El cloro es un elemento químico con múltiples aplicaciones en diversas industrias.
Se utiliza en grandes cantidades para el blanqueo de textiles y pulpa de papel, así como en la purificación del agua.
Además, es fundamental en la cloración de compuestos orgánicos, produciendo sustancias como el tetracloruro de carbono y diversos insecticidas.
Sin embargo, su uso también ha tenido un lado oscuro, siendo empleado como arma química en conflictos bélicos.
aplicaciones del cloro
Se emplea en grandes cantidades en el blanqueo de textiles y de pulpa de papel (v. Blanqueo), en la purificación biológica del agua (v. Agua, Abastecimiento y su tratamiento) y en la cloración de compuestos orgánicos (v. Cloración), en la que se consume un 75 % del cloro producido, para obtener tetracloruro de carbono, agente de limpieza en seco; cloruro de etilo, fluido refrigerante y anestésico local; dicloroetano, materia prima de los cauchos polisulfurados; petróleos clorados, de los que derivan muchos detergentes; DDT y otros insecticidas clorados, etc. Por un procedimiento de cloración puede extraerse el oro de los minerales sulfurados que lo contienen.
Los alemanés lo emplearon como arma química en la I Guerra Mundial. Más tarde han ido apareciendo como gases de guerra otros mucho más devastadores, entre los que pueden citarse el fosgeno, COCl2, el gas de mostaza o sulfuro de diclorodietilo, (C1CH2CH3)2S, y la lewisita o dicloruro de clorovinilarsina, ClCHCHAsCl2, todos ellos derivados del cloro. Véase Guerra química.