El término Atenas, ducado de se refiere a un territorio que surgió tras la cuarta Cruzada, cuando el Imperio Bizantino fue fragmentado y se estableció el Imperio Latino.
Otón de la Roche se convirtió en el primer duque de Atenas en 1259, tras recibir el feudo del Ática y la Beocia.
A lo largo de los años, el ducado pasó por varias dinastías, incluyendo la de Brienne y los catalanes, quienes jugaron un papel crucial en su historia política y territorial.
A consecuencia de la cuarta Cruzada, que destruyó el Imperio Bizantino, formando, en su lugar, el Imperio Latino, el jefe de dicha Cruzada, Bonifacio de Monferrato, que se proclamó rey de Tesalónica, dio en feudo el Ática y la Beocia a Otón de la Roche, que tomó el título de señor o megaskyr de Atenas, cambiado por el de duque en 1259. A la dinastía de la Roche (Otón I, 1205; Guido I, 1225; Juan I, 1263; Guillermo I, 1280, y Guido II, 1287-1308) sucedió la de Brienne, por el matrimonio de Elena Ángela Comnena, viuda del duque Guillermo I y madre de Guido II, con Hugo de Brienne, conde de Lecce. El hijo de este segundo matrimonio, Gautier o Gualterio I, sucesor de su hermano uterino Guido II en 1308, fue destronado en 1311 por los catalanes, que ofrecieron el ducado al rey de Sicilia, Federico, que les envió, sucesivamente, como duques, a sus hijos Manfredo (1312), Guillermo II (1317) y Juan II (1338).
A éste sucedió Federico I en 1348 y, muerto éste, entra a reinar el mismo rey de Sicilia, Federico II (1355), a quien sucedió en Sicilia y en Atenas su hija María, a la que la Compañía catalana remplazó por el rey de Áragón, Pedro IV. Éste, lo mismo que los duques de la dinastía siciliana, hizo administrar el ducado por gobernadores, el último de los cuales, Pedro de Pau, fue desalojado de la Acrópolis, donde hasta entonces había ondeado la bandera catalana, por la familia florentina de los Acciajuoli en 1387. Esta cuarta y última dinastía ducal gobernó allí hasta 1460, en que el sultán de los turcos, Mohamet II, destronó a Francisco II Acciajuoli. Al ducado de Atenas se había agregado, en 1319, el de Neopatria o Neopatrás, arrebatado a los déspotas del Epiro, y uno y otro título figuraron en adelante entre los de los reyes de Aragón, primero, y más tarde, entre los de los soberanos españoles.