La incubación de aves es un proceso fundamental en la avicultura, que puede realizarse de manera natural o artificial.
En la incubación natural, se seleccionan huevos frescos y se proporciona un ambiente adecuado para que la gallina los cuide, asegurando su bienestar con agua y alimento.
Aunque este método es menos común en granjas, sigue siendo esencial para quienes buscan criar aves de calidad.
La incubación artificial, por otro lado, permite un control más preciso y eficiente del proceso.
aves: incubación natural y artificial
Un método fructífero de avicultura comienza con una incubación cuidadosa. La incubación y alimentación de un polluelo debe verificarse con sumo cuidado, por lo que todo principiante necesita informarse detalladamente sobre tales extremos. En la incubación natural, los huevos han de escogerse completamente frescos y la gallina debe colocarse en lugar donde no le ofenda la luz y las molestias se reduzcan al mínimo. Debe tener siempre a su disposición agua fresca y recibir nuevo alimento cada mañana y cada noche. Pero este procedimiento se emplea muy raramente en las granjas, que en la mayoría de los casos reponen sus aves por la compra anual de pollos de un día. Algunos criaderos incuban para clientes, es decir, aceptan huevos de granjas particulares a las que devuelven posteriormente los polluelos. Sin embargo, la mayoría tienen sus propias aves de las que obtienen los huevos para la incubación. Estas gallinas, que por lo general proceden de cruces especiales realizados durante la estación precedente, están sustentadas en condiciones muy superiores a la normal. Muchas granjas avícolas sólo aceptan huevos de gallinas cuya sangre haya sido comprobada para asegurarse de que no padecen la enfermedad llamada pullorosis. Dondequiera que se cultive intensivamente la producción avícola, la incubación mecánica tiene indudables ventajas en lo que respecta al ahorro de tiempo y trabajo y en lo que se refiere a los huevos. Estas ventajas aumentan proporcionalmente al número de polluelos. Véase Incubadora.
Sumo cuidado requiere la cría de pollos, que de pequeños tienen poca fuerza, escasa inmunidad a las enfermedades y gran susceptibilidad a las malas condiciones de temperatura, humedad, alimento e higiene. Es necesario albergarlos en un criadero limpio, seco y cálido, cuya temperatura se mantenga invariable por medio de calefacción de carbón, petróleo o electricidad gobernada por termostato. Las paredes, suelo, fuentes y artesas de comida deben limpiarse con una solución antiséptica varios días antes de la llegada de los pollos y el suelo ha de cubrirse de cama limpia y seca que pueda cambiarse frecuente y rápidamente. Los periódicos proporcionan excelente cama los primeros días; poniendo una capa de 10 o 12 hojas antes de colocar los pollos, se tiene asegurada una superficie limpia que puede renovarse con facilidad quitando el papel superior cuando se haya ensuciado. Los polluelos no deben mezclarse con las aves adultas; las pérdidas por parásitos y enfermedades se reducirán grandemente si tal separación puede llevarse hasta el punto de mantener las pollas en un corral aparte de las gallinas. Durante, el verano pueden salir al aire libre los polluelos bien cubiertos de plumas, pero deben disponer de un cobijo.
