La palabra alamina se refiere a una multa específica que debían abonar los olleros en Sevilla.
Esta sanción se imponía cuando los artesanos superaban el límite permitido en la carga de los hornos al cocer sus vasijas.
Así, la alamina no solo representa una penalización económica, sino también un mecanismo de control sobre la producción y la calidad de los productos cerámicos en la época.