La bursitis es la inflamación de las bolsas planas y membranosas que se encuentran entre los músculos y tendones, facilitando su deslizamiento.
Esta condición provoca dolor en los movimientos de las áreas afectadas, especialmente en las rodillas, donde estas bolsas son cruciales para reducir la fricción.
Aunque las causas no siempre son evidentes, la bursitis puede surgir por el uso excesivo o la presión prolongada en ciertas articulaciones, afectando a deportistas y personas que pasan mucho tiempo de rodillas.
Inflamación de las bolsas planas y membranosas que aparecen insertadas entre los grandes músculos y tendones para facilitar su deslizamiento. La inflamación de una bolsa hace dolorosos los movimientos de los músculos y tendones circundantes.
La función de estas bolsas es reducir la fricción. Son especialmente importantes en este sentido las situadas en las rodillas por debajo del resalte de la rótula. Estas bolsas se distienden frecuentemente con aumento de su contenido líquido normal, dando lugar a una enfermedad conocida vulgarmente con el nombre de «mal de las beatas» por presentarse preferentemente en las personas que permanecen mucho tiempo de rodillas. Bolsas del mismo tipo se encuentran en los codos y aún mayores entre los músculos debajo de la escápula. Unas y otras son causa de trastornos frecuentes entre los jugadores de tenis y béisbol.
Las causas de las bursitis no siempre aparecen claras. La inflamación puede producirse por exceso de función de una determinada parte del organismo o por el uso de una parte en actividades desacostumbradas. En ocasiones la bolsa serosa se contamina de gérmenes infecciosos corrientes con ocasión de pequeños traumatismos de la piel circundante. Las bolsas inflamadas resisten a veces al tratamiento y originan dolor y malestar durante mucho tiempo, especialmente si se depositan en ellas gránulos de calcio. La eliminación de estos gránulos requiere a veces intervención quirúrgica, aunque a veces pueden ser eliminados con una aguja especial. El tratamiento general comprende calor local, diatermia y masaje. La inyección de hidrocortisona en la bolsa contribuye a aliviar el dolor y normalizar el funcionamiento. En ocasiones, para mejorar la contractura y evitar el anquilosamiento permanente, se administra en la zona afectada una inyección local de anestésicos.