Ayacucho es una ciudad peruana, capital del departamento homónimo y de la provincia de Huamanga.
Su nombre proviene de las voces quechuas aya (muerta) y kuchu (rincón), lo que sugiere un significado relacionado con el "Rincón de los muertos".
Fundada por Francisco Pizarro en 1539, Ayacucho se convirtió en un punto estratégico entre Lima y Cuzco.
Su historia está marcada por la célebre batalla de Ayacucho, que selló su identidad actual.
Ayacucho, ciudad peruana
C. del Perú, cap. del dep. de su nombre y de la provincia de Huamanga, sede episcopal. La etimología del nombre parece derivar de las voces quechuas aya, muerta y kuchu, rincón (Rincón de los muertos).
Está situada en el valle homónimo, bastante al N del departamento. Fue fundada por Francisco Pizarra el 9 de enero de 1539 como punto intermedio de defensa y unión entre las dos capitales de la colonia: Lima en la costa y Cuzco en el interior. Después de bautizarla con el ¿nombre de San Juan de la Frontera, el mismo conquistador la rebautizó con el de Victoria a raíz de un combate muy reñido que libró con los indios en sus inmediaciones. Vientos constantes e incómodos obligaron a Pizarro a modificar la situación de la población, que trasladó a un monte inmediato, a 2407 m de altitud. Tomó luego el nombre de Huamanga y a partir de la célebre batalla de Ayacucho, librada entre el virrey La Serna y Sucre en un campo situado frente al pueblo de Quinúa, recibió el de Ayacucho en virtud de un decreto dado por Bolívar el 15 de febrero de 1825.
La ciudad ocupa una hermosa pradera de una meseta de la Cordillera Occidental de los Andes y fue necesariamente un centro militar y político en el virreinato; su prosperidad llegó a su apogeo a mediados del siglo xvii. Tiene un clima seco y benigno.
Por las influencias costeras llegadas de Lima y las serranas procedentes de Cuzco surge en Ayacucho una arquitectura señorial, con mucho de lo plástico y morisco de la Costa y mucho de lo austero y pétreo de la Sierra. Entre las casas más notables figuran la del Marqués de Totora, con sus arcos interiores, la de los García del Barco, una de las más amplias y suntuosas, la de los Marqueses de Cabrera y la de las «Tres Máscaras». Es muy interesante el tipo de portada de piedra' de la Municipalidad, que se abre entre las arquerías de la Plaza de Armas, llevada recientemente a este lugar desde una antigua mansión colonial.
En la catedral se advierte claramente la dualidad de lo limeño y lo cuzqueño. A la primera nave original se agregaron posteriormente las laterales y así fue consagrada en 1672. La riqueza de los magníficos y dorados retablos churriguerescos contrasta grandemente con la desnuda sobriedad interior del templo.
Otras iglesias notables de Ayacucho son: Santo Domingo, que tiene una curiosa fachada en la que el muro frontal cierra la bóveda de cañón de la nave y ostenta a cada lado torrecillas con fajas claras y rojizas a la manera bizantina, cubiertas con pequeños y ondulantes cupulinos; la iglesia de la Compañía de Jesús, que ofrece sus torres de ladrillo adornadas con fajas de flores esculpidas y una portada muy original en la antigua sacristía; la de la Buenamuerte, que parece recordar algún remoto ejemplo bizantino; las de San Francisco de Paula y San Francisco de Asís, cuajadas también de barroquismo en sus torres; los conventos de Santa Teresa, Santa Ana y Santa Clara, en el que se refugió en 1617 doña Catalina de Erauso, la célebre «Monja Alférez», etc. Todas estas iglesias poseen una gran riqueza en retablos, púlpitos y ornamentos.
La Universidad de Ayacucho fue fundada en 1677. Entre sus sociedades de mayor relieve figuran el Club Obrero Nueve de Diciembre y la Social Huamanga.
En el orden económico Ayacucho cuenta con una importante ganadería ovina, con minas de plata en sus proximidades y diversas industrias entre las que destacan la fabricación de sombreros, industrias de la lana y del cuero, etc. Está situada sobre la carretera de Cuzco a Huancayo, que después por La Oroya se prolonga hasta Lima. Una carretera lo comunica con Huancavélica.