Las baladas literarias son composiciones poéticas que se diferencian de las populares por su autoría reconocida y su preservación a través de la imprenta.
Aunque suelen inspirarse en temas tradicionales, los poetas les imprimen un estilo propio, manteniendo características como el carácter narrativo y la sencillez.
A pesar de que las baladas populares pueden no tener la misma exquisitez técnica, su belleza y vigor reflejan el profundo sentimiento con que fueron creadas.
baladas literarias
Es corriente clasificar las baladas en populares y literarias para distinguir las compuestas por autores anónimos y transmitidas oralmente de las que son obra de autores conocidos y nos han sido conservadas por medio de la imprenta. En todos los países abundan los poetas consagrados que han bebido su inspiración en los temas populares, unas veces transcribiendo con estilo propio las baladas tradicionales y otras creando nuevos temas y limitándose a copiar las características de los romances populares: carácter narrativo, sencillez y naturalidad. Es interesante observar que, si bien las baladas genuinamente populares no alcanzan la exquisitez técnica de las literarias, no desmerecen de ellas en vigor, en lozanía, en belleza ni en poesía intrínsica; ello nos da idea del cariño y sentimiento con que fueron compuestas y recogidas.
Inglaterra, y especialmente Escocia, tienen una larga tradición de cantos populares que ha sido recogida por algunos de los más eminentes escritores de habla inglesa: Byron, Tennyson, Hamilton de Bangour, Logan y Wordsworth nos han legado bellísimas narraciones de «amor hasta más allá de la muerte». No menos importancia tiene la producción alemana, obra de poetas que figuran entre los más grandes del mundo: famosas son las baladas El rey de Thule, de Goethe, y La canción de la campana, de Schiller, pero quizá sea Uhland quien haya sabido reflejar con mayor exactitud el espíritu de los antiguos bardos germánicos. En Francia influyeron decisivamente en el retomo a la poesía popular Musset (Balada a la Luna), Chénier y Víctor Hugo, mientras en Italia tal labor corría a cargo de Foscolo y Leopardi. En España el género literario que mejor refleja el genio de la balada es el romance (v. Romancero). Como baladas propiamente dichas pueden citarse La balada de Iberia, de Ruiz Aguilera, y El ermitaño de Montserrat, de Piferrer; también cultivaron la balada Zorrilla, Espronceda, Gabriel y Galán y, más recientemente, García Lorca. Dentro de España es especialmente rica la balada catalana merced a su proximidad e íntimo contacto con la poesía provenzal; existen en catalán baladas delicadísimas como La balada d’Hivern, de mosén Antón Navarro, La cansó de Mestre Jan, de Pelayo Ruiz, La compianta d’en Guillén, de Milá y Fontanals, y La balada del amor, de Balaguer.