La Leyenda de Arturo es una antigua narración cuyo origen es incierto, que gira en torno al héroe Arturo presentado de diversas formas.
Su núcleo literario se consolidó entre los años 1150 y 1250 en obras anónimas o atribuidas a ciertos autores.
Geoffrey de Monmouth, en su obra Historia Regum Britanniae (1137), fue el primero en detallar la figura de Arturo, otorgándole el título de rey en lugar de guerrero.
Posteriormente, el poeta normando francés Robert Wace, en su versión versificada de la obra de Geoffrey (c. 1155), introdujo la Tabla Redonda, alrededor de la cual se reunieron los legendarios caballeros Perceval, Tristán, Lanzarote del lago y Gawain.
Leyenda de Arturo
Antigua leyenda de origen no muy preciso en tomo al héroe Arturo, que aparece en ella con diferentes caracteres.
El núcleo literario fundamental de la leyenda apareció entre los años 1150 y 1250 en obras anónimas o de autor conocido. Geoffrey de Monmouth en su Historia Regum Britanniae (1137) fue el primero en dar cumplida referencia de Arturo y también el primero en hacerle rey en lugar de caudillo guerrero.
El poeta normando francés Robert Wace, en su versión versificada de la obra de Geoffrey (c. 1155), introdujo por primera vez la Tabla Redonda, en torno a la cual sentó a los legendarios caballeros Perceval, Tristán, Lanzarote del lago y Gawain.
Por su parte, el poeta británico Layamon se encargó de ampliar la versión de Wace. Los relatos en verso de Chrétien de Troyes (1164-91?) enfocaban principalmente la atención hacia los caballeros de Arturo, describían una corte caballeresca ideal e introdujeron el Santo Grial (v. Santo Grial).
Wolfram von Eschenbach se circunscribió a Perceval y al Grial (c. 1200-12). Al perder interés la leyenda de Carlomagno en Europa, Arturo pasó a ser el conquistador del mundo.
Posteriores versiones dan cuenta del amor de Lanzarote por la esposa de Arturo, Ginebra, así como del reino entero de Arturo.
A pesar de desarrollarse en el corazón de la Edad Media, la leyenda sobrevive en pleno siglo xx ya sea en forma de un libro infantil, de una historieta en dibujos o de una película. La fuente más importante de tales versiones es la Morte d’Arthur (1485) de Sir Thomas Malory, escrita en prosa.
Basándose en ella, Edmund Spenser, en su Faerie Queene (1590-94), presentó a Arturo rigiendo una corte representativa de las doce virtudes de Aristóteles. Tennyson nos brindó la versión de un hombre bueno arrastrado a un trágico final por la maldad de los demás, en su obra Idylis of the King (1859-85), amén del fragmento épico «Morte d’Arthur» (1842).
Después de Tennyson concibieron muy diferentes interpretaciones, entre otros los poetas ingleses Matthew Arnold, Algernon Swinburne y William Morris.
En los Estados Unidos usaron de la leyenda en sus poesías James Russell Lowell y Edwin Arlington Robinson. Ricardo Wagner, inspirándose en las versiones de Chrétien de Troyes, Hartman von Aue y el Mabinogion, escribió su drama musical Parsifal (1882), así como, partiendo de la versión de Gottfried of Strass, su Tristan und Isolde (1865).
El gran número y mescolanza de los relatos en torno a esta leyenda proporcionan extenso y tentador campo de investigación a los eruditos. Aún no ha quedado aclarada la cuestión de si la leyenda nació entre los britones que huyeron al continente y se establecieron en Bretaña o entre los que huyeron a Gales.
Existen multitud de semejanzas en cuanto al mito, costumbres y estilo entre la leyenda comentada y otras europeas.
En versiones primitivas, Arturo mata a un dragón, como San Jorge. Mito corriente ario es el protagonizado por Arturo al ser repudiado como heredero a la corona y puesto bajo el cuidado de Merlín, para conseguir, al fin, su reposición al ser capaz de arrancar de un peñasco, sin ayuda ajena, la espada Excalibur.
El detalle según el cual Arturo embarca en dirección a Avalón después de su muerte es parecido al de las Valkirias que conducen a los héroes escandinavos muertos al Walhalla. Avalón se confunde a veces con el País de las Hadas, donde Arturo sucede a Oberón como rey.
De todos modos la leyenda es de alcance europeo. Por cierto que ha servido para simbolizar irónicamente la suerte de todo inglés que, al ser rechazado en su patria, ha de emigrar a otras tierras, como hicieron los antecesores de Arturo.