La alimentación de las cabras es fundamental para su salud y producción.
Estos animales, al ser rumiantes, poseen un estómago dividido en cuatro cámaras, donde la primera, conocida como panza, actúa como un depósito que alberga microorganismos esenciales para digerir alimentos ricos en celulosa.
Su dieta debe ser variada, incluyendo hierba, heno de alta calidad y una cantidad adecuada de grano, especialmente si se busca una buena producción de leche.
alimentación de las cabras
Las cabras, por ser rumiantes, tienen el estómago dividido ep cuatro cámaras. La primera, llamada panza, es en principio un depósito para almacenar el alimento, pero también es albergue de innumerables bacterias, protozoos y otros microorganismos que digieren alimentos bastos como heno, paja, trozos de mazorcas y plantas formadas por una gran cantidad de celulosa o fibras leñosas. A las cabras les gusta ramonear y devorar hojas y ramas de los arbustos que encuentran a su alcance. Es mejor que su ración alimentaria sea más variada que copiosa. Debe componerse de hierba, heno y una cierta cantidad de grano si la cabra tiene que rendir leche. El heno debe ser de la mejor calidad: verde, suave y desprovisto de polvo o de cualquier infección fúngica, pues la alimentación basada en henos bastos y polvorientos predispone a trastornos del aparato digestivo sobre todo cuando no se administran con el pienso ordinario suficientes cantidades de agua y de sal común. Las cabras lecheras deben nutrirse con una mezcla de alfalfa, melazas, avena, maíz, cascarillas (glumas) de trigo o tortas de semillas de lino o de soja. Una práctica que debe tenerse en cuenta en la alimentación de las cabras es no disponer toda la ración de una vez en el pesebre; es mucho mejor administrarla en porciones pequeñas, pero frecuentes. Si se les da una vez la ración diaria, el cabeceo que remueve el pienso ofrecido, el soplo de la respiración, el pisoteo de lo caído y otras acciones negativas ligadas a la estabulación ensucian hasta convertirlas en inútiles las raciones propinadas en exceso. Administrando la ración diaria en varias veces, en tres o cuatro porciones diarias, se salvan los inconvenientes antedichos y el pienso se consume íntegramente. Debe añadirse grano a toda ración, algo así como medio kilogramo mezclado con el pienso ordinario con objeto de obtener una mejor producción de leche.