Publio Elio Adriano (76-138 d.C.) fue un destacado emperador romano que gobernó desde 117 hasta 138.
Nacido en Itálica, cerca de Sevilla, recibió una educación que lo preparó para el liderazgo.
Como pupilo de Trajano, participó en campañas militares y asumió importantes roles en el gobierno.
Proclamado emperador por el ejército, enfrentó desafíos de legitimidad y se enfocó en la paz y la organización de las provincias, dejando un legado significativo en la historia romana.
Biografía de Adriano, Publio Elio
(76-138 d. de J.C.). Emperador romano (117-38), llamado oficialmente César Trajano Adriano Augusto. Nació en Itálica, cerca de Sevilla (España). Recibió una educación esmerada que le permitió adornarse con todas las galas de la civilización grecorromana. Poseedor de dotes naturales de gobierno, había desempeñado diversos cargos públicos durante el reinado de su antecesor Trajano, que de joven lo tuvo por pupilo y lo casó con su sobrina Vibia Sabina (100). Acompañó al Emperador en sus campañas y, siendo legado en Siria, mandó el Ejército de Oriente en la guerra contra los partos a la muerte de Trajano.
Proclamado Emperador por el Ejército, confirmó sus títulos el Senado a pesar de las dudas suscitadas sobre la legitimidad de sus derechos, ya que nunca había sido oficialmente adoptado por Trajano. Las guerras de éste habían arruinado el tesoro del Estado. Adriano pacificó las tribus bárbaras de las fronteras,
dedicó su atención personal a la organización de las provincias, impulsó la agricultura, extendió los servicios públicos, humanizó la condición de los esclavos y estimuló la cultura y las artes. Su mérito principal como gobernante radica en la compilación del primer Código razonado de Jurisprudencia romana, el Edictum perpettum, cuya confección encargó al jurisconsulto Julio Salviano. Parte del mismo quedó incorporada al Corpus Juris de Justiniano, que sentó las bases de la legislación moderna en cuanto ésta tiene por fundamento el Derecho romano. Protegió la Britania con la construcción de la Muralla de Adriano (122-24).
Dedicó gran parte de su vida a viajar para conocer las necesidades de las diferentes partes del Imperio. Su paso fue jalonado por la construcción de nuevas ciudades, acueductos, templos, bibliotecas, teatros y carreteras. Fue conocido por su manía constructora, de la que apenas hay ciudad, según testimonio de los antiguos, que no exhiba algún ejemplo. Amante de la cultura griega, reedificó Atenas. Entre los más famosos monumentos que nos ha legado figuran el Panteón y su propio mausoleo (moles Hadriani), que después se llamaría Castel Sant’Angelo, monumentos ambos que aún se conservan en Roma.
cuando llegó a Palestina, los judíos esperaban que reconstruyese el Templo de Salomón. En vez de ello comprobaron con horror que su propósito era remplazar el viejo templo destruido por uno nuevo dedicado a Júpiter. Entonces estalló una revuelta contra los romanos, acaudillada por el judío Bar Kochba (Barcochebas). La rebelión duró 3 años (132-35) hasta su aplastamiento por el general Cayo Julio Severo con severidad que hizo honor a su nombre. Luego Adriano reconstruyó Jerusalén con el nombre de Aelia Gapitolina y prohibió a los judíos vivir en ella.
Su último viaje se vio amargado por la muerte de su favorito Antinoo, cuya belleza inspiró un nuevo tipo de arte escultórico.