El término bien relictos se refiere a aquellos bienes que quedan tras el fallecimiento de una persona, es decir, los que no han sido distribuidos o heredados.
Estos bienes pueden incluir propiedades, dinero u otros activos que forman parte del patrimonio del difunto.
La gestión de los bien relictos es fundamental en el proceso de sucesión, ya que determina cómo se repartirán entre los herederos.