El término amapolarse tiene raíces en el lenguaje antiguo, donde se refería a la acción de pintarse la cara por parte de las mujeres, una práctica que ha caído en desuso.
En un sentido más contemporáneo y figurado, se utiliza para describir el acto de ruborizarse, es decir, el enrojecimiento de la piel, generalmente por vergüenza o emoción.
Aunque su uso ha disminuido, su significado evoca imágenes de belleza y timidez.