Las bacterias del suelo son microorganismos esenciales que habitan en la capa superior del suelo, donde encuentran condiciones óptimas de aireación y humedad.
Su papel es crucial en la descomposición de materia orgánica, como residuos de cosechas y estiércol, transformando estos materiales en nutrientes que enriquecen el suelo y favorecen el crecimiento de futuras cosechas.
Además, las bacterias del ensilaje son fundamentales en la fermentación de forrajes, mejorando su conservación y valor nutricional.
bacterias del suelo y ensilaje
El suelo supone un medio de cultivo compuesto de diversidad de materiales en los que puede desarrollarse gran número de microorganismos. La mayoría de los organismos se encuentran en los quince centímetros superiores del suelo (v. Suelo, Organismos, del suelo). Ello se debe indudablemente a las condiciones favorables de aireación, humedad y alimentación existentes. Cuando a esta capa se agregan materias orgánicas en forma de residuos de cosechas o estiércol, se le proporciona alimento suficiente para el desenvolvimiento de enorme número de microorganismos. A no ser por la descomposición llevada a cabo por las bacterias y otros microorganismos, los residuos de plantas y otras materias orgánicas se acumularían formando capas de enorme espesor sobre el suelo. Las descomposiciones transforman tales materias en sustancias orgánicas aptas para el crecimiento de las cosechas futuras.
Uno de los cambios químicos importantes operados así en el suelo se relaciona con el fraccionamiento de los hidratos de carbono de la materia orgánica. A través de diversos cambios se llega a numerosos compuestos, entre los que figura el anhídrido carbónico que las plantas utilizan en su proceso fotosintético. Algunos compuestos orgánicos de descomposición muy lenta permanecen en el suelo en forma de humus.
Los compuestos nitrogenados de residuos vegetales y animales son inaprovechables para futuras cosechas mientras no sufran la descomposición correspondiente. En primer lugar se produce el proceso denominado amonificación, en que se desprende amoniaco de las proteínas y de otros componentes nitrogenados de estos residuos. En esta reacción interviene una gran cantidad de bacterias del suelo. Este contiene dos grupos de bacterias encargadas de llevar a cabo el proceso de nitrificación (conversión del amoniaco en nitratos). Uno, el de las Nitrosomonas, oxida el amoniaco convirtiéndolo en nitritos; otro, el de las llamadas Nitrobacterias, transforma los nitritos en nitratos por el mismo proceso de oxidación. Sólo estos dos grupos de bacterias intervienen, a lo que se sabe, en tales procesos. Los nitratos forman el manantial de nitrógeno más asequible a las plantas. En suelos pobres mal labrados, ciertos organismos pueden originar la desnitrificación liberando el nitrógeno de los nitratos.
Hay además dos grupos de bacterias capaces de fijar el nitrógeno libre de la atmósfera: 1) el de las azotobacterias, que viven en el suelo y descomponen la materia orgánica; estas bacterias pueden combinar el nitrógeno libre con sustancias que producen en sus células y sintetizar los aminoácidos necesarios para la obtención de sus propias proteínas; 2) el de los rizo-bios, que viven en nodulos en las raíces de las leguminosas en simbiosis con la planta. Guando esto sucede se dice que la planta está inoculada. Existen varias familias de rizobios. Por ejemplo, el que produce nodulos en ciertas habas comestibles no los produce en el trébol. Aunque las bacterias pueden vivir libres en el suelo, no fijan el nitrógeno en tales condiciones. Sin embargo, si se siembra en el suelo la legumbre apropiada, la bacteria penetra en los pelos absorbentes de la raíz que entonces produce los nodulos en que viven los rizobios. Una vez instalados en los nodulos estos organismos extraen nitrógeno, aire o agua del suelo y producen compuestos nitrogenados que son utilizados por la planta. A su vez retiran de la savia de ésta los alimentos que les son necesarios.
En el caso del ensilaje, el efecto beneficioso se produce por fermentación. El ensilaje es un producto de fermentación efectuado por los microorganismos en un silo (v. Ensilaje). El producto más comúnmente objeto de ensilaje es el maíz; sin embargo, se han empleado con éxito otras sustancias, como sorgo, girasol, trébol, alfalfa, habas, avena, trigo y arroz. El maíz o las demás plantas utilizables traídas del campo se cortan en pequeños pedazos que se introducen en el silo debidamente apisonados para eliminar la mayor parte del aire, sin lo cual se deterioraría el contenido por la formación de moho. Una vez llenado el silo, se produce una activa fermentación. En condiciones apropiadas se forman, a la vez que alcoholes y esteres, ácidos como el láctico, acético, propiónico y butírico. La fermentación normal se debe principalmente a la acción de los lactobacilos, aunque también puedan contribuir otros organismos a la producción de ácidos. Los ácidos resultantes de la fermentación impiden la formación de las bacterias que normalmente originan la putrefacción y deterioran el contenido. Con el ensilaje se consiguen grandes cantidades de celulosa perfectamente apta para el ganado, ya que éste aloja en su aparato digestivo bacterias que reducen la celulosa y ayudan a digerirla.
