El anodizado es un proceso electrolítico que se utiliza para dar a diversos metales, principalmente al aluminio y sus aleaciones, un recubrimiento protector.
Este proceso implica sumergir el metal a tratar en una solución a través de la cual se hace pasar una corriente eléctrica, lo que genera una película resistente al desgaste y a la corrosión en la superficie del metal.
Esta película, que actúa como aislante eléctrico, se forma gracias a la reacción del metal como ánodo en presencia de electrolitos que liberan oxígeno al paso de la corriente eléctrica.
m. Proceso electrolítico por el cual se da a diversos metales un recubrimiento protector. Para ello, el metal a tratar, que actúa como ánodo, se sumerge en una solución a través de la cual se hace pasar una corriente eléctrica. Sobre la superficie del metal se forma una película resistente al desgaste y a la corrosión, que en ocasiones tiene también el carácter de aislador de la electricidad. El color, dureza y espesor del recubrimiento varían con el electrólito y las condiciones de trabajo empleados.
El anodizado se aplica preferentemente al aluminio y sus aleaciones, cuya gran resistencia a la corrosión es debida a la película de óxido que se forma rápidamente en su superficie expuesta al aire y que la protege de un ulterior ataque. El anodizado no es más que una forma artificial de aumentar el espesor de dicha película. Los electrolitos utilizados son soluciones capaces de desprender oxígeno en el ánodo al paso de una corriente eléctrica.
Para el anodizado del aluminio o sus aleaciones pueden emplearse diversos tratamientos. En el proceso al ácido crómico, las piezas a tratar se suspenden mediante alambres de aluminio o se colocan en bastidores, también de aluminio, dentro de un tanque de acero que contiene una solución acuosa de ácido crómico a temperatura constante y al través de la cual se hace circular una corriente continua entre el ánodo, piezas de aluminio y el cátodo constituido por chapas de acero. La película de óxido obtenida es delgada y compacta. En el método al ácido sulfúrico, el electrólito es una solución acuosa de dicho ácido contenida en un tanque emplomado. Como cátodos se utilizan placas de plomo o el propio revestimiento del tanque. En general, las capas de óxido así conseguidas son de mayor espesor y muy resistentes a la corrosión y al desgaste. En el procedimiento al ácido oxálico, un tanque emplomado o revestido de goma contiene la solución de ácido oxálico; los recubrimientos obtenidos son moderadamente duros y resisten bien a la corrosión.
Por su baja conductividad, los recubrimientos anódicos se utilizan en la construcción de condensadores eléctricos. Constituyen también una excelente base para pinturas y las superficies anodizadas y luego pintadas son muy duraderas. La porosidad de los depósitos anódicos absorbe colorantes disueltos, lo que permite obtener por teñido acabados muy decorativos.
Coloreada o no la película, es imprescindible cerrar sus poros como etapa final del proceso de anodizado, lo que se consigue por simple inmersión de la pieza en agua hirviendo, aunque también se emplean con el mismo objeto diversos reactivos o se recurre a la impregnación con grasas o ceras.
Otros metales: El cinc se anodiza fácilmente por electrólisis en soluciones de cromatos alcalinos y se cubre con una capa protectora de óxido muy adherente. Para el anodizado del magnesio se emplean diversos procedimientos electrolíticos, cuya principal finalidad es la protección del metal; el recubrimiento anódico sobre magnesio puede teñirse con fines artísticos o emplearse como buena base para el pintado. Véase Electrólisis.