Las bibliotecas antiguas de Babilonia y Asiria representan hitos en la conservación del conocimiento.
Los reyes asirios, como Salmanasar I, promovieron la recopilación de tablillas que documentaban la historia y la astronomía, vinculadas a la religión.
Sacerdotes y magos jugaron un papel crucial en la preservación de estos textos.
La Biblioteca Real de Nínive, creada por Asurbanipal, se destaca como una de las primeras y más importantes colecciones de la antigüedad.
bibliotecas antiguas: Babilonia y Asiria
Los primeros reyes de Asiria pusieron gran empeño en la colección y conservación de las crónicas de sus dominios, inscritas en tablillas. Como el estudio de la Astronomía, que tal preponderancia alcanzó en los primeros tiempos babilónicos, estaba íntimamente vinculado a la religión, fueron los magos y sacerdotes los que se encargaron de conservar muchos de sus primitivos documentos, que vinieron a aumentar las colecciones.
Anteriormente al siglo xix a. de J.C., los semitas vencieron a los acadios, de quienes se sabe poseían grandes colecciones de tablillas, aunque se ignora la ubicación exacta de la primera biblioteca acadia. Uno de los primeros bibliotecarios conocidos fue el babilonio Amel-anu, llamado «el hombre de las tablillas escritas». Salmanasar I pasa por el fundador de la primera biblioteca asiria en Calah (1300 a. de J.C.), pero la Biblioteca Real dé Nínive, fundada en 700 a. de J.C., es la primera conocida. Iniciada por Sar-gón y completada por Asurbanipal contenía unas 22 000 tablillas encontradas bajo los escombros del palacio real de Nínive, hoy tesoro inapreciable del Museo Británico.