La bolsa de mercancías es un mercado especializado en la compraventa de productos específicos, donde se realizan transacciones al por mayor bajo normas establecidas.
En este espacio, las mercancías no se presentan físicamente, sino que se negocian según grados o calidades reconocidas a nivel internacional.
Su enfoque principal son los productos agrícolas, aunque también incluye metales y otras materias primas.
Su objetivo es regular el mercado y facilitar operaciones comerciales justas.
Mercado destinado a la compraventa de una mercancía determinada o de un grupo de mercancías bajo normas fijas. Se caracteriza por realizar todas las operaciones al por mayor y sin tener a la vista las mercancías, pues opera sobre grados o calidades reconocidos internacionalmente. La entrega puede ser inmediata o diferida. Las Bolsas de Mercancías verdaderamente importantes tienen carácter internacional y operan principalmente sobre productos agrícolas: cereales, algodón, lana, azúcar, café, cacao, etcétera. No faltan las Bolsas que comercian en productos no agrícolas, corrientemente metales esenciales. En general son aptas para su inclusión en el mercado las materias primas susceptibles de almacenamiento y de gradación uniforme. La principal finalidad de estas Bolsas es regular y mantener un mercado para sus miembros y perfeccionar las operaciones comerciales estableciendo principios justos, manteniendo reglas uniformes, difundiendo informes sobre los mercados y disminuyendo los riesgos locales mediante la cooperación con otros organismos similares.
La idea de centralizar las operaciones mercantiles en un lugar determinado es antiquísima. Los comerciantes de la India y Babilonia se reunían diariamente en un lugar público designado a fines de intercambio mutuo. En las sociedades griega y romana el mercado aparece mejor delimitado; cada producto tenía en él su lugar específico. Durante la Edad Media, las Ferias y los Mercados, que daban lugar a un comercio interno más extenso y suministraban casi la única oportunidad para el comercio extranjero, se extendieron por Inglaterra y todo el continente europeo. De todos modos, los antiguos mercados y ferias de la Edad Media poco tenían en común con las Bolsas de Mercancías en su acepción moderna, si no es la necesidad económica de centralizar el comercio. Antecedentes más directos de las Bolsas modernas fueron las Lonjas y las Cámaras de Comercio, existentes ya en muchas ciudades españolas (Zaragoza, Valencia, Palma de Mallorca, Barcelona) y francesas en el siglo xv. Durante el reinado de Isabel de Inglaterra se estableció en Londres una Lonja de la que deriva directamente el Royal Exchange, organizado en el siglo xvii.
El más importante de los actuales mercados de productos, el Chicago Board of Trade, inició sus operaciones en 1848. En principio tuvo como característica las ventas «por llegar», es decir, las ventas que se perfeccionaban antes de que las mercancías hubieran sido embarcadas en origen. El desarrollo de los medios de transporte y comunicación aumentó la importancia del comercio de cereales. Este auge del comercio cerealís-tico obligó a construir grandes silos para almacenar la mercancía que no podía ser vendida en el momento de la llegada. La creación de estos almacenes motivó el perfeccionamiento del sistema de inspección y gradación de calidades. Los empleados de los silos expedían contra entrega de las mercancías recibos por la cantidad y clase del cereal almacenado. Estos recibos son los que se negociaban en las Bolsas de Mercancías. El sistema dio origen a una nueva clase de operaciones: el mercado «de futuros», característico de las Bolsas de Mercancías. El aumento de los contratos de este tipo exigió el establecimiento de reglas fijas que regularan el comercio de futuros (v. Futuros, Mercado de). Los mercados de otros productos, agrícolas y no agrícolas, siguieron un desarrollo similar y adoptaron regulaciones semejantes, apropiadas a cada caso. Entre las principales Bolsas de Mercancías de carácter internacional destacan por su importancia el Chicago Board of Trade ya citado, los mercados del algodón, café y azúcar, caucho y cacao de Nueva York, los mercados nacionales estadounidenses de seda bruta y metales, los de metales y algodón de Londres, la bolsa de lanas de Francia, la de algodón de Sao Paulo y la de café de Santos.
Operaciones.
En una operación sobre futuros, la unidad de medida, grado y plazo de entrega viene determinada por las normas de la Bolsa; los contratantes sólo tienen que convenir en la cantidad y precio. En muchas Bolsas se realizan también operaciones al contado que sólo difieren de las realizadas sobre futuros en el plazo de entrega. Las operaciones al contado se realizan sobre muestras de una mercancía que ya ha sido recibida o que llegará en fecha conocida. El mercado de futuros opera sobre grados «standard» y la fecha está tan alejada en el tiempo que muchas veces el producto ni siquiera está listo para el mercado: las operaciones sobre trigo, por ejemplo, suelen realizarse varios meses antes de la cosecha.
En todo mercado de futuros es fundamental la inspección y gradación de la mercancía. Las normas y grados que se toman como base para la inspección vienen determinados por prescripciones legales o por la propia reglamentación de la Bolsa. El grado base establecido para cada mercancía es aquel de que se hace mayor uso comercial. Los grados superiores e inferiores se venden con «prima» o «descuento» respectivamente. Las «diferencias» entre el grado base y los grados con prima o descuento son establecidas por la ley o por la reglamentación de la Bolsa. Para que una mercancía sea admitida a operaciones sobre futuros ha de ser homogénea, no perecedera y fácil de transportar a los mercados; además debe ser objeto de una demanda amplia y uniforme.
La gran variedad de mercancías sometidas a negociación sobre futuros ha obligado a establecer normas y reglamentaciones diversas para cada Bolsa en particular. La finalidad específica de cada Bolsa aparece determinada por su reglamentación fundacional; sus fines genéricos son servir tanto al productor como al consumidor, para lo que facilita la rapidez en las transacciones, proporciona un mercado centralizado y establece normas que regulen las operaciones mercantiles. Sólo pueden pertenecer a las Bolsas personas de excelente reputación y sólida situación financiera. Los nuevos miembros son admitidos por votación, subsiguiente a la investigación de sus características personales. Una vez admitidos, adquieren sus puestos a un precio que varía entre límites muy amplios, según el volumen de las transacciones, el número de miembros y la situación financiera de la Bolsa. Entre los miembros figuran representantes de todos los aspectos de la industria y de todos los países a quienes afecte de manera esencial la mercancía negociada: fabricantes, almacenistas, exportadores, importadores, vendedores al por mayor, comisionistas y agentes.
El gobierno de las Bolsas reside en un Consejo que delega en diversos comités. La dirección práctica corre a cargo del secretario, que ejerce funciones de superintendente. Éste se responsabiliza del funcionamiento normal del mercado, para lo que debe tener debidamente informados a los miembros y coordinar la labor de los comités. Al Consejo, órgano rector supremo, compete la supervisión final de las operaciones administrativas.