Son desconocidos los orígenes de la música islámica; sin embargo, tuvieron su fundamento en la teoría musical griega probablemente. Al-Farabi (fallecido el año 950), autor enciclopédico y creador de un sistema filosófico que reconciliaba las doctrinas griega e islámica, introdujo una nueva escala basándola en los principios establecidos por Pitágoras y esta escala —como la pitagórica— se fundaba en el intervalo de cuarta, mas no en el de quinta. Creáronse así los tetracordos (tres tonos enteros más un semitono), que continuarían siendo la unidad básica en la afinación de los instrumentos y en la expresión de ideas musicales. Dentro del tetra-cordo se interpolaron semitonos y, asociando dos tetracordos, se formó una octava con doce semitonos, muy semejante a la moderna escala cromática. En el siglo xiii se añadieron cinco cuartos de tono entre cada tono, con lo que se amplió la escala a diecisiete intervalos. Estos cuartos de tono forman el característico «lamento» que perciben los oídos occidentales.
Al-Farabi, en su tratado, introdujo la idea griega de la unidad de música, poesía y danza. Es discutible la influencia de la teoría y música árabe sobre la Europa medieval y algunos autores aseguran que la música árabe sólo sirvió para introducir nuevos instrumentos en Europa. Sin embargo, las ideas musicales de Al-Farabi fueron muy difundidas por Gundissalinus (hacia 1150) y Avicena (hacia el 1000) en Europa; Roger Bacon (s. xiii) lo cita en sus Opus Majus y O pus Tertium.
La música árabe se caracteriza por una forma melódica estilizada, el maqam, que determina en gran parte el tipo de toda composición. Por lo general, el maqam se usa de dos maneras; tratándose de música religiosa solemne aparece como preludio, decayendo a medida que aumenta la libertad de estructuración rítmica y melódica. En la música popular se mantiene constantemente a lo largo de toda la composición.
Europa debe a la civilización árabe el laúd y el tambor. Existían dos tipos de laúdes, el de cuello corto (’ud, al’oud, lud) y el de cuello largo (atambur, tanbur). Este último ya existía en Mesopotamia el año 2000 a. de J.C.; tenía cuatro o cinco cuerdas, y más tarde hasta siete, que se afinaban en cuartas. El rehab y el kemantche fueron los instrumentos de arco más populares. El primero se convirtió en Europa en el rabel, especie de violín primitivo.