Braga es una ciudad situada en el norte de Portugal, en la provincia de Minho.
Se encuentra en una llanura junto al río Este, a 53 km al noreste de Oporto.
Fundada por los celtas alrededor del 300 a.C., su importancia creció tras la conquista romana, cuando fue conocida como Bracara Augusta.
A lo largo de su historia, ha sido un importante centro religioso y político, destacándose por su catedral y su papel en las disputas con otras ciudades.
Braga, ciudad (Minho, Portugal)
Cap. del dist. homónimo y de la prov. de Minho (Portugal), al N del país, en el contacto de los macizos interiores con la llanura litoral, favorablemente enclavada en amplia llanura junto a las márgenes del río Este, a 53 km al NE de Oporto.
Es una de la ciudades lusitanas más antiguas, fundada por los celtas 300 años a. de J.C» Terminada la conquista romana en el siglo ii, Braceara Augusta, que tal fue su nombre romano, cobró excepcional importancia al verse dotada de cinco vías militares y elevada a la categoría de convento jurídico. A la caída del Imperio Romano los reyes suevos instalaron en ella su corte. Destruida por los árabes, volvió a renacer en la segunda mitad del siglo xi, cuando Enrique de Borgoña, con el apoyo de los monjes de Cluny, fundó su catedral e hizo donación del recinto urbano al arzobispo Mauricio. Este prelado inicia las famosas contiendas con Toledo y Compostela sobre la primacía y derechos de la capital bracarense. A finales del siglo xii Braga tenía jurisdicción sobre una amplia zona que comprendía los obispados españoles de As-torga, Tuy, Lugo y Orense, más los portugueses de Porto, Coimbra y Viseu. Goncalo Pereira reforzó en el segundo cuarto del siglo xiv la defensa de la ciudad y levantó la ciudadela. En 1505, Diego de Sousa, que venía a tomar posesión del arzobispado desde la esplendorosa corte renancentista de Julio II, decidió transformar completamente la ciudad medieval: embelleció la catedral, construyó varias calles dentro y fuera de los muros, abrió puertas, levantó torres y mandó colocar bellas esculturas en todos los rincones; al esplendor material añadió el intelectual con la institución de los «Estudos», en cuya redacción intervino entre otros el célebre humanista flamenco Clenardo. Al esplendor aportado por los obispos contribuyeron en los siglos xvi y xvii diversas comunidades religiosas y laicas, que levantaron el monasterio de San Fructuoso y el santuario del Buen Jesús. La orientación de Portugal hacia las empresas marítimas restó importancia a esta ciudad, al igual que a todas las interiores. En 1809 fue devastada por los soldados napoleónicos. Este acontecimiento y las obras de modernización emprendidas en los siglos xix y xx han modificado profundamente la fisonomía que los arzobispos imprimieran a Braga. Desde hace unos años la población permanece prácticamente estancada y ha permanecido al margen del progreso industrial de los últimos años.
Braga, bien urbanizada, tiene una fisonomía atractiva en la que se mezclan los viejos monumentos con los modernos edificios. Entre sus monumentos destacan el santuario del Buen Jesús, de traza renacentista, en la cumbre de una frondosa colina; los restos de las viejas murallas bordeados de hermosos jardines, junto a los que se levanta el monasterio de San Fructuoso; el monasterio de Samoeiro, bella construcción renacentista; y la catedral (siglo xii), que es una mezcla de los más variados estilos. Ciudad administrativa y mercado agrícola, es fundamentalmente la capital religiosa de Portugal: el arzobispado más antiguo del país y cabeza de una extensa circunscripción que comprende los obispados de Aveiro, Braganga, Coimbra, Lamego, Porto, Vila Real y Viseu; su Facultad Pontificia de Teología goza de gran fama. De su actividad industrial merecen mención especial los tejidos de seda, sombreros, muebles, calzados y labores artesanas.
