El término angelón de retablo se utiliza de manera figurada y familiar para describir a una persona que es desproporcionadamente gorda y tiene un rostro carrilludo.
Esta expresión evoca la imagen de los ángeles que adornan los retablos en iglesias, caracterizados por su aspecto robusto y amable.
Así, el uso de esta frase resalta tanto la físico como la caricatura de ciertas personas en un contexto coloquial.