La aeropatía, también conocida como aeremia, es una enfermedad que surge cuando hay un descenso brusco de la presión barométrica, provocando que los gases disueltos en la sangre y los líquidos de los tejidos se liberen en forma de burbujas.
Estos gases interfieren con las funciones normales del cuerpo, generando síntomas variados.
Existen diferentes tipos de aeropatía, como la parálisis de los buzos y la aeropatía de cajón, cada una relacionada con actividades específicas y el impacto de la presión.
Enfermedad resultante de un descenso de la presión barométrica tan brusco que los gases disueltos en la sangre y los líquidos de los tejidos se desprenden como burbujas. Sus síntomas se deben todos a la interferencia de estas burbujas en las operaciones normales del cuerpo. La enfermedad se conoce con varios nombres según la clase de trabajo en que se contrae o las partes del cuerpo afectadas. La aeropatía de cajón (propia de los que trabajan en cajones de aire comprimido), la parálisis de los buzos (propia de los buzos de aguas profundas) y la enfermedad de descompresión de los aviadores obedecen todas al mismo mecanismo.
La parálisis de los buzos y la aeremia de cajón. Cuando un buzo de aguas profundas o un obrero que trabaja en cajón de aire comprimido ascienden rápidamente a la superficie, se exponen a un repentino descenso de la presión barométrica. Aparecen entonces burbujas de nitrógeno en la circulación sanguínea y los tejidos. Algunas de ellas se alojan en los tejidos de los miembros y otras en los pequeños vasos sanguíneos de la medula, obliterando la circulación a las células nerviosas que, al cesar de funcionar, inducen la parálisis y el dolor; a consecuencia de ello se producen las «encorvaduras» (the bends, de los ingleses), posiciones típicas que adoptan las personas (por lo general, buzos) afectadas por el proceso. Este nombre se les dio durante la construcción del puente de Brooklyn, donde fueron muy frecuentes estos accidentes. El cuadro se completa con la aparición de síntomas respiratorios de ahogo, sensación de opresión e imposibilidad de respirar profundamente.
Descompresión de altitud. En los aviadores los síntomas más comunes son las «curvaduras» y el ahogo. Los síntomas neurológicos, como la parálisis y la visión confusa, son menos frecuentes. Y aún menos, afortunadamente, los colapsos, que son sumamente graves. De ordinario los síntomas aparecen a altitudes de 9000 m o más, pero pueden presentarse a los 600. En general se aceleran o agravan con el ejercicio. Como el remedio consiste en el aumento de la presión atmosférica, basta con descender a alturas inferiores. Véase Aeronáutica, Medicina aeronáutica.
Causa. La clave del mecanismo de producción de estas enfermedades es la solubilidad de los gases en los líquidos. La presión de un gas disuelto en un líquido es igual a la presión del gas al que el líquido se halla expuesto. Una situación semejante se presenta en el cuerpo, donde el gas es el aire que contacta con los capilares de los pulmones; el oxígeno pasa a la sangre porque su presión en los pulmones es más alta que la de la sangre venosa que penetra en ellos (v. Anoxia). También pasa a la sangre el nitrógeno, otro gas presente en el aire de los pulmones, pero, como el nitrógeno no es empleado en el organismo, no existe gran diferencia entre su concentración en la sangre arterial y la venosa. A él hay que achacar, sin embargo, la culpa principal de la descompresión, pues es el que mayor presión posee de todos los gases disueltos y, además, sólo circula por la sangre en solución, mientras que el oxígeno y el anhídrido carbónico circulan no sólo en solución, sino también en combinación libre con la hemoglobina. Véase Sangre.
Las presiones de los gases en la sangre arterial al nivel del mar, en milímetros de mercurio (mm Hg), son:
Las presiones de estos gases en los tejidos son muy semejantes a las de la sangre.
Si un aviador, por ejemplo, asciende repentinamente a una altura de unos 10000 m. donde la presión barométrica es sólo una cuarta parte de la del nivel del mar, los gases disueltos escaparán de la solución
en forma de burbujas gaseosas. El fenómeno es comparable al burbujeo de una bebida carbonatada cuando se abre la botella. Cuando se prepara la bebida, el anhídrido carbónico queda disuelto en el líquido a una presión superior a la atmosférica y, para mantener esa presión, se tapona herméticamente la botella. Luego, al descorcharla, la presión desciende al nivel de la atmosférica y el anhídrido carbónico escapa del líquido en forma de burbujas. La presión del aire inspirado aumenta una atmósfera (760 mm Hg) por cada 9,6 m de profundidad, con lo que los gases del cuerpo se disuelven a estas nuevas presiones aumentadas lo mismo que el anhídrido de nuestra botella. Si, por consiguiente, el buzo u obrero encajonado ascienden muy rápidamente a la superficie, los gases disueltos escaparán de la solución en forma de burbujas iguales a las que escapan de la bebida carbónica, expuesta a una presión atmosférica menor.
Prevención. La enfermedad de descompresión puede evitarse si el cambio a una presión barométrica inferior se realiza con suficiente lentitud para dar tiempo a que el exceso de gases sea eliminado por los pulmones. Si la presión barométrica desciende sólo unos pocos milímetros de Hg, el exceso de nitrógeno en la sangre venosa pasará a través de la membrana pulmonar al aire de los pulmones y será eliminado en la espiración. Como resultado de ello descenderá la presión del nitrógeno en la sangre arterial. Al ser la presión del nitrógeno en los tejidos más elevada que en la sangre arterial, el nitrógeno pasará a la sangre desde los tejidos cuando la sangre arterial llegue a los vasos capilares de los mismos y se repetirá el ciclo hasta que la presión del nitrógeno en los tejidos iguale a la de la sangre y el aire de los pulmones.
