, y la prueba de la llave, ambas muy útiles cuando un reo era propenso a descubrirse por sus temores.

    Otras de las miles de formas de adivinación son la bibliomancia, que consiste en abrir al azar la Biblia u otros libros famosos, como las obras de Homero o Virgilio, para descubrir sentido profético en las páginas descubiertas; la cristalomancia, que se efectúa mirando a un cristal ó berilo para ver el futuro representado directamente en imágenes o simbólicamente en figuras capaces de ser interpretadas; la geomancia, que se vale de la observación de puntos o líneas sobre la tierra o el papel; la piromancia, que recurre a la observación del fuego, y la botanomancia, a las combinaciones efectuadas por el viento sobre las hojas de los árboles en las que se han escrito palabras y preguntas.

    La heteromancia, es la adivinación usando el vuelo de las aves.

    Tienen también profundo significado el ladrido de los perros, la caída a la derecha o a la izquierda de piedras o palos lanzados hacia arriba, el comportamiento de un anillo colgado sobre una copa al aproximarse determinadas personas, las manchas en las uñas de los dedos, la fisonomía de las personas encontradas en periodos críticos, el vuelo de las semillas de diente de león o el desprendimiento y número de los pétalos de la margarita, al mismo tiempo que se repiten ciertas fórmulas.

    Incontables presagios se deducen del cáñamo sembrado a mediados del verano, de nueces quemadas ante una hoguera, de ciertos aspectos de las hojas verdes de hiedra, de los nudos de las cañas y mil otros fenómenos.

    Otras veces es la anticipación a la fortuna por medio de ritos adecuados que pueden alejar la mala suerte o la propiciación del futuro mediante el empleo de la herradura, plata o enebro.

    De los medios naturales de adivinación los más notables son los Sueños y oráculos. Entre los pueblos de la antigüedad los sueños eran considerados mensajes directos del mundo de los espíritus, de origen divino o diabólico y su interpretación tenía rango de ciencia.

    En nuestros días se tiende a explicar los posibles aciertos en las predicciones del futuro como producto de meras coincidencias.



    Origen etimológico de adivinación:
    proviene de adivinar y con el sufijo -ción.
Actualizado: 26/03/2024

Autor: Leandro Alegsa


adive 
Sinónimos y antónimos de adivinación
Ejemplos de oraciones con adivinación
« Algunos creen que la adivinación puede revelar secretos ocultos. »
« La adivinación del futuro es un arte complejo y misterioso. »
« En el mercado venden muchas herramientas para la adivinación. »
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Análisis de adivinación

Usos de adivinación

Se emplea como: sustantivo femenino

¿Cómo separar en sílabas adivinación?

a-di-vi-na-ción
La palabra adivinación tiene 5 sílabas.

¿Dónde tiene acentuación adivinación?

Tiene su acento gráfico (tilde) en la sílaba: ción
Tipo de acentuación de adivinación: Palabra aguda (también oxítona).
Posee diptongo creciente ió.

Pronunciación de adivinación

Pronunciación (AFI): [ a.ði.βi.naˈθjon ] (No seseante), [ a.ði.βi.naˈsjon ] (Seseante)

Cantidad de letras, vocales y consonantes de adivinación

Palabra inversa: nóicanivida
Número de letras: 11
Posee un total de 6 vocales: a i i a i ó
Y un total de 5 consonantes: d v n c n

¿Es aceptada "adivinación" en el diccionario de la RAE?

Ver si existe en el diccionario RAE: adivinación (RAE)

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Abreviaturas empleadas en la definición
A. = alemán o antes
f. = sustantivo femenino
V. = Ver o Verbo
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Cómo citar la definición de adivinación
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