La arqueología en Centroamérica es el estudio de las antiguas civilizaciones que habitaron esta región, donde diversos pueblos inmigrantes coexistieron y desarrollaron culturas ricas y complejas.
Este territorio fue testigo de un notable intercambio cultural y avances en agricultura, alfarería, textiles y metalurgia.
Las civilizaciones azteca y maya dejaron un legado impresionante, con grandes ciudades, templos y una organización social sofisticada, que continúan fascinando a investigadores y visitantes.
arqueología en Centroamérica
Esta zona, donde se vieron precisados a convivir numerosos pueblos inmigrantes y donde las condiciones climáticas varían incluso en regiones adyacentes, ha sido escenario de un intenso intercambio cultural. Aquí se descubrieron aisladamente la agricultura, la alfarería, la industria textil y la metalurgia. Aquí, en fin, el indio americano creó una verdadera civilización que irradió su influjo a las culturas septentrionales y meridionales. Tal civilización tomó el nombre de los principales pueblos que los españoles encontraron en Centroamérica: azteca y maya. El hombre blanco contempló a su llegada grandes ciudades rodeadas de extensos campos, templos y edificios públicos situados en la cúspide de elevadas pirámides truncadas, un pueblo, el azteca, provisto de una extraordinaria organización bélica y mercantil, y otro, el maya, dominado por una clase sacerdotal que poseía escritura jeroglífica, un sistema numérico que empleaba el cero, considerable nivel artístico y religión desarrollada.
El empleo del carbono-14 ha revelado que existían culturas agrícolas en México hace 4000 ó 5000 años y que la construcción de pirámides fue iniciada a fines del periodo arcaico, hacia el 500 a. de J.C., fecha a que se remonta también el carbón vegetal descubierto en el núcleo de la Pirámide del Sol de Teotihuacán. A la misara época pertenece la ciudad cubierta por la lava del Pedregal; Monte Albán tiene un siglo más de existencia. En la pirámide del Templo de las Inscripciones, en Palenque, fue descubierta a considerable profundidad en 1952 un ara de sacrificios cuidadosamente trabajada. Seis esqueletos rodeaban el «altar», debajo del cual se hallaba la cámara mortuoria de un sacerdote o jefe, cuya cabeza, cuello y pecho aparecieron cubiertos de un verdadero tesoro de jade; la mascarilla, de jade, lucía dos esmeraldas incrustadas en los ojos y una gran perla en la boca. De jade eran también los adornos de sus manos y las dos figurillas colocadas a sus pies.
Civilización maya y azteca. La exploración arqueológica de Centroamérica y México descubrió la civilización maya, existente con anterioridad a la conquista española y tenida por la más desarrollada del continente americano. También ha arrojado mucha luz sobre la cultura del pueblo azteca, que dominaba Centroamérica a la llegada de los españoles, (v. Maya; Azteca). En cuanto a arqueólogos e instituciones empeñados en estas exploraciones, véase el subtítulo Historia del presente artículo.
La civilización maya, que algunos eruditos sitúan en el 600 a. de J.C., creó florecientes ciudades, una arquitectura impresionante, un calendario muy perfecto y una excelente escritura jeroglífica. Su primer jalón cultural se asienta en la jungla de Guatemala septentrional (633-899 de nuestra era) y culmina a fines del siglo vm. Las más famosas ciudades del Maya Clásico o Viejo Imperio son Uaxactún, que posee la más antigua inscripción fechada y estuvo habitada durante casi seis siglos, y Tikal, que se enorgullece de la más elevada pirámide-templo maya (70 m). Descuellan asimismo Quiriguá, poseedora del mayor monumento esculpido, una estatua-obelisco de 10 m de altura y 65 t, de peso, y Piedras Negras, cuyas esculturas palpitan de acción dramática. Copán, en Honduras, se distingue por sus magníficas esculturas y su inscripción con más de 2000 jeroglíficos, y Palenque, en México, por los bellos bajorrelieves del Templo de la Cruz. En los años 1000-1200 de nuestra Era se produce un segundo florecimiento de la cultura maya, esta vez en Yucatán, donde sobresalen Chichén Itzá y Uxmal. Luego se inicia la decadencia que emcontraron a su llegada los conquistadores españoles.
Los aztecas empezaron a imponerse en 1325, sacudieron el yugo de las ciudades-estado rivales en 1429 y crearon un imperio tributario mediante una sucesión de rápidas conquistas hasta sucumbir ante el conquistador español Hernán Cortés en 1521. Sus principales ciudades fueron Tenochtitlán (actual Ciudad de México), Tlatelulco, Tezcuco (Texcoco) y Tlacopán (Ta-cuba). Estas dos últimas formaron con Tenochtitlán la famosa triple alianza del valle. Entre los más importantes restos aztecas descuella el Tecpan, o recinto del templo, de Tenochtitlán, que contenía la Piedra del Calendario o Calendario Azteca, quizá la reliquia más preciada de este pueblo, la Piedra de Tízoc o de los Sacrificios y la estatua de Coatlicue, diosa de la Tierra.
Los toltecas, que formaron un imperio pre-azteca en el Valle de México, son legendariamente famosos como creadores de una civilización que alcanzó considerable nivel bajo la dirección de Quetzalcóatl, mitad dios y mitad hombre. El Gobierno mexicano realizó excavaciones en su capital, Tollán, moderna Tula. Al desmembrarse el imperio tolteca, sus fragmentos, o Estados sucesores, continuaron existiendo cerca de Puebla, en Cholula, famosa por su descomunal pirámide de ladrillos secados al sol, así como en la Chichén Itzá maya.
En principio se atribuyeron a los toltecas los principales edificios de Teotihuacán: pirámides del Sol y de la Luna, el mal llamado Templo de Quetzalcóatl o Ciudadela y las numerosas pequeñas pirámides que franquean la cuidadosamente construida Calle de los Muertos. Pero excavaciones posteriores, dirigidas por Alfonso Caso, demuestran que Teotihuacán es muy anterior a los toltecas y que gozó una existencia de varios siglos hasta, probablemente, el comienzo de nuestra era.
Todavía más remotas y también más rudimentarias son las culturas arcaicas, sobre las que gradualmente se ha ido obteniendo información gracias a excavaciones como las realizadas en una antigua necrópolis de Tlatilco. Su lento desarrollo, que duró aproximadamente un milenio, se inició con el descubrimiento de la alfarería y terminó con la construcción de las primeras pirámides, superponiéndose en el tiempo a la primera fase de la cultura teotihuacana.
Fuera del Valle de México encontramos notables esculturas, jades y alfarería atribuidas a los olmecas y descubiertas en La Venta y Cerro de las Mesas, en las tierras bajas de Veracruz y Tabasco, y los.relieves calados que decoran el templo de Mitla, en Oaxaca. Alfonso Caso descubrió en Monte Albán una serie completa de periodos evolutivos, caracterizados, el primero, por relieves en piedra de bailarines («los Danzantes»); el segundo, por sus elaborados patios de bailes rituales; y el tercero, por su complicada orfebrería de oro.
