La arqueología en Grecia es fundamental para entender el desarrollo de esta disciplina, ya que aquí se realizaron algunas de las primeras excavaciones del mundo antiguo.
Grecia es reconocida por su escultura y arquitectura excepcionales, lo que ha llevado a un gran interés por descubrir objetos helénicos.
Desde el siglo XVIII, exploradores como James Stuart y Nicholas Revett despertaron la curiosidad europea, mientras que hallazgos como los mármoles del Partenón y esculturas de Egina enriquecieron aún más este legado.
arqueología en Grecia
Los arqueólogos, que iniciaron sus trabajos en Grecia en fecha muy temprana, han realizado más excavaciones en este país que en ningún otro del mundo antiguo. En él puede decirse que se inició la ciencia de la excavación arqueológica. Grecia creó una escultura y una arquitectura perfectas para el gusto occidental; por ello, el descubrimiento de cualquier objeto helénico constituyó una gran aspiración arqueológica. El libro publicado en 1761 por los artistas ingleses James Stuart y Nicholas Revett, que visitaron Atenas en 1751, despertó en los anticuarios británicos un vivo deseo de conocer Grecia. El interés británico se vio estimulado por la noticia de que Lord Elgin, embajador en Turquía, coleccionaba por los años 1801-03 mármoles del Partenón de Atenas. En 1811 fueron descubiertos los grupos escultóricos del frontón de un templo en la isla de Egina (Aegina) y en 1812 el friso del templo de Bassae en Grecia Meridional. El príncipe heredero Luis de Baviera adquirió las esculturas eginetas para la gliptoteca de Munich. Esta compra tuvo gran resonancia en toda Europa y puso en aviso a los conservadores de otros museos. En 1814, Londres adquiría el friso de Bassae y en 1816 el Museo Británico hacía lo mismo con las esculturas del Partenón que Lord Elgin había coleccionado en Atenas.
Poco después se iniciaron las excavaciones en los lugares arqueológicos clásicos más conocidos, pero hasta casi un siglo más tarde no empezó a tomar forma la prehistoria del país. En 1920, el norteamericano Cari Blegen y el inglés A. J. B. Wace habían reunido los suficientes elementos de juicio para clasificar la alfarería micènica de la Grecia Continental en los periodos heládicos inferior (2500-2000 a. de J.C.), medio (2000-1600 a. de J.C.) y superior (1600-1100 a. de J.C.), fechas que se corresponden con las de la cronología minoica establecida para Creta por Evans. Por su parte Blegen, investigando en Zygouries (Peloponeso) en 1921, descubrió el más primitivo asentamiento griego hasta entonces conocido. Casi tan importante como este hallazgo fue el de Miss Hetty Goldman, que en 1924-27, trabajando en Eutresus (Beocia) para el Museo Fogg y la Escuela Americana, demostró que el lugar había sido ocupado desde el heládico inferior hasta los tiempos bizantinos. Luego realizó Blegen excavaciones para la Universidad de Cincinnati y la Escuela Americana en Nemea (1924-27) y descubrió los restos de osamentas más antiguos del Peloponeso. A él se debe asimismo el descubrimiento de la primera alfarería neolítica en la Argólida (1925). Las exploraciones de Saul S. Weinberg en Corinto han servido para completar nuestro conocimiento del periodo neolítico.
El periodo micénico fue descubierto en fecha muy temprana. Entre 1871 y 1890 Heinrich Schliemann obtuvo en Micenas, Tirinto y Orcomenes espléndidos ejemplares de la cultura micènica en Grecia. En 1888, los griegos excavaron en Vaphio (Esparta) y descubrieron objetos tan bellos como las famosas copas de oro con toros repujados. Por su parte, Wace halló en Micenas, de 1920 a 1922, una tumba con siete columnas y casas que se remontaban al II heládico inferior (hacia 1597 a. de J.C.). Muchos años después (1954) reanudaría Wace estas exploraciones en Micenas. En 1926, una expedición sueca a Midea, en Argólida, encontró un tholos (tumba micènica de cúpula) intacto, con tres esqueletos y un espléndido tesoro funerario de vasijas de oro, micénicas por fecha y estilo. Blegen empezó a trabajar en Pylos (Navarino) inmediatamente antes de la II Guerra Mundial y, continuando después de terminado el conflicto, descubrió en la patria de Néstor las primeras tablillas escritas de la Grecia continental de esa época.
Las excavaciones en la Acrópolis ateniense fueron iniciadas en 1884 bajo la dirección del griego P. Sta-matalaes, a quien sucedió en 1891 P. Kawadias., Los griegos autorizaron a Wilhelm Doerpfeld, que empezó a trabajar en 1882 con Schliemann, a realizar excavaciones en el teatro de Dionisos, en la colina de la Acrópolis. A estas excavaciones siguieron la de la Stoa de Eumenes (1887-88) y el descubrimiento del Odeón de Pericles (1922), en el que trabajaron arqueólogos norteamericanos en 1928. Las excavaciones de la Acrópolis siempre fueron remuneradoras. En ella se han encontrado cientos de objetos de terracota y estatuas de mármol con delicados relieves e inscripciones que se remontan a la época anterior a Pericles. En 1954, la Escuela Americana continuaba los trabajos, iniciados después de la II Guerra Mundial, en la mayor excavación emprendida hasta la fecha en Grecia: la de la antigua ágora o plaza del mercado de Atenas.
Con la excavación por los franceses del Templo de Zeus en Olimpia, antiguo escenario de los Juegos Olímpicos, se inicia en 1829 la exploración de una serie de yacimientos del periodo de grandeza de Grecia. En 1841, los alemanes emprendieron excavaciones en Delfos, sede del famoso templo de Apolo y lugar en que se celebraban los Juegos Píticos. Por razones políticas, sin embargo, la Escuela Francesa de Atenas recibiría en 1867 la exclusiva de la exploración del lugar durante un periodo de cinco años. El descubrimiento en 1857 del Mausoleo de Halicarnaso vino a enriquecer la faceta arquitectónica de la arqueología. El famoso templo de Hera, en la isla egea de Samos, fue estudiado por primera vez en 1862. En Olimpia, de 1875 a 1881, los alemanes establecieron las bases correctas de la técnica de excavación arqueológica. Los franceses obtuvieron otra excelente concesión en Délos, lugar que, al igual que Delfos, fue famoso en la antigüedad por su templo de Apolo. Allí trabajaron de 1877 a 1894 para reanudar su labor en 1902.
Los ingleses descubrieron Megalópolis en 1850-51. En 1852, los norteamericanos se pusieron a trabajar en el templo de Hera, en Argos, para el que Policleto había realizado una estatua en marfil de la diosa. El Instituto Arqueológico de América, fundado en 1879, abrió entonces su primera escuela arqueológica en Atenas. Casi inmediatamente empezó a trabajar en Eretria, ciudad de la isla Eubea, y luego en Assos. Los griegos, que hasta entonces habían permitido a los extranjeros realizar en su país la mayor parte de los trabajos arqueológicos, empezaron a desenterrar el Hierón de Epidauro, en que trabajaron hasta 1903. En 1882 emprendieron asimismo la excavación de Eleusis. Los norteamericanos obtuvieron en 1896 permiso para trabajar en la antigua Corinto, vieja rival de Atenas, donde pusieron al descubierto, casi por completo, un gran teatro. Por su parte, los ingleses iniciaron el estudio arqueológico de Esparta en 1907. En 1928 hacía lo propio David M. Robinson en Olinto (Macedonia) por cuenta de la Universidad Johns Hopkins y el Museo de Arte de Baltimore. Su trabajo vino a salvar el vacío arqueológico e histórico del periodo inmediatamente anterior a Alejandro Magno, ya que Dlinto fue destruida en el 348 a. de J.C. Finalmente, en 1952, Broneer, de la Universidad de Chicago, emprendió una excavación en Istmia, en el Golfo de Corinto.