La Alianza Bíblica se refiere a los acuerdos establecidos en las Escrituras entre Dios y los seres humanos, así como entre individuos.
Estos convenios, como el de Noé o el de Moisés en el Monte Sinaí, son fundamentales para entender la relación entre Dios y su pueblo.
A través de estas alianzas, se manifiestan promesas divinas y compromisos de obediencia, formando la base de la fe y la identidad del pueblo israelita.
Alianza Bíblica
En la Biblia, acuerdo o convenio entre dos individuos, entre Dios y un individuo o entre Dios y la nación judía. La de Abraham y Abimelech (Gen. 21:27) fue una alianza entre individuos. La de Jacob y Labán se selló erigiendo un montón de piedras (Gen. 32:44-48). Un ejemplo de alianza entre Dios y una persona lo tenemos en el mandato divino a Adán en el Paraíso (Gen. 2:16-17). Dios estableció dos alianzas con Noé (Gen. 6:18; 9:8-17), la segunda de las cuales consistió en la promesa de que no enviaría ningún nuevo diluvio que destruyese la Tierra. También selló alianzas con Abraham (Gen. 15:18; 17:2-21), con Isaac (Gen. 26:24,25) y con Jacob (28:11-22). La más famosa de las alianzas del Antiguo Testamento es la que tuvo lugar entre Dios y Moisés en el Monte Sinaí (Ex. 19:5; 34:10,27). Tratábase en realidad de una constitución para la nación israelita, en que Dios le prometía su presencia y protección a cambio de la promesa de observancia y obediencia a sus leyes. En lo sucesivo el pueblo israelita había de ser el pueblo de la alianza y su historia, el relato de las vicisitudes por que había de pasar la observancia de su pacto con Dios. La destrucción de Jerusalén en el 586 a. de J.C. y el destierro de la nación judía se atribuyeron a su desobediencia a ese pacto. Roto el convenio de tal suerte, Jeremías habló de una nueva alianza que había de grabarse en la entraña del pueblo (31:31-34). Ezequiel asoció la nueva alianza con la esperanza en la llegada de un Mesías (16:60, 62; 20:37; 34:25). En la teología cristiana, Gristo estableció una nueva alianza con su sangre (I Cor. 11:25). De aquí que Cristo represente la última alianza entre Dios y su pueblo.