Johann Sebastian Bach (1685-1750) fue un destacado compositor alemán cuya obra sentó las bases de la música moderna.
Nacido en Eisenach, en una familia con profundas raíces musicales, su vida estuvo marcada por la piedad y la tradición musical de su región.
Huérfano a los diez años, recibió formación musical de su hermano, lo que le permitió desarrollar su talento.
Aunque en vida no alcanzó gran fama fuera de Alemania, su legado perdura como uno de los pilares de la música clásica.
Biografía de Bach, Johann Sebastian
(1685-1750). Compositor alemán, cuya obra ofreció la base de toda la música moderna. Sin embargo, nunca traspasó las fronteras de su país ni conoció en vida otra fama que la de intérprete e improvisador al órgano. Nació en Eisenach (Turingia). Su padre era violinista. Durante cuatro generaciones la familia se había distinguido por sus actividades musicales en los ducados de Turingia. A la sazón, la música formaba parte integrante de la vida religiosa y secular y esa región conservaba las tradiciones de la primitiva iglesia protestante. Todo ello contribuyó a que J. S. Bach se consagrara por entero a la música y a la piedad que informa todas sus obras.
Huérfano a los 10 años de edad, fue enviado a vivir con su hermano Johann Christoph, organista de la cercana ciudad de Ohrdruf, que le instruyó en música y atendió a su educación general. Se cuenta que, habiéndole sido denegado el permiso para examinar un volumen de música manuscrita en la biblioteca de su hermano, lo copió subrepticiamente durante medio año a la luz de la luna. Durante toda su carrera continuó estudiando detenidamente cuantas obras pudo de sus antecesores y contemporáneos.
Al fallecer su hermano (1700), Johann Sebastian logró el nombramiento de corista de la Escuela Michaelis de Luneburgo para poder completar su educación. En 1703 fue nombrado violinista de la Orquesta Ducal de Weimar y a finales del mismo año figuró como organista de la iglesia de Arnstadt. En octubre de 1705 obtuvo un mes de permiso, pues quería dirigirse a Lübeck para oir al famoso organista Dietrich Buxtehude y tanto le entusiasmó aquel artista que prolongó el permiso por tres meses. Las molestias que hubo de soportar con tal motivo, unidas a las derivadas de la confusión creada con sus radicales armonizaciones corales, le indujeron a asegurarse el puesto de organista en Mühlhausen, donde casó con su prima Maña Barbara Bach. Esta fallecería en 1720 después de haberle dado siete hijos.
En 1708 volvió a Weimar como músico de cámara y organista de la corte ducal, donde permaneció nueve años, compuso algunas de sus más bellas obras para órgano y llamó la atención de varios príncipes como ejecutante. En 1717 aceptó el cargo de director de la corte del príncipe de Anhalt-Cóthen. Contaba con una orquesta de 18 músicos que actuaban en todas las fiestas de la corte y se dedicó a la composición de música instrumental. Pertenecen a esta época sus suites, conciertos y solos para los instrumentos de orquesta y clavicordio. Sus seis «Conciertos Brandeburgueses» y las cuatro suites para orquesta sobresalieron entre sus composiciones instrumentales.
En 1721 volvió a contraer matrimonio. Fue su segunda esposa Anna Magdalena Wulkin, joven cantante para cuya voz de soprano compuso algunas de sus más bellas arias. Tuvo con ella 13 hijos. Del total de sus 20 hijos llegaron a ser famosos músicos por propios méritos Karl Philipp Emanuel Bach, Wilhelm Friedemann Bach y Johann Christian Bach.
Conservó su cargo en Cóthen hasta 1728, pero en 1723 se trasladó a Leipzig como maestro de Capilla en la iglesia de Santo Tomás. Pasó en esta ciudad los últimos 27 años de su vida y aquí produjo la mayor parte de sus 295 cantatas religiosas (de las que se conservan 202), cinco misas, cuatro pasiones, seis motetes, numerosas cantatas profanas y otras varias obras. Fue ardua su labor, pues hubo de atender a la exigencia de nuevas composiciones para los oficios religiosos de aquella iglesia y de la de San Nicolás.
El músico murió en 1750 después de haber quedado casi completamente ciego un año antes. Por entonces las formas polifónicas de su música religiosa estaban pasando de moda desplazadas por un estilo más ligero y puramente armónico, con el que sus hijos alcanzaron popularidad. Las complejas relaciones, riqueza y profundidad de la armonía de sus composiciones no comenzaron a influir en el desarrollo de la música hasta casi un siglo después de su muerte, en que Felix Mendelssohn resucitó su música religiosa y reveló su maestría en la estructura formal y el contrapunto. Después de Mendelssohn, la mayor parte de los grandes compositores (Mozart, Beethoven, Chopin, Schumann, Wagner, Brahms) le son deudores de su técnica.
No sólo llevó la fuga a su perfección, sino que también preparó el camino para el desarrollo ulterior de la sonata. Elevó las danzas populares a alturas nunca superadas. Llevó el violín, el clavicordio, el clave y el órgano a la cúspide de su perfección y aumentó su importancia mediante la expansión de las formas musicales en que se empleaban. El órgano ofrecía a Bach posibilidades ilimitadas con el conjunto de sus distintos teclados, múltiples pedales y sonoridades majestuosas. En sus manos la música orgánica alcanzó una grandeza que ningún otro compositor ha logrado. Utilizando instrumentos solistas, los dotó de verdadera expresión musical. Los preludios y fugas para clave bien temperado están considerados como la piedra angular de la literatura pianística. Sus obras corales jamás han sido superadas. Sus cantatas, oratorios, misas y sus cuatro pasiones pertenecen a la música más excelsa de todos los tiempos. Por algo dijo Robert Schumann: «La música ha contraído con Bach la misma deuda que una religión con su fundador».