La arqueología estudia las sociedades del pasado, como los pueblos paleolíticos que llegaron a América tras la última glaciación.
Estos grupos, provenientes de Asia, se caracterizaban por su economía cazadora y el uso de herramientas como la lanza arrojadiza y el dardo.
A medida que se expandieron por el continente, adaptaron sus costumbres a diferentes entornos, desarrollando culturas rudimentarias que, a través de la migración y el comercio, se enriquecieron mutuamente.
arqueología: pueblos paleolíticos
Desde finales de la última glaciación, América experimentó una constante infiltración de pueblos paleolíticos asiáticos, cuyo único animal doméstico era el perro, que desconocían el arco y la flecha, pero utilizaban una lanza arrojadiza y un dardo O azagaya muy parecidos a los usados hoy por los esquimales. Las bandas de economía depredatoria o cazadora se extendieron lentamente por el continente hasta alcanzar el extremo meridional de Sudamérica. En el Pacífico noroccidental se especializaron en la pesca, particularmente del salmón, e hicieron uso del cedro y las cortezas de los árboles. Los grandes encinares californianos suministraron abundancia , de bellotas a los recién llegados, que las cocían y almacenaban en cestos. En zonas más continentales, el hombre fue adaptándose lentamente al medio ambiente y,desarrolló culturas muy rudimentarias, con frecuencia dispares. Posteriormente, la migración, guerra y comerció las pusieron en contacto, enriquecieron sus ideas, eliminaron viejas costumbres y prepararon el camino a la civilización.
Como ejemplo de historia reconstruida por la arqueología citaremos la de los anasazi o cesteros, tribus de los indios pueblo del SE norteamericano, que hace dos mil años erraban por América recogiendo semillas silvestres, piñones y cuanto la tierra les ofreciera. Cazaban con bastones arrojadizos y parece que vivían casi siempre al aire libre, aunque a veces se refugiaban en cuevas y abrigos rocosos. Poseían alguna idea de la previsión, pues solían excavar fosos en el suelo de sus cuevas, que revestían de piedra. Llenaban estos fosos de semillas y piñones y los cubrían luego con losas. Hacia el 700 de nuestra era aprendieron a sembrar semillas de maíz y cuidarlas durante algunos meses para obtener cosechas. Sin duda tales semillas provenían de los pueblos meridionales, más adelantados, pues en el SE no crece ninguna hierba silvestre afín al maíz. Posiblemente obtuvieron de la misma fuente la idea de confeccionar objetos de barro.
Aumento de población. El alimento en cierto modo asegurado de esta guisa provocó un incremento demográfico. El hombre pasaba ahora más tiempo en las cavernas e incluso abrió habitaciones semisubterráneas al aire libre. Como practicaba el enterramiento y el clima semidesértico desecaba y conservaba bien los cuerpos, poseemos algunos indicios de su aspecto físico y su indumentaria. Era de cráneo dolicocéfalo y de rasgos menos mogoloides que los indios que posteriormente ocuparon la zona. Más tarde se unió a este pueblo otro braquicéfalo, más adelantado en agricultura y alfarería y conocedor del arco y la flecha.
Su historia quedó enterrada en cuevas y necrópolis en espera de que el arqueólogo rastrease el desarrollo y expansión de su cultura. Se ha podido seguir la transición de la vivienda semisubterránea, construida de tierra y madera, a la construcción de poblados de piedra compuestos de hileras de habitaciones rectangulares. Luego advino un periodo de presión por parte de tribus indias invasoras. El poblado se había convertido ya en gran ciudad construida en torno a amplios patios y rodeada de las tierras de cultivo. En otros casos aparecen verdaderas ciudades en grandes abrigos de los acantilados. A causa del considerable tamaño y número de estas viviendas se conoce a sus constructores con el nombre de «Cliff Dwellers» (moradores en acantilados). Concentrados al principio en los lugares en que se cruzan las fronteras de Arizona, Nuevo México, Colorado y Utah, en el siglo xiii hubieron de alejarse de ellos a causa de una gran sequía para establecerse en el valle del Río Grande, a lo largo del Pequeño Colorado y en otras zonas de Arizona y Nuevo México, donde desarrollaron la cultura de los indios pueblo de nuestros días.
Desarrollo de la zona sudoccidental. Esta zona no se desarrolló aisladamente, sino que recibió o importó, probablemente de México, la agricultura, el arte de edificar, el de tejer y otros muchos. La cultura de los indios pueblo no se reduce, sin embargo, a una simple copia. Antes bien, su característico desarrollo, considerado a través de largos periodos de tiempo, arroja mucha luz sobre los procesos culturales.
Entre la zona habitada por los indios pueblo y la notable civilización mexicana existían otras culturas, como la Hohokam y la Mogollón, también tributarias de las culturas meridionales. Todas ellas se influyeron recíprocamente. El rasgo más característico de la Hohokam quizá sea el intenso desarrollo de la agricultura, que incluso practicaban en el desierto mediante el regadío. Todo el proceso histórico bosquejado ha venido a ser confirmado por la excavación arqueológica. En la zona de los indios pueblo ha sido posible incluso establecer fecha para los edificios estudiando los anillos de crecimiento de los troncos empleados en su construcción y del carbón vegetal procedente de los hogares.
Ya se hizo notar que las primeras tribus del ciclo cultural de los indios pueblo —los Gesteros— eran de cabeza alargada y de rasgos mogoloides menos acentuados. Ello es cierto en general de toda América, pues todos los esqueletos de tribus primitivas que se han descubierto pertenecían a este tipo, ‘aunque generalmente se encontraban bajo capas ocupadas por los braquice-fálicos mogoloides. La dolicocefalia todavía subsiste en algunas zonas, situadas en su mayoría en la periferia de regiones ocupadas por los braquicéfalos, que expulsaron a los dolicocéfalos de las zonas centrales.
Arqueología: Indios californianos. Como se ha dicho, las zonas desérticas de California cuentan entre las primeras habitadas por el hombre norteamericano. A medida que cambiaron las condiciones climáticas, algunas tribus se asentaron en el actual Gran Valle cali-forniano (Sacramento-San Joaquín), donde se han descubierto campamentos de indios menos mogoloides, que se remontan posiblemente al 2500 a. de J.C. Muy poco es lo que se sabe de estos primeros pobladores, pero las excavaciones realizadas en las espesas capas de conchas depositadas por sus sucesores permiten reconstruir una historia bastante completa de los dos últimos milenios en aquella zona, bastante aislada, donde la vida debió de ser fácil, ya que con un mínimo de esfuerzo podían recogerse las bellotas de los grandes robledales que cubrían la tierra: menú rudimentario al que daban variedad raíces, bulbos, semillas comestibles y algunos productos de caza y pesca. Estos pueblos no conocían la alfarería, pero fabricaban excelentes cestos, que empleaban para cocinar y comer. Llenaban estos cestos de agua y la calentaban sumergiendo en ella piedras caldeadas en las hogueras del campamento. Aunque la elaboración y decoración de tales cestos pone de manifiesto una considerable destreza, su cultura es más bien rudimentaria y uniforme desde los estratos más bajos hasta los superiores. Al parecer, la vida fácil no garantiza necesariamente el progreso cultural.