Las bibliotecas de la Edad Media y del Renacimiento fueron fundamentales para la preservación del conocimiento tras el saqueo de Roma por los vándalos, que destruyó muchas colecciones.
Sin embargo, pequeños manuscritos sobrevivieron gracias a los monjes en monasterios como la Abadía de Montecassino.
La expansión de la Orden Benedictina y otras órdenes religiosas propició el florecimiento de bibliotecas en toda Europa, convirtiéndose en centros vitales de saber y cultura.
bibliotecas de la Edad media y del Renacimiento
El saqueo de Roma por los vándalos determinó la destrucción de las bibliotecas por el fuego, su mutilación, deterioro o dispersión. Pudieron salvarse, sin embargo, pequeñas colecciones de manuscritos aislados. Estos manuscritos fueron conservados y copiados por monjes en los diversos monasterios en que hallaron refugio.
Una de las más antiguas colecciones monásticas es la de la Abadía de Montecassino, en Italia, fundada en 528 por San Benito. Al diseminarse la Orden Benedictina por toda Europa, florecieron a su sombra bibliotecas y centros del saber, tales como los de Corvey, Fulda y Cluny en el continente y los de Canterbury (596), York, Wearmouth, Whitby, Glastonbury y Coryland en Inglaterra. También establecieron numerosas colecciones monásticas los monjes agustinos, franciscanos y dominicos. La llegada de San Patricio a Irlanda a principios del siglo v provocó una espléndida floración cultural por toda la isla. San Patricio llevó consigo muchos libros y enseñanzas de las escuelas de Germano en Auxerre y San Martín en Tours. Más tarde, los monjes irlandeses volvieron al continente e influyeron con sus libros y doctrinas en muchos monasterios continentales.
Por regla general, cada monasterio elaboraba alguna suerte de catálogo o inventario de su colección e incluso se llegaron a compilar varios catálogos generales. Entre éstos se encuentra el de los franciscanos del siglo xiv, que incluye las colecciones de 160 bibliotecas europeas. Un monje agustino, John Bastón de Bury, hizo un catálogo de las colecciones de 195 bibliotecas británicas en el siglo xv.
El tradicional movimiento renacentista, cabalgando entre las edades Media y Moderna, se caracterizó por el resurgimiento del saber y por un inmenso interés en coleccionar libros de influencia clásica.
El interés en coleccionar libros y constituir bibliotecas fue más evidente en Italia que en otros lugares y en este empeño ocupó puesto preeminente Petrarca (1304-74), que acogió sobre todo transcripciones de Virgilio, Cicerón, Homero y Platón. Estableció Petrarca dos bibliotecas privadas en Vaucluse y Parma y se cree que fue de los primeros de su tiempo en reconocer a las bibliotecas públicas un valor superior al de las privadas. En 1352 donó a las bibliotecas públicas libros de sus colecciones particulares. Otros coleccionistas de renombre fueron Boccaccio, Poggio Bracciolini (1380-1459) y Palla degli Strozzi (1372-1462). Se considera a Palla como el primer coleccionador en su época de libros expresamente destinados a bibliotecas públicas. Sin embargo; fue desterrado en 1434 por Cósimo de Médicis (1389-1464), quien realizó el proyecto de establecer la biblioteca de San Maggiore en Venecia, junto con muchas otras.
Desde Italia irradió el movimiento a toda la Europa occidental e Inglaterra. En este último lugar, John Tiptoft, conde de Worcester, entre otros, incorporó manuscritos a la biblioteca del duque Humphrey; William Gray, más tarde obispo de Ely, fundó la biblioteca del Balliol College. En Francia, Carlos V formó una gran colección de 900 volúmenes, que él catalogó en 1373, y en Hungría el rey Matías Corvino acumuló una extensa colección de manuscritos. Muchas de las colecciones principescas o reales de esta época constituyeron las bases o formaron parte de las colecciones de las grandes bibliotecas modernas. Fue, sin embargo, el descubrimiento de la imprenta de tipos móviles lo que revolucionó la formación de colecciones y el desarrollo de las bibliotecas. Por lo que hasta entonces costaba un manuscrito podían en adelante editarse muchos libros, que vendrían a engrosar considerablemente las bibliotecas.