La arqueología de los esquimales revela la rica historia de un pueblo que ha habitado América durante más de 2000 años.
A pesar de ser considerados los últimos aborígenes en llegar al continente, su adaptación al entorno ártico es notable.
Con una cultura uniforme y habilidades excepcionales en la caza y pesca, utilizan herramientas de hueso y marfil, además de construir iglús y otros refugios.
Su legado cultural es un testimonio de su resistencia y creatividad.
arqueología: esquimales
Aunque quizá sean los esquimales los últimos aborígenes arribados a América, su permanencia en ella se remonta a más de 2000 años. En general difieren de los indios por su cabeza dolicocéfala, cara muy ancha y corta, mandíbula poderosa y nariz larga y más bien estrecha.
Hoy se extienden por todo el borde ártico del continente americano; hablan meras variantes de una lengua común y presentan una sorprendente uniformidad cultural. Viven principalmente de la pesca y la caza de animales árticos, como la foca. Conocen el arco, pero su principal arma es la azagaya de arpón. Apenas elaboran la piedra, pero en cambio alcanzan notable perfección en sus utensilios de hueso y marfil. Son típicos sus vestidos confeccionados de pieles. Construyen «iglús» o viviendas de hielo allí donde lo requieren las circunstancias, pero también utilizan habitáculos más consistentes de piedra y hueso. Emplean tiros de perros para arrastrar sus trineos y botes de pieles para el transporte acuático. Su cultura es notable dado lo riguroso del clima ártico. Las excavaciones realizadas en numerosos lugares han revelado una serie de niveles cultúrales que aumentan en complejidad a medida que se remontan en el tiempo, lo que indica que los esquimales llevaron a América una cultura superior a la que poseen actualmente.