El arte paleolítico se refiere a las expresiones artísticas de los primeros humanos, surgidas hace aproximadamente 30 000 años durante el periodo de la fauna glacial europea.
Este arte, influenciado por la vida de los pueblos cazadores, se caracteriza por su temática centrada en los animales y su función mágica y religiosa.
Su desarrollo se concentró principalmente en el occidente europeo, con notables manifestaciones en Francia, la Península Ibérica y algunas áreas de Europa central y Siberia.
Los comienzos del arte paleolítico o cuaternario pueden señalarse con una antigüedad aproximada de 30 000 años correspondiente al Periodo de la —actualmente extinta— fauna glacial europea. Los animales, base económica de los pueblos cazadores, suministraron también temas de inspiración a los artistas primitivos. Se ha determinado modernamente que durante las cuatro Eras por las que atravesó Europa desde la desaparición de los hielos de la época glacial, este arte se desarrolló sin interrupción con la misma forma estética e idéntica significación mágica y religiosa.
La distribución geográfica de este capítulo inicial del arte humano se concreta al occidente europeo, con algunas otras escasas manifestaciones, como las Venus auriñacenses, en la Europa central, que permaneció deshelada durante la Era cuaternaria, y en Rusia y Siberia. No obstante, la conocida distribución del llamado arte rupestre se limita al SO de Francia (Aquitania y Languedoc), Península Ibérica y determinados puntos del S de Italia (Otranto) y del O de Sicilia. Las mayores y más famosas cuevas están situadas en Francia: Lascaux y Font de Gaume (Dor-doña), Niaux y Troix-Fréres (Ariége); y en España: Santimamiñe (Vizcaya), Altamira, Castillo-Pasiega (Santander) y San Román de Candamo (Asturias).
Las pinturas más bellas por su ejecución y colorido son las encontradas en Altamira y Lascaux. Con técnica polícroma, los artistas de la época retrataron sugestiva y originalmente la fauna glacial cuaternaria: bisontes, toros, elefantes y rinocerontes, así como muchos otros animales cazados por los pueblos primitivos. En contraste con las figuras de animales, las representaciones humanas o se evitan deliberadamente o son poco afortunadas cuando aparecen.
En lo que respecta a su significado, es evidente que este arte primitivo era una especie de religión con base mágica. Las cuevas eran auténticos santuarios donde los hombres pintaban, grababan o esculpían figuras de animales. Admiradas en la actualidad por su originalidad y belleza, fueron en otro tiempo creaciones religiosas mágicas ante las que se practicaban ritos de magia simpática,. con el fin de preservar o exterminar determinados tipos de caza. Los actos rituales de la caza se mezclaban con danzas y ceremonias de tipo similar a las que conocemos de otros pueblos cazadores. La cultura y mentalidad de los primitivos europeos de finales de la Era glacial pertenecen a las culturas totémicas.
El apogeo de este ciclo artístico, cuyas óptimas producciones corresponden a las pinturas rupestres de Altamira y Font de Gaume, fue seguido de una carencia total de producción artística. Este periodo culminante corresponde al magdaleniense; el subsiguiente Periodo mesolítico registra otra manifestación de arte rupestre, cuya producción está localizada en el Levante español entre los años 8000 y 4000 a. de J.C. El arte de esta época está constituido por las últimas manifestaciones del paleolítico y es notable por su personalidad y belleza. El centro geográfico de este arte se nos presenta muy reducido, ya que se concreta a la comarca comprendida entre el S de Cataluña y el N de la provincia de Murcia. Parece evidente que fue obra de pueblos cazadores, con un género de vida similar al de la Edad paleolítica, aunque en un estado más avanzado, cuando comenzaban a desarrollarse rudimentariamente la agricultura y el pastoreo en los fértiles valles de las llanuras costeras del Levante español. El grupo de más importantes pinturas rupestres, que comprende más de 30, está localizado en la cueva de Cogull (Lérida), famosa por sus representaciones de mujeres danzando en torno a un hombre desnudo itifálico; la serie de pinturas de La Casulla y Valí torta (Castellón); el importante grupo de cuevas de Albarracín, Alcañiz y Alacón (Teruel); y más al S, Alpera (Albacete) y Minateda (Murcia). Estas últimas pinturas de los pueblos cazadores del Levante español son encantadoras por su dinamismo y por la fuerza y expresión que revelan las figuras, muchas veces de pequeño tamaño. Asimismo muestran un desarrollo intelectual más acusado que el correspondiente a la producción de la Era cuaternaria de los artistas paleolíticos hispano-franceses. El arte del Levante español comienza a considerar los problemas pictóricos de composición y perspectiva; el hombre es tema fundamental en todas las obras; en las cuevas levantinas pueden verse figuras de hombres cazando, luchando, preparando las armas y danzando, así como escenas de la recolección de frutos y otros productos naturales. Finalmente, este arte derivó en simbolismo con el empleo de símbolos expresivos, siempre frescos y originales. Aparte su interés artístico, estas pinturas tienen un valor incalculable para el estudio de la historia general del arte y de la ciencia de la paleo-psicología, así como en todos los estudios que indaguen las primeras etapas de la evolución del pensamiento humano.
