El término arrufado y su forma femenina arrufada se refieren a una característica que evoca la apariencia de un rufián, es decir, alguien que puede ser considerado deshonesto o de mala reputación.
Esta acepción es de carácter antiguo y actualmente se encuentra en desuso, lo que la convierte en una curiosidad lingüística que refleja actitudes y percepciones sociales pasadas.