Bonifacio VIII fue un destacado Papa que gobernó desde 1294 hasta 1303.
Nacido en Anagni, Italia, se formó en Derecho canónico y civil, lo que le permitió desempeñar importantes roles diplomáticos.
Su ascenso al papado se produjo tras la abdicación de Celestino V.
Con una gran autoconfianza y habilidades administrativas, buscó la paz en el Sacro Romano Imperio y la recuperación de los Santos Lugares, aunque su ambición lo llevó a enfrentamientos y enemigos, marcando el ocaso del poder político papal.
Biografía de Bonifacio VIII
(en el siglo Benedetto Gaetano, 1235?-1303). Papa de 1294 a 1303, nacido en Anagni (Italia). Tras estudiar Derecho canónico y civil, fue nombrado cardenal diácono en 1281 y cardenal presbítero en 1291. Desempeñó varias misiones diplomáticas y gozó de gran influencia en el colegio cardenalicio. Contribuyó a que abdicara el sincero pero ineficaz Celestino V, a quien sucedió (1294). Persona de autoconfianza ilimitada y de una considerable habilidad administrativa y jurídica, se propuso conseguir la paz en el Sacro Romano Imperio y dirigir la atención de la cristiandad hacia la recuperación de los Santos Lugares, todavía en manos de los infieles. Al intentar la pacificación de Occidente, envolvió al papado en los
asuntos temporales de Venecia, Génova, Sicilia, Dinamarca, Polonia, Alemania, Bohemia e Inglaterra, asuntos en los que se vio constantemente perseguido por el fracaso, al tiempo que se creaba numerosos enemigos personales. Su reinado señala el ocaso del poderío político papal durante la Edad Media.
Su más célebre derrota fue la sufrida a manos de Felipe IV el Hermoso de Francia. Irritado por los altos impuestos que Felipe obtenía del clero francés, publicó una bula, Clericis laicos (1296), por la que prohibía a los seculares, aun a los monarcas, gravar con impuestos a los clérigos sin el consentimiento papal; asimismo prohibía al clero el abono de tales impuestos. Felipe cortó el envío (1297) de las rentas papales en Francia, con lo que obligó a Bonifacio a una reconciliación temporal. En 1301 se reanudó la querella. Bonifacio provocó el rompimiento con su bula Unam sanctam (1302). Aunque este documento no afirmara explícitamente el poder temporal directo del Papa, en este sentido se interpretó por la mayoría. Felipe encomendó a Guillaume de Nogaret que trajese a Bonifacio a Francia para juzgarle ante un concilio ecuménico por el delito de herejía, culpándole de adhesión a las doctrinas de Averroes. Bonifacio huyó a Anagni e iba a pronunciar la excomunión de Felipe cuando Nogaret, ayudado por Sciarra Colonna y otros miembros de su partido, le hizo prisionero y le mantuvo en tal situación durante tres días. Fue libertado por los ciudadanos de Anagni y conducido a Roma; pero, capturado en ésta por los Orsini, fue encerrado en el Vaticano, donde murió un mes más tarde. La historia posterior ha reivindicado la fama de este Papa calumniado aun después de su muerte.