Bruno, Giordano fue un destacado filósofo italiano nacido en Nola en 1548.
Su intensa búsqueda de conocimiento lo llevó a unirse a la Orden Dominicana, aunque pronto se vio envuelto en acusaciones de herejía.
Su vida se convirtió en un constante peregrinar por Europa, donde exploró diversas corrientes filosóficas y religiosas.
A pesar de su interés por el calvinismo, sus ideas eran demasiado originales para encajar en doctrinas establecidas, lo que lo llevó a una serie de exilios y a la creación de obras influyentes.
Biografía de Bruno, Giordano
(1548-1600). Filósofo italiano nacido en Nola. Su afán de saber le llevó tempranamente a ingresar en la Orden Dominicana (1563) pero no bien doctorado en Teología (1575) hubo de responder de las primeras inculpaciones de herejía. Su huida de Roma, tras verse envuelto en un segundo proceso, señala el comienzo de un constante peregrinar por Europa. En Ginebra (1576) abraza el calvinismo, pero sus creencias son en realidad demasiado personales para no chocar pronto contra todo esquema doctrinal estereotipado y tiene que escapar a Francia. Su antiaristotelismo le empuja de Toulouse a París (1581), donde dedica a Enrique III su De umbris idearum (1582) y publica su primera obra sobre la lógica luliana: De architectura et commento artis Lulli. Se traslada luego a Inglaterra, donde, rodeado de un ambiente favorable a las ideas renacentistas, trabaja con ardor (1583-85), enseña en Oxford y da a conocer algunas de sus obras más representativas, entre ellas sus seis diálogos en italiano: La cena de le ceneri, De la causa principio et uno, De Vinfinito universo et mondi, Lo spacio de la bestia trionfante, La Cabala del cavallo pegaseo, y De gli eroici furori. El primero de ellos irrita, sin embargo, de tal modo a la buena sociedad londinense que ha de volver a Francia, sólo para enzarzarse en nuevas luchas con los aristotélicos (1585-86) y proseguir su eterno peregrinaje, esta vez por Alemania. En Helmstadt se hace luterano y en Francfort publica en latín (1581) sus tres grandes obras fundamentales: De triplici minimo, De monade, numero et figura, y De inmenso et innumerabilibus. Con el prometido amparo del noble veneciano Mocenigo cree poder regresar sin demasiado riesgo a Italia, pero pronto es denunciado a la Inquisición y traspasado a la cárcel de Roma, que sólo abandonará ya para ser consumido por la hoguera.
Como filósofo participa en la corriente de hostilidad a los escolásticos, entregados a frívolas disputas abstractas en una época en que crece el interés por las ciencias naturales y cobran nueva actualidad las filosofías prearistotélicas. En ellas se nutre su pensamiento, así como en el neoplatonismo, hacia el que se siente especialmente inclinado por su innato misticismo religioso. De los eleáticos toma la idea de la identidad del ente real, con el abstracto y universal, no a la manera estática de Parménides sino a la dinámica de Heráclito. Arrastrado por el anhelo renacentista de ensalzar a la Naturaleza termina deificándola al concebirla como el efecto infinito de una causa infinita e inmanente, Dios, con el que forma un todo unitario o inseparable. Para explicar la multiplicidad dentro de la unidad, recurre a la idea de la mónada o unidad generadora de la pluralidad, tal como la concibieron los pitagóricos y los emanatistas neoplatónicos. Defendió el sistema de Copérnico y la teoría de la pluralidad de los mundos. Su filosofía, vaga y contradictoria en ocasiones, pero llena de atisbos e intuiciones geniales, influyó grandemente en el desarrollo del panteísmo moderno.
Sus ideas aparecen, en efecto, desarrolladas no sólo en Spinoza, sino también en los idealistas críticos alemanes, especialmente Schelling, Hegel y Krause. Por otra parte, sus concepciones le acreditan de verdadero precursor del evolucionismo.