El ancilostoma es un nematodo parásito del género Ancylostoma, considerado uno de los más dañinos para la salud humana, solo superado por el paludismo.
La ancilostomiasis, la enfermedad provocada por este gusano, se manifiesta de manera sutil pero devastadora, afectando la vitalidad de comunidades enteras y sumiéndolas en un ciclo de pobreza y degradación.
Su presencia es común en regiones tropicales y subtropicales, representando un riesgo significativo para la salud pública.
El ancilostoma, nematodo estrongiloideo del género Ancylostoma, familia de los ancilostómidos, es el gusano parásito más pernicioso para el hombre, hasta el punto de que algunos autores lo consideran el segundo azote de la humanidad después del paludismo. La ancilostomiasis, o infestación causada por el ancilostoma, es una enfermedad insidiosa, nunca espectacular. Año tras año, generación tras generación, mina la salud, absorbe la vitalidad y la eficacia de comunidades enteras a las que termina sumiendo en un grave estado de degradación caracterizado por la pobreza, la ignorancia, la decadencia física y la falta absoluta de ambiciones.
Los ancilostomas se distribuyen extensamente por todas las regiones tropicales o subtropicales del mundo cuyo suelo se mantenga húmedo a consecuencia de la lluvia o de la irrigación y constituyen una amenaza para los mineros que trabajan en países muy alejados de los trópicos. En los Estados Unidos esta enfermedad, que se ceba principalmente en los niños, predomina en las regiones rurales de los estados del SE. La campaña iniciada por la fundación Rockfeller en 1910 ha logrado reducir considerablemente tanto la gravedad de los casos como su incidencia y ello hasta tal punto que hoy día todas las zonas de endemia están perfectamente localizadas y de los pacientes infestados sólo el 25 % alberga parásitos suficientes para producir síntomas clínicos.
- Descripción de los parásitos. Los ancilostomas son pequeños gusanos nematodos succionadores de sangre que habitan en el intestino del hombre y otros animales de sangre caliente (v. Nematodo) . Sus distintas especies pertenecen a diversos géneros de la familia de los ancilostómidos y afectan a muchas clases de animales: perros, gatos, zorros, ganado lanar y vacuno. Dos son las especies que infestan al hombre: el ancilostoma duodenal (Ancylostoma duodenale), que predomina en el Mediterráneo, Japón, China e India septentrionales, y el necator americano (Necator americanus), que, oriundo del Viejo Mundo y llevado probablemente a América en los tiempos de la esclavitud, se extiende por las zonas tropicales de Africa, ambas Américas y las Indias Occidentales. Ambas especies son muy parecidas, pero la primera es más nociva y menos fácil de expulsar del organismo.
Una tercera especie, el A. brasiliensis, parásito corriente de perros y gatos en muchas partes del mundo, es el agente causal de la mazamorra, erupción cutánea del. hombre. Cuando sus diminutas larvas penetran por la piel humana, vagan bajo ella sin objetivo aparente y dejan huella de su paso en forma de líneas rojas irregulares que producen fuerte picor. Estas larvas abundan en algunas playas y pueden infectar a los niños que juegan con arena contaminada por los excrementos de perros o gatos infectados.
Los parásitos adultos, cuya longitud varía entre un centímetro para el macho y uno y medio para la hembra, viven en el intestino delgado del hombre y los animales, donde aferran un trozo de mucosa con sus cápsulas bucales para succionar ininterrumpidamente sangre y líquidos tisulares. Las hembras producen diariamente entre 5000 y 10 000 huevos ovalados, de cáscara delgada, limpios de bilis intestinal, que, al tiempo de abandonar el cuerpo humano o animal con las heces, se encuentran en una fase primitiva de desarrollo, compuesta por sólo cuatro células. El diagnóstico más seguro de ancilostomiasis es la presencia de estos huevos característicos en las deposiciones.
Los huevos depositados con las heces, al ser expuestos al aire en presencia de calor húmedo, se desarrollan con tanta rapidez que los embriones completan la incubación en menos de 24 h. En condiciones favorables de temperatura (entre 21 y 29 °C), las larvas, alimentadas con bacterias y productos de descomposición orgánica, crecen rápidamente y mudan la piel o membrana externa por primera vez a los dos días aproximadamente. Repiten la muda hacia el final del quinto día, aunque esta vez conservan la piel desprendida a modo de funda. Para entonces han alcanzado una longitud de medio milímetro y se encuentran en la fase infestiva. Viven sobre el suelo o cerca de él y trepan a puntos estratégicos, sobre partículas del terreno, vegetación muerta, etc., hasta donde les permita llegar la capa de humedad. Cuando quedan expuestas a la luz solar directa o a la sequía, se retiran a las capas superiores del suelo. Incapaces de comer en esta fase de su ciclo vital, sólo pueden subsistir sobre el terreno mientras les dure el alimento almacenado en sus células intestinales.
Aunque apenas se desplazan por sus propios medios, pueden ser dispersadas por la lluvia, los insectos, etcétera. Como perecen rápidamente bajo la acción de los rayos solares directos y de la sequía, prosperan mejor en terrenos arenosos sueltos, húmedos y sombreados. Las temperaturas inferiores a 21 °C retrasan su desarrollo y las inferiores a 10 °C lo paralizan por completo; las heladas resultan letales, incluso para las larvas en fase infestiva. En condiciones normales, pocas son las que sobreviven a las seis semanas de permanencia sobre el terreno.
- Infestación y síntomas. Aunque la enfermedad se produce a veces por ingestión de agua o alimentos contaminados, lo corriente es que las larvas penetren a través de la piel, especialmente de la de los pies. En el punto de penetración producen dermatosis o mazamorra, pero pronto localizan un conducto linfático o vaso sanguíneo que les permite pasar al corazón y de él a los pulmones; en este punto abandonan los capilares para penetrar en los alvéolos pulmonares. Los pulmones pueden resultar lesionados en esta fase si el número de invasores es considerable. Desde los alvéolos se abren camino a través de los bronquios y la tráquea hasta la garganta. Para entonces han experimentado ya la tercera muda y se encuentran en la cuarta fase larval. Algunas son expulsadas al escupir; las restantes son tragadas y descienden hasta el intestino delgado, donde sufren la última muda y se transforman en adultos. Los huevos de ancilostomas no suelen aparecer en las heces humanas hasta unas seis semanas después de la infestación. Probablemente, la mayoría de los adultos no rebasa el año de vida, aunque algunos pueden sobrevivir durante cinco o más años. En las regiones donde viven muchas personas infestadas es corriente que se repitan las invasiones de los parásitos. Con el tiempo se adquiere cierto grado de inmunidad; muchas larvas son destruidas durante sus migraciones por los tejidos antes de alcanzar el intestino. Su destrucción causa síntomas alérgicos junto con un aumento de leucocitos eosinófilos. Véase Sangre.
Una vez instalados en el intestino del huésped, su acción perniciosa se traduce en la succión de sangre. Se ha calculado que bastan 500 ancilostomas para producir una pérdida de casi medio litro de sangre diario. Si el número de invasores es pequeño y la dieta del huésped es rica en hierro y proteínas (que pueden emplearse en la producción de sangre nueva), apenas existirán síntomas visibles. Pero en el caso de los niños obligan a destinar la mayor parte de los elementos alimenticios a la producción de sangre, por lo que pueden detener el crecimiento y disminuir su resistencia a la enfermedad o a la fatiga. Si la sangre renovada no alcanza a remplazar a la perdida aparece la anemia. La sintomatografía de los casos graves comprende palidez, postración marcada, incapacidad para el trabajo (interpretada por el vulgo como pereza), flojedad y dolores musculares, fatiga después de realizar ejercicios ligeros, dilatación cardíaca con palpitaciones y pulso débil e irregular, edema con aspecto abotargado de la cara y vientre saliente, ojos inexpresivos, sudor escaso, fiebre irregular y síntomas gastrointestinales como ardores de estómago, flatulencia, irregularidades intestinales y desazón abdominal. Suelen aparecer también síntomas de tipo nervioso y una aberración de la apetencia alimenticia normal que impulsa al paciente a ingerir tierra, yeso, plumas, etc. Los niños pueden sufrir un retraso de varios años en su desarrollo físico y mental; la pubertad experimenta también notable demora. La pérdida de eficacia de los trabajadores puede llegar a un 20 ó 25 %. Los efectos de la enfermedad son particularmente graves en casos de embarazo, pues puede originar abortos y, en ocasiones, enfermedades graves e incluso mortales para las gestantes.
La raza blanca es mucho más susceptible a la enfermedad que la negra, tanto en lo que respecta al número de ancilostomas que pueden invadirla en un momento dado, como al daño producido por cada parásito. Un número determinado de parásitos afe'cta más a los niños que a los adultos y más a las mujeres que a los varones. La minería y la agricultura son las ocupaciones más expuestas a la ancilostomiasis. En casi todos los países del mundo, la enfermedad tiene una distribución rural, más bien que agrícola, aunque en China y Japón su incidencia es exclusivamente agrícola a causa de la costumbre de utilizar las deyecciones humanas como abono. Ciertas cosechas están íntimamente relacionadas con la enfermedad a causa del clima en que crecen, el sombreado que producen y la exposición a la infestación que implica su cultivo: así ocurre con el té, café, cacao, plátanos, caña de azúcar y morera.
- Prevención y tratamiento. En teoría resulta fácil prevenir la invasión de los parásitos: basta con evitar la contaminación del suelo por las heces humanas, pues los animales no almacenan cantidades importantes de ancilostomas dañinos para el hombre. Sin embargo, todavía es corriente en muchas partes del mundo la contaminación del suelo por el hombre y sólo la educación y el ejemplo pueden hacer desaparecer tal estado de cosas. Aunque el impedir esta contaminación es la única medida preventiva plenamente eficaz, puede recurrirse también a otros procedimientos útiles. Un tratamiento en masa aplicado a pueblos enteros o a grupos laborales deriva en una considerable disminución de la gravedad y de la incidencia. Si el tratamiento se aplica en el momento en que la posibilidad de reinfestación por larvas depositadas en el terreno es mínima, puede resolverse la situación para varios años. El simple empleo del calzado previene la aparición de casos graves, pero, por útil que ello sea como medida de protección personal, no resulta práctico en el caso de comunidades que jamás han empleado zapatos. En muchas zonas rurales la frecuencia de la enfermedad disminuye entre los 10 y 14 años de edad, en que los niños comienzan a utilizar zapatos. La desinfestación del suelo o de las heces resulta complicada y sólo admite aplicación local. En ciertos casos, especialmente en las minas, la sal resulta muy eficaz; la cal añadida a las heces mata los ancilostomas de los terrenos abonados con deyecciones humanas.
El tetracloruro de etileno, Cl4C2, ha sido el producto más utilizado en el tratamiento de la enfermedad durante estos últimos años, si bien su aplicación no está exenta de peligros. Una dosis de 3 a 4 c.c. extirpa del 75 al 90 % de los parásitos, con curación completa en algunos casos. Es preciso administrar un laxante unas dos horas después. Remedio eficaz son también los cristales de Hexilresorcinol (Caprokol), administrado en cápsulas de gelatina. Este producto no es tóxico, resulta inofensivo aun para las embarazadas, enfermos graves y niños pequeños, puede volver a tomarse con intervalos de tres días y, además, es también eficaz contra las ascárides. La administración al paciente de grandes dosis de hierro con una dieta rica en proteínas y vitaminas produce una mejoría más rápida que la expulsión de los parásitos. Los individuos débiles y anémicos deben someterse a este tratamiento reconstituyente antes de tomar el medicamento que combatirá directamente a los ancilostomas. Una buena alimentación es factor esencial de la convalecencia.
Cantidad de letras, vocales y consonantes de Ancilostoma Y Ancilostomiasis
Palabra inversa: sisaimotsolicnA Y amotsolicnA Número de letras: 27 Posee un total de 12 vocales: A i o o a A i o o i a i Y un total de 15 consonantes: n c l s t m Y n c l s t m s s
¿Es aceptada "Ancilostoma Y Ancilostomiasis" en el diccionario de la RAE?