El término árabe se refiere a una lengua semítica que comparte raíces con otras lenguas como la etiópica y la hebrea.
A partir del siglo VII, durante la época del profeta Mahoma, surgieron diversos dialectos en la Península Arábiga, siendo uno de ellos el utilizado para las revelaciones del Corán.
Esta lengua no solo se convirtió en un símbolo sagrado del Islam, sino también en el vehículo de la rica literatura árabe, que se ha difundido ampliamente a través de Oriente y Occidente.
El árabe es una lengua semítica que guarda estrecho parentesco con la etiópica, la hebrea y la asiría. Cualesquiera que sean su cuna o ascendencia común, lo cierto es que en la época del profeta Mahoma (principios del s. vii d. de J.C.) existían varios dialectos entre las tribus de la Península Arábiga. Los poetas y los oradores parece que comúnmente utilizaron un dialecto. En él vertió Mahoma oralmente las revelaciones que habrían de ser más tarde compiladas en el Corán, con lo que lo convirtió no sólo en lengua sagrada del Islam, sino también en vehículo de expresión de la literatura árabe. Difundido por Oriente y Occidente a impulsos de las conquistas arábicas durante los siglos vii y viii d. de J.C., el árabe se ha mantenido como lenguaje escrito de pueblos de lenguas vernáculas diferentes: árabes, iraquíes, sirios, egipcios, tunecinos, marroquíes y otros.
Se escribe de derecha a izquierda. Su alfabeto está integrado por consonantes, que exigen a veces, dada la similitud de algunas de ellas, la adición de signos diferenciales o diacríticos en la parte superior o inferior de las mismas. Si la pronunciación reviste especial importancia, como en el Corán, se introducen signos para las vocales cortas. La construcción gramatical, minuciosa pero uniforme, recurre frecuentemente a la utilización de afijos que permiten construir extensos poemas monorrimos. El Corán posee numerosos pasajes de frases rimadas.
Literatura. Además del Corán, la poesía, en parte tal vez preislámica, constituye la literatura árabe más antigua. Aunque los vates de ciudad podían imitar y de hecho imitaban ideas y expresiones, buscaban. su inspiración en la vida del desierto: proezas de una tribu, episodios eróticos, camellos, expediciones por las arenas desérticas, vestigios de antiguos campamentos propicios a la evocación romántica. La más famosa antología es la de Muallaqat. Durante el gobierno de los Omeyas en el Califato de Damasco (661-750 d. de J.C.) hubo dos poetas cortesanos, Jarir y Farazdaq, que lograron notoriedad con sus recíprocas difamaciones en verso.
Durante el califato de los Abasidas de Bagdad (750-1258 d. de J.C.), el más conocido de los cuales es, inmerecidamente, Harún-al-Raschid, se solicitaron de Persia literatos y administradores, como los Barmécidas, para que colaboraran con sus colegas árabes. Cultivaron todas las ramas de la literatura, excepto el drama. El Maoamat de Hariri de Basora, muerto en 1122, describe en prosa, llena de ritmo y soltura, las aventuras de un pintoresco truhán llamado Abu Zaid. Los gobernantes de las provincias independientes y los califas de los imperios rivales tenían escritores adscritos a su corte para su instrucción y deleite. Son dignos de mención Mohamed Ibn Ishaq, muerto en 767, que escribió la primera biografía de Mahoma, revisada por Ibn Hisham, muerto en 834, y Jahiz, «el de los ojos saltones», muerto en 869, que fue secretario durante algún tiempo del califa Mamun y es conocido por la profundidad y austeridad de sus ensayos. Abul Faraj de Isfahán, muerto en 967, alcanzó gran fama con su Libro de versos puestos en música, ilustrado con anécdotas que arrojan luz sobre la vida social de la época; Tabari, muerto en 923, escribió una amplia serie de Anales del Califato oriental, desde la creación hasta sus días. Avicena, muerto en 1037, gozó de fama por sus escritos filosóficos y su Canon de medicina, y Ghazali, muerto en 1111, por sus investigaciones sobre diversas facetas de la vida religiosa. De esta era de los Abasidas publicaron también los relatos de sus viajes y pesquisas Ibn Jubayr, viajero moro muerto en 1217, y Yakut, geógrafo de origen griego, muerto en 1229.
En el campo de la poesía es digna de mención la obra de Abu Nuwas, muerto en 810, el poeta que más se aproxima a los modelos occidentales. Las mil y una noches le presentan como compañero de orgías de Harún-al-Raschid, ya que indudablemente este califa se solazó con el ingenio y originalidad de sus lúbricos versos. Nunca ha sido igualado, aunque Ibn al-Mu’tazz, muerto en 908, que fue califa por un día, también rompió con la tradición clásica. Con todo siempre ha vuelto ésta por sus fueros y aun actualmente los versos de Mutanabbi, muerto en 965, hijo de un aguador iraquí, tienen la virtud de emocionar a cualquier auditorio árabe. El sirio Abul Alá de Ma’arrah, ciego, muerto en 1057, se distingue por la sutileza de sus versos. La poesía mística del cairota Ibn al-Farid, muerto en 1235, rivaliza con la de los maestros persas del sofismo.
Al ser desmembrado el Califato por los mogoles (1258), la literatura árabe perdió pujanza. Sin embargo, entre los siglos xiv y xvi, el gusto por lo popular conduce a la recopilación de Las mil y una noches. Los cuentos que componen la colección tal vez se tradujeron del sánscrito o del persa o bien fueron escritos en Bagdad o en El Cairo. En el siglo xrv Ibn Battutah de Tánger, muerto en 1377, narró las aventuras corridas en sus varios viajes a La Meca. Por su parte, otro norteafricano, Ibn Khaldun, muerto en 1406, en la Introducción a su historia de los bereberes propuso una brillante teoría de la causa de los acontecimientos humanos.
Hasta después de la invasión de Egipto por Napoleón (1798), en que la literatura árabe adquirió nuevo vigor, no abundan las figuras relevantes. El Occidente hizo sentir su influencia a través de la fundación de instituciones y la aportación de traducciones europeas, con lo que despertó el espíritu de emulación en Oriente. Más que los egipcios fueron los sirios quienes iniciaron el resurgimiento y aunque los cristianos participaron en él en tanta medida como los musulmanes, fue el mundo islámico quien resultó en definitiva más afectado. El libanés Jirji Zaydan, muerto en 1914, difundió el conocimiento de la ciencia y los métodos históricos y el egipcio Mohamed ’Abduh, muerto en 1905, inició el movimiento reformista de las tradiciones islámicas. El resurgimiento de la poesía clásica tuvo un inteligente exponente en Ahmad Shawqi, muerto en 1932, que también cultivó el drama, género literario nuevo en Egipto. Entre los modernos es digno de mención el ciego egipcio Taha Husain, nacido en 1889, agudo crítico literario.
Cantidad de letras, vocales y consonantes de árabe, lengua y literatura
Palabra inversa: arutaretil y augnel ,ebará Número de letras: 23 Posee un total de 11 vocales: á a e e u a i e a u a Y un total de 11 consonantes: r b l n g y l t r t r
¿Es aceptada "árabe, lengua y literatura" en el diccionario de la RAE?