Arrio fue un destacado teólogo alejandrino nacido en Libia entre 256 y 336.
Su enseñanza, que sostenía que Jesucristo no era consubstancial con el Padre, lo llevó a ser depuesto y excomulgado por un concilio de obispos en Alejandría.
La controversia resultante culminó en el Concilio de Nicea, donde se reafirmó la doctrina de la consustancialidad.
A pesar de su destierro, Arrio influyó en el desarrollo del arrianismo, una corriente teológica que perduró durante siglos.
Biografía de Arrio
(256-336). Teólogo alejandrino, nacido en Libia. Después de alcanzar el sacerdocio, tanto él como sus discípulos fueron depuestos y excomulgados por un concilio de obispos egipcios celebrado en Alejandría (321) por mantener que Jesucristo no era consubstancial con el Padre. A fin de zanjar la disputa resultante, el emperador Constantino convocó el Concilio de Nicea (325), que adoptó el símbolo Niceno (v. Credo, Credo niceno), sugerido por San Atanasio. Este credo afirma que el Padre y el Hijo son consubstanciales. Arrio y otros dos obispos, al rehusar la firma del Símbolo, fueron desterrados. Unos tres años después se levantaba el castigo al hereje gracias, en gran parte, a la influencia de Eusebio de Cesárea. San Atanasio, entonces obispo de Alejandría, que rehusó obedecer la orden imperial de readmitir a Arrio, fue desterrado (336). La muerte repentina de Arrio le impidió recibir la comunión de manos del obispo constantinopolitano. El arrianismo fue una fuerza activa hasta el siglo vi. Véase Arrianismo.