La atropina es un alcaloide que se obtiene de la planta conocida como belladona.
Este compuesto es famoso por sus propiedades venenosas, aunque también tiene aplicaciones en la medicina.
Su uso puede ser tanto terapéutico como tóxico, dependiendo de la dosis y el contexto.
La atropina actúa sobre el sistema nervioso, afectando diversas funciones del organismo, lo que la convierte en una sustancia de gran interés en farmacología.
f. Quím. Alcaloide venenoso extraído de la belladona.
Segundo diccionario: atropina
Origen de la palabra: (De atropa, nombre científico de la belladona.)
f. Quím. Alcaloide venenoso de propiedades midriáticas y narcóticas, usado en medicina; se extrae de la belladona y otras solanáceas.2º artículo
Alcaloide obtenido de las raíces y hojas de la belladona y otras plantas solanáceas (v. Belladona) . En grandes dosis produce acción depresiva y paraliza las terminaciones nerviosas del sistema nervioso parasimpático (v. Sistema nervioso vegetativo). Produce la dilatación de la pupila, aumenta el número de pulsaciones, inhibe la secreción de la saliva y extiende su acción a todas aquellas funciones en que interviene el sistema parasimpático, que responde inhibiéndose. Los efectos indicados se deben probablemente a la acción de la atropina sobre la acetilcolina, substancia química que se cree responsable de los efectos estimulantes del sistema parasimpático. La atropina afecta asimismo a los centros nerviosos vitales del bulbo, estimulándolo en pequeñas dosis y deprimiéndolo en grandes.
Indicaciones. La atropina se usa a veces para dilatar la pupila y paralizar la acomodación (v. Colirios). Es útil en el tratamiento de diversos tipos de espasmos o cólicos del tubo digestivo por su propiedad de relajar la musculatura del estómago, intestino y conductos biliares. Puede emplearse para reducir la excesiva sudoración de algunos enfermos, como los tuberculosos pulmonares. Como la atropina disminuye la secreción de la saliva y moco, puede emplearse en enfermedades caracterizadas por excesiva salivación (ptialismo) o en trastornos respiratorios, tales como la coriza y la bronquitis. Su efecto relajador sobre los músculos bronquiales hace de la atropina un medio útil en algunos casos de asma. Algunos trastornos cardiacos pueden diagnosticarse observando los efectos de la atropina, que normalmente aumenta los latidos del corazón.
Intoxicación. Aun tomada en las pequeñas dosis comprendidas dentro de los límites terapéuticos, la atropina puede provocar síntomas desagradables, aunque no peligrosos, del tipo de sequedad de boca y garganta y dificultad de la visión. Las dosis mayores pueden dar lugar a serios síntomas de envenenamiento como resultado de su acción sobre los centros vitales del cerebro, con aparición de excitación, delirio, fiebre, enrojecimiento de cara y cuello, seguidos poco después de depresión que puede llegar al colapso, con caída de la presión arterial, pulso filiforme y respiración superficial. La muerte por intoxicación atropínica se debe, pues, al efecto de esta substancia sobre el cerebro. Aunque no existe ningún tratamiento específico contra este envenenamiento, pueden prescribirse pequeñas dosis de hipnóticos durante el periodo de excitación y estricnina en los de depresión, así como pilocarpina y lavados de estómago con soluciones de yodo al 3/1000 (v. Venenos y antídotos). La atropina C17H23NO3, es un alcaloide prácticamente insoluble en el agua. Con fines médicos se utilizan el sulfato de atropina, sal soluble que adopta la forma de polvo blanco cristalino.